CAPÍTULO o6

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Aventé mi celular lo más lejos que pude y dejé salir un grito de susto.
Mi mamá entró rápidamente a la habitación, encendió la luz y miró que estaba llorando, sentada en mi cama con las piernas junto a mi pecho.

Ella corrió hacia mí y me abrazó.


—¡Mi pequeña! ¿Qué pasa?

—Mamá... tengo miedo —estaba temblando.

—¿Miedo de qué o de quién? —me separó de ella al ver que no respondí a su pregunta—. ¿Qué pasa Jane?

—Miedo a mis pesadillas —mentí.

—De nuevo tus pesadillas. Ya ves porque te dije que debías seguir con tus terapias.

—Mamá...

—Nada. Mañana regresaras a tus terapias.

—Pero mamá. Sólo fue una pequeña pesadilla.

—No quiero discutir, mañana iremos con un psicólogo. Duerme de nuevo mi pequeña —me acunó en sus brazos y tarareó una canción de cuna.


Me tranquilicé y me quede dormida en los brazos de mamá.

Al día siguiente me despertó la alarma, me puse de pie y ahí me pude dar cuenta que anoche había hecho añicos mi espejo, cuando había aventado mi celular. Tome una ducha rápida y bajé a la sala.


—¿Qué haces aquí?

—Hola. Buenos días Jane, yo también me alegro de verte.

—Hija, esos no son buenos modales —le di una mirada a mamá.

—Hola, Josh.

—Los dejo solos. Si me necesitan estaré en el cuarto de arte —sonrió y se fue.

—¿Cuarto de arte? —me miró Josh.

—Sí. Una habitación donde pinta, dibuja. En pocas palabras un cuarto donde crea cosas.

—Que interesante. ¿Y tú también eres artista?

—No. ¿Y qué haces en mi casa?

—Vine por ti —sonrió.

—¿Por mí?

—Sí. Así que toma tus cosas y vámonos.

—No puedo salir, tengo cosas que hacer. Además no he desayunado y estoy desarreglada.

—Yo te ayudo con lo que tengas que hacer, te llevo a desayunar y... —hizo una corta pausa—, no necesitas arreglarte. Así te ves hermosa.

—Gracias Josh, pero...

—No acepto un no por respuesta —sonrió.

—Está bien. Sólo deja le aviso a mamá —sonreí.


Subí y le avisé, ella con una gran sonrisa dijo que sí, sólo que llegara temprano.

Salí de el cuarto de arte y corriendo fui a mi habitación, tomé mi bolso y acomodé mi cabello.
Bajé a la sala y miré a Josh observando un cuadro donde se encontraba una fotografía mía de pequeña.


—Estoy lista.

—Te ves muy linda.

—Gracias —sonreí tímidamente.

—Es la verdad. Bueno vamos —salimos de casa.

—¿A dónde iremos?

—Es sorpresa —sonrió.

—Odio las sorpresas —bufé.

—Lo siento. Conmigo dejaras de odiarlas.

En el camino iba como una pequeña niña mirando por la ventanilla. Me sentía bien.

Llegamos a un lugar poco solitario.


—Llegamos —apagó el auto.

—¡Pero no hay nada aquí!

—Lo has dicho, aquí. Ven, tu sorpresa está por aquí —extendió su mano para que la tomara.

—Seguro que...

—Juro que no es nada malo.

—Está bien —sonreí y tomé su mano.

Caminamos unos pocos metros y llegamos a nuestro destino.

—Llegamos —sonrió Josh.

—Woow —lo miré sorprendida—, Josh es... hermoso.

—Que bueno que te gustó. Pensé que te gustaría estar en un lugar tranquilo.

—Gracias, Josh.

—No agradezcas. Ven tendremos nuestro día de campo aquí, frente a este lago.


Este día iba perfecto. Nunca creí divertirme de esta forma aquí en Dallas y con Josh.
Comimos y platicábamos, reíamos como niños pequeños. Era el día más feliz que había tenido jamás.


—¿Te gustó la sorpresa?

—Me encantó —sonreí—. Muchas gracias por este día tan hermoso.

—No agradezcas, lo hice porque quiero que te sientas como en casa. Quiero que seas feliz.

—Josh... —sin darme tiempo, Josh me besó. Mis ojos se agrandaron.

—Jane, perdón. Yo...

—Llévame a casa —me puse de pie y caminé hacia la salida.

—No te enojes, Jane.

—¿En qué estabas pensando? ¿Por qué me besaste? —bufé.

—Hice lo que sentí —me tomó del brazo—. Siento algo lindo por ti. Me gus...

—¡Ya basta, Josh! —grite—. Te agradezco todo lo que hiciste, te agradezco el día de campo, pero eso no te permite besarme.

—Jane...

—Llévame a casa, por favor.


Josh recogió todo y lo subió al auto. Yo ya lo esperaba dentro. Él subió y me dirigió una mirada pero no me habló.

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