Desde el momento en que nací con el apellido de mi familia, todo constantemente fue una "competencia", quién era el más inteligente, quién era el más atlético, el más habilidoso para tareas manuales. El mejor era reconocido, amado, idolatrado. Mis hermanos parecían disfrutar de eso, de una constante competencia, donde no existían lazos de hermandad, donde traicionaban sin arrepentirse, donde no existía la palabra "familia".
«Todo consistía siempre en ser el mejor, en destruirnos mutuamente para sobresalir»
No pude seguir el ritmo de mis hermanos, no era muy inteligente, tampoco tenía la mejor condición física. Era un inútil y mi familia se hacia cargo de recordármelo incansablemente, llego el momento donde me convertí en una molestia, interfería en sus vidas, no era bueno para ellos tener una presencia molesta en su "hogar", así que intentaron hacerme desaparecer, fue cuando fui a vivir con mi abuela. Era una mujer muy sencilla, amable, tan dadivosa, siempre pensando en los demás antes que en ella misma. Ella me dio todo el amor que mi familia nunca me mostró, ella me escuchó, hablo conmigo, ella se convirtió en mi familia. Mi abuela mantenía una tensa relación con mi padre, bueno...cada relación con mi padre esta plagada con tensión, al perder totalmente los estribos con ella, decidió cortar toda relación que no fuera totalmente necesaria.
Mi abuela no vivía en una gran mansión, era una casa considerablemente grande, vivía en total soledad, a pesar de vivir sola siempre le encantaba salir de casa y por ello siempre la verías rodeada de personas, tenia un encanto particular que la hacia ser amada por las personas a su alrededor, además odiaba permanecer quieta. Toda su viveza, alegría y amor no podía ser infinito, con el tiempo, dejo de salir como solía hacerlo, los tiempos cambiaron, las personas a su alrededor se fueron, ella se quedo cada vez más sola, su condición empeoraba, tuvo que trasladarse a un hospital. La casa donde pase la mayor parte de mi infancia, donde pude conocer la familia, termino quedándose vacía. Una vez más la palabra "familia" desaparecía de mi vida.
-¿Cirugía?-pregunte.
-Su condición empeoro demasiado, si no procedemos a una...
-No tenemos esa cantidad de dinero.
-En casos así, es bueno recurrir a la familia. Si no se posee el dinero, debería pasar estos últimos momentos rodeada de sus seres queridos
«¿Últimos?»
Aun era un niño, que en ese momento quiso tratar de ser un adulto, pero por mas que fingiera, no podía dejar de serlo, un tonto e ingenuo chico, que fue a suplicar a su familia, suplicar entre lágrimas que ayudaran a su abuela. Pero fue completamente rechazado amargamente.
-Por favor deja de llorar...estaré bien
-Segura que no podemos preguntarle a nadie mas? Nadie mas- hablaba entre lágrimas.
Ella solamente se limito a sonreír.
-No quiero que te vayas- lloré desconsoladamente- no quiero volver a estar solo, no más.
-Mi querido...-acarició gentilmente mi cabeza- Por favor no llores...Tu nunca estarás solo, ni hoy, ni aún cuando me vaya. Veras que tarde o temprano encontraras a una persona a la que puedas llamar "familia"
-No quiero a nadie más, solo te quiero a ti...¡tu eres mi familia!
-Quizás ahora no lo entiendas, quizás ahora mismo mi decisión te parezca egoísta, pero confía en mi...ya que solo deseo lo mejor para ti. -Habló, no para mi, sino para alguien más.
«En ese momento no lo entendía»
-Ahora eres un adulto con sentimientos de niño, no entenderás esto aún, así que espero que en tu corazón me puedas perdonar a esta vieja por dejarte. Prometo observarte, te observare atentamente, cada paso que des, cada lágrima, cada decisión en tu camino hacia convertirte en adulto. En algún momento te pararas erguido ante ellos, sin miedo a ser tu mismo y se que...