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Los dementores custodiaban los terrenos de Hogwarts. Había decenas de ellos, aunque nunca entraban al castillo ni a los alrededores.

Hoy era el partido de Gryffindor contra Hufflepuff, llovía muchísimo y hacía un viento huracanado. Hermione, Ron, Seamus, Dean, Neville y yo estábamos juntos, en primera fila esperando a que el partido comenzara. Draco estaba varias filas más arriba con Crabbe, Goyle, Nott, Zabini, Pansy y Astoria. Ni siquiera me molesté en buscarle con la mirada, porque notaba la suya en mi nuca cada vez que Seamus me decía algo al oído. Seamus y yo nos conocemos desde muy pequeños, porque su madre y mi padre se conocieron en Irlanda y entablaron una íntima amistad.

Los jugadores salieron al campo. Hermione le había hechizado a Harry las gafas para que la lluvia no le impidiera ver con claridad. Todos empezamos a vitorear y Lee Jordan relataba el partido desde el momento en el que la profesora Hooch lanzó la snitch. Cedric Diggory y Harry la buscaban por todo el campo, pero con la lluvia era prácticamente imposible.

Luego de unos minutos, Harry emprendió vuelo hacia arriba seguido por Cedric. Empecé a ponerme nerviosa. Íbamos ganando por puntos pero si los Hufflepuff atrapaban la snitch, perderíamos.

Harry y Cedric ya llevaban varios minutos sin volver al campo, y todo el mundo empezaba a preocuparse. Pasado un rato, una escoba llegó volando sola y fue a parar al sauce boxeador. Era la Nimbus 2000 de Harry. Ron, Hermione y yo nos miramos y nos levantamos al ver que el cuerpo inconsciente de Harry caía en picado hacia el campo y a toda velocidad.

- ¡Arresto Momentum! -gritó el profesor Dumbledore y todo pasó a cámara lenta. Harry cayó al césped sin ningún daño. Corrí hasta donde él estaba y me arrodillé a su lado.

- ¡Harry! ¡Despierta, Harry! -chillaba. Me estaba empapando por la lluvia y tenía las rodillas llenas de barro. Apenas veía, pero quería que Harry despertara. No hemos hablado nada desde mi beso con Draco, y no puedo estar así con él.

- Hay que llevarlo a la enfermería -dijo Hermione. Los profesores se lo llevaron y nosotros tres decidimos ir al sauce boxeador a buscar su escoba.

Al llegar, la vimos, o lo que quedaba de ella. Estaba completamente destrozada. A Harry se le partiría el alma.

Fuimos corriendo a la enfermería. Allí estaban ya los gemelos y los demás. Harry seguía inconsciente. Me senté en un hueco de la camilla y le agarré la mano.

- Está pálido. -Dijo Ron. Yo rodé los ojos.

- ¡Pues claro que está pálido! Se ha caído desde más de cien metros -dijo George.

- Tírate tú de la torre de Astronomía, a ver cómo te quedas -terminó Fred.

- Quizás se le mejore la cara -dijo una voz débil y entrecortada. Me giré y vi a Harry con los ojos medio abiertos y sonriendo.

- ¡Harry! -exclamamos todos.

Le contamos que habíamos perdido el partido y que su escoba se había destrozado. Después de quedarnos un rato hablando todos decidimos irnos para dejarle descansar.

- Espera, Danae, ¿puedes quedarte? -preguntó Harry y yo me sorprendí.

- Claro. -dije y me volví a sentar en mi lugar anterior.- ¿Qué pasa, Harry?

- ¿Estás con Malfoy, no?

Vaya, se anda sin rodeos.

- No, no estoy con él.

- Pero te gusta. Y os habéis besado. -Replicó

- Bueno, sí. Nos hemos besado. Y sí, creo que me gusta. -No iba a mentirle después de tanto tiempo.

- Deberías saber que tú me gustas a mí. -Confesó sin mirarme a los ojos. Yo me quedé pálida.

- Harry... Yo.

- No, vale, no digas nada. Pero que sepas que Malfoy va a acabar haciéndote daño.

- ¿Puedes dejar de poner a la gente en mi contra, Potter? -Dijo una voz detrás de nosotros. Mi sangre se congeló. Era Draco.- Me da igual que les digas cosas sobre mí a la sangre sucia y a la comadreja, pero con Danae no te lo voy a permitir. Nos gustamos, y ya está. Supéralo, Pipipote.

- Ya está bien, Draco. Te estás pasando. -Le regañé

- Vale, ya me voy. Pero espero que te des cuenta a quién tienes que hacerle caso -Soltó y se dio la vuelta para irse. Respiré hondo.

- No tengo que haceros caso a ninguno porque no sois nadie para decirme lo que tengo que hacer. -Dije lo más calmada que pude. Draco se dio la vuelta y me miró.- Ya estoy harta de que pienses que tengo que hacerte caso siempre, Draco. Yo no soy ni Pansy ni Astoria para lamerte los pies. -Me levanté de la camilla y me dispuse a salir de la enfermería cuando Draco me agarró de la muñeca.

- Danae, yo... -susurró y lo interrumpí.

- No, Draco. Mañana hablaremos, ahora voy a descansar. -Me di la vuelta y salí de la enfermería.

Llegué a la sala común y subí a la habitación. Hoy me perdería la cena, pero no tenía hambre. Me quité el uniforme para ponerme el pijama y me metí en la cama, dispuesta a dormir toda la noche sin interrupciones.

salvándote, draco malfoy;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora