CAPÍTULO 13

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—¡Josh! —lo retiré de mí lentamente y me puse de pie.

—¿Qué pasa?

—Esto está mal —susurré mientras acomodaba mi cabello.

—Perdón, amor. No quise hacer esto. No sé qué me pasó —se puso su camisa.

—Creo que debes irte a tu casa.

—Amor...

—Josh, ya es tarde y mañana tenemos clase.

—Está bien —tomó su chaqueta.

Bajé detrás de Josh y lo acompañé hasta el patio.

Me crucé de brazos mientras él caminaba a su auto sin despedirse. No lo hizo ya que podía ver en su rostro la vergüenza.

No sabía por qué me había comportado así, pero sabía que estaba mal hacerlo y más si mi madre estaba ahí.

Me di cuenta que Josh regresó a mí, venía corriendo.

Me abrazó y me besó.

—Te amo mi niña. Y perdón por mi comportamiento.

—Te amo más y no tengo que perdonarte nada, los dos tuvimos algo que ver.

—No volverá a pasar...

—No digas nada más sobre eso y mejor te espero mañana para ir a la escuela.

—Mañana paso temprano por ti… y recuerda te amo —me besó.

—Te amo aun más.

Cuando el auto de Josh se perdió de mi vista, entré a casa, cerré con llave todas las puertas, apagué todas las luces de abajo y me fui a mi habitación.

Al entrar miré a Lucky dormido en mi cama, fui a acariciarlo y me puse el pijama. Me metí entre las sabanas y Lucky se acomodó cerca de mis pies.

A la mañana siguiente la alarma de mi celular sonó. Me di una ducha y me puse lo primero que encontré. Para ser sincera combinaba bien.

Bajé a la planta baja donde mi mamá preparaba el desayuno. Me senté en un taburete que estaba a lado de la pequeña barra de la cocina.

—Buenos días, mamá.

—Buenos días, hija. ¿Quieres café?

—No, gracias. Creo que sólo tomaré jugo de manzana.

—Muy bien, ya casi está el desayuno. ¿Desayunaras aquí o en el comedor?

—Aquí —me puse de pie y caminé al refrigerador. Saqué el jugo y me serví un poco—. Oye, mamá, miró que estás nerviosa. ¿Pasa algo?

—No pasa nada, lo que sucede es que creo que ya es tarde y yo todavía no me he vestido para llevarte a la preparatoria.

—Mamá, Josh pasará por mí. Y no te preocupes por ir a recogerme, él también me traerá a casa.

—Muy bien —dio un pequeño sorbo a su café—. Me iré a vestir hija. Provecho —dejó la taza de café en la barra y salió.

—Gracias —susurré.

Algo extraño le pasaba a mi madre, lo sabía. Ella nunca me dejaba sola a la hora del desayuno. Siempre comíamos juntas.

Miré la hora en mi celular y eran las siete quince, mis clases comenzaban a las ocho y ella entraba a trabajar a las ocho y media.

¿Qué le estaría pasando a mi madre?

Al terminar de desayunar fui a lavarme los dientes. Tomé mi mochila y bajé a la sala. Mamá bajó las escaleras y pude notar que sus manos temblaban un poco.

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