CAPÍTULO o5

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Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo. Otro mensaje de E.W, ¿quién diablos era?

Recordé el mensaje del día anterior y después al hombre con gafas detrás de mí. Así que giré rápidamente a todos lados. Pero nada. No había nadie.

Miré el carro de mamá entrando al estacionamiento, corrí y entré al auto.

—Hoy tardaste en llegar.

—Perdón hija, había mucho trafico.

—No te preocupes —sonreí—, lo bueno es que llegaste.

Llegamos a casa, comí con mamá y terminando subí a mi habitación para hacer mis tareas.

Era extraño, a pesar de los mensajes que había recibido, el hombre detrás de mí. Me sentía feliz por el simple hecho de que Josh me pidió perdón.

***

—¿Podemos hablar? —me preguntó Josh.

—¿De qué?

—De nosotros —sonrió.

—¿De nosotros? —giré hacia él.

—Sí, sobre nosotros. Sobre nuestra pequeña bebé. Sobre por qué me odias.

—No hay nada que hablar de nosotros, ya que no te conozco. Sobre la muñeca, todo sigue en lo mismo. Tu reporte estará listo todos los viernes. Y no te odio.

—Pero nos podemos conocer y crear un nosotros.

—Nunca habrá un nosotros, entre tú y yo.

—¿Y por qué no?

—¡Josh, por favor!

—Está bien, me calmo. Pero me agradaría un...

—¡Josh!

—¿Nuestra hija se comporta bien? —sonrió, tomó a la muñeca y la puso entre sus brazos. Yo sólo lo miré y no contesté—. Sabes pequeña, tu mamá me odia, no quiere que pase tiempo contigo. Pero luchare para que cambie de opinión.

Yo sólo sonreí y me puse de pie. Tomé mis cosas y giré hacia Josh.

—No te odio. Y para que veas que no te quiero alejar de tu “hija”, cuídala el tiempo restante de clases.

—¿De verdad?

—Sí —sonreí—, pero cuídala bien. Que de esa muñeca depende mi calificación.

Salí del aula y caminé hacia los baños. Me vi al espejo y miré esa estúpida sonrisa en mi rostro. «Quita esa tonta sonrisa. ¿Por qué sonríes?» Salí del baño y caminé al patio de la escuela, me senté a lado de un árbol y comencé a dibujar a un grupo de chicos que estaban frente a mí.

—¿Qué haces? —preguntó Josh sentándose a mi lado.

—Nada —cerré rápido mi libreta y me puse de pie.

—¿Cómo qué nada? Te vi haciendo algo. ¿Qué era? —me tomó de la cintura.

—¡No me toques! —grité.

—Perdón.

—No me vuelvas a tocar —espeté.

—¿Por qué?

—No me gusta que me toquen los hombres —bufé.

—Perdón. No lo sabía.

—Ya lo sabes.

Le quité la muñeca y me fui caminando lejos de él. Por qué me comporte así, si Josh solo quería saber que hacía.

Lágrimas corrieron por mis mejillas, juro que estaba triste. Extrañaba mi vieja ciudad, mi casa, mi escuela, a mi mejor amiga Kate.

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