CAPÍTULO 10

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Casi una semana ha pasado desde que Josh me buscó. Desde ese día no ha tratado de comunicarse conmigo.

De mi parte, no he salido de mi habitación, no he querido hablar con nadie, no he ido a la escuela. Mi vida no es la misma. Todos los días a toda hora estoy llorando. Lo extraño, pero no puedo ser novia de alguien como Josh.

Me levanté de mi cama y caminé hacia el baño de mi habitación. Al entrar me miré fijamente al espejo. La chica que se miraba reflejada se miraba cansada, su piel era muy pálida, tenía sombras oscuras bajo sus ojos. Reflejaba tristeza. No era la misma.

“¿Qué te pasa, Jane?” me pregunté, “¿dónde quedó aquella chica alegre?”.

Mojé un poco mi cara y salí del baño, me senté en un pequeño sofá que tenía en mi habitación. Me puse a recordar todo.

Mi vida no era la misma desde que me quedé sola con mi madre. Desde que mi padre murió mi vida cambio por completo; mi madre se esforzaba porque nada me faltara, porque fuese una niña feliz. Y fue así hasta que conocí a Edward. Con él mi vida era perfecta o al menos eso creía, él decía amarme pero no era así. Él sólo quería una cosa y no era demostrarme su amor, lo que quería era sexo, y al ver que no lo obtendría trato de abusar de mí. Desde ese día no paraba de tener pesadillas horribles. Fui a terapias y eso me ayudó un poco.

Para alejarme de mi vieja vida, mi madre acepto un trabajo en Dallas. Nos mudamos y cuando creí que mi vida sería buena, apareció Josh.

Él hizo que creyera que mi vida sería diferente y no fue así. Gracias a él, me di cuenta que amar no se había hecho para mí.

—Hola, Jane, ¿por qué no habías venido?

—Hola, Susan. Estaba enferma por eso falté a clases.

Susan era una compañera de mi clase de dibujo.

Tomé mis libros del casillero y caminé hacia el aula. Mi madre me había exigido ir a la escuela, me dijo que ya era suficiente de estar en casa, sin salir y perder clases.

Al entrar al aula todos me miraron, algunos sorprendidos, otros con curiosidad. Incluso pude ver felicidad en algunos rostros. Dejé mi mochila en el asiento y salí. Pude escuchar los murmullos detrás de mí.

Entré al baño y me miré al espejo, estaba mucho más pálida de lo que creía.

Noté como temblaban mis manos.

¿A caso estaba nerviosa? ¿Qué me pasaba?

Mojé un poco mi cara y salí del baño. Caminé hacia el aula y al entrar me di cuenta que Josh ya había llegado.

Me quedé quieta y los dos nos miramos fijamente.

Giré para salir, pero la señorita Jefferson entró.

—Buenos días, jóvenes. Tomen asiento.

Josh se sentó a mi lado, ya que en la clase de la señorita Jefferson teníamos que estar juntos. ¿Pero cómo estar juntos, si lo que yo quiero es estar lejos?

Josh me sonrió y acarició mi mano, tiré de ella. Desvié mi mirada hacia un lado y me di cuenta que Jenn había faltado a clase.

Las dos horas de clase fueron un infierno para mí, estar a lado de Josh, respirar su aroma, escuchar su respiración, era mucho para mí.

¿Cómo tratar de estar lejos de la persona que amas? ¿Cómo odiar a Josh? Lo amo y aunque sé lo que hizo quisiera abrasarlo, besarle. Pero algo me dice que no.

La clase terminó, la señorita Jefferson salió del aula y antes de que pudiera ponerme de pie, Josh tomó mi mochila y me sujetó del brazo, me jaló fuera del aula. Me llevo al patio y ahí fue donde me soltó.

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