Ahí estaba él. De pie al otro lado de la calle, mirando fijamente hacia mi ventana.
Al parecer me miró ya que sonrió e hizo un ademán con su mano.
Sentí como mi sangre se congeló. Caminé hacia atrás y di un gritó. Ese gritó fue muy alto, ya que en cuestión de segundos mamá ya estaba a mi lado.
—¿Qué pasa, hija?
No podía contestar, mi garganta estaba cerrada y mi voz, mi voz se había extinguido.
La miré fijamente y pude ver su rostro lleno de preocupación.
Se sentó a mi lado y me abrazó fuerte junto a su pecho. No pude hacer nada más que llorar.
Mamá con su mano acariciaba mi cabello, era una forma de decirme que estaba segura, que todo estaba bien.
—Está allí afuera —susurré—. Edward… está ahí.
Mamá se levantó rápidamente y miró por la ventana. Giró para verme, caminó y se detuvo frente a mí.
—Mi pequeña, no hay nadie ahí fuera.
—Mamá, te juró que estaba ahí.
—Te creo —me abrazó y me dio un beso en la frente—. Vístete. Vamos a salir.
—¿Salir a dónde? —sequé mis ojos en el dorso de mi mano.
—Sólo arréglate.
Mi mamá salió de mi habitación e hice lo que me había dicho. Me di una ducha rápida, me vestí y al terminar de cepillar mi cabello, bajé a la sala donde ya estaba mi madre esperándome.
Antes de salir de casa, alimenté a Lucky.
De camino a donde íbamos —que yo no sabía a dónde iríamos— fue un silencio total. Yo ya estaba tranquila, pero me era inevitable no pensar en que Edward estaba en Dallas; pero sabía que tenía que perderle el miedo.
Mamá detuvo el auto y al ver a donde llegamos, la fulminé con la mirada.
—¿Una escuela de defensa personal?
—Te servirán. Podrás defenderte de... —guardó silencio.
—Mamá, unas clases de defensa personal no me ayudaran a escapar de Edward.
—No te ayudaran a escapar, pero sí a defenderte —al ver que no dije nada, prosiguió—: Mi pequeña, no siempre estarás en casa o estarás acompañada. Edward podrá acercarse a ti pero tú podrás defenderte.
—Mamá...
—Por favor —tomó mi mano y la puso sobré la suya—. Por mí.
La miré directamente a los ojos, esos ojos que reflejaban ternura pero a la vez preocupación. Tomé una bocada de aire y entre una sonrisa le dije “está bien”.
Bajamos del auto y yo caminaba detrás de ella con los brazos cruzados. Llevaba mi cara de pocos amigos.
Está bien, no soy toda una ninja pero, ¿cómo se le ocurrió a mi madre, traerme a clases de defensa personal? Tengo diecisiete años y ya no me interesa tomar estas clases.
En el momento que crucé la puerta, cambié mi rostro de enojo a una de «¡wow! Comenzaré a tomar clases de algo que siempre he amado. Vengan todos y seamos amigos.»
Mientras mamá hablaba con el maestro, yo miraba como los más pequeños tomaban su clase. ¿Acaso como se miraban ellos me miraría yo?
Mamá se acercó a mí, puso su mano en mi hombro y sonrió. Salimos del lugar y nos fuimos de nuevo a casa.
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You Are
Teen FictionJane Johnson, es una chica muy poco social, no tiene muchos amigos. Eso le preocupa a su madre. Ya que a sus diecisiete años es para que su hija tenga muchos amigos, salga a fiestas. Jane, sólo una vez a tenido novio lo cual fue un horror... un trá...