Harry y yo íbamos camino al despacho de Umbridge esa misma tarde. Ninguno de los dos sabíamos cómo iba a ser el castigo. Llegamos y llamé a la puerta con los nudillos.
- Adelante. -Se oyó una voz melosa desde dentro. Entramos y me quede asombrada al ver el despacho: las paredes, la alfombra, las lámparas... todo era de color rosa pastel. En las paredes habían retratos de gatos que maullaban y se acurrucaban en sus camitas. Era vomitivo.
- Buenas noches, señor Potter y señorita Hudson. -Saludó la profesora.- Siéntense. Hoy me escribirán unas cuantas frases... -Harry y yo nos miramos. No sería un castigo tan complicado al fin y al cabo.
Yo me agaché a abrir mi mochila para sacar la pluma pero me interrumpió.
- No, no, no. Con su pluma no. Van a usar una mía muy especial... -Rió y nos entregó a cada uno una pluma enorme.- Bien. Quiero que escriban: No debo decir mentiras. -Harry y yo volvimos a mirarnos. Él suspiró.
- ¿Cuántas veces? -Preguntó con voz cansada.
- Las que sean necesarias para que... cale el mensaje. -Dijo con cierto tono divertido que me hizo fruncir el ceño.
- Pero no nos ha dado tinta. -Le dije yo.
- No necesitarán tinta, señorita Hudson. -Fruncí el ceño de nuevo, pero comencé a escribir sin decir nada más.
Conforme escribía la frase por primera vez, mi mano izquierda comenzaba a arder. Harry también emitía gemidos de vez en cuando. Yo, extrañada, miré mi mano y el mensaje "No debo decir mentiras" se estaba grabando en mi piel.
Al ver que dejamos de escribir, Umbridge se puso frente a nosotros.
- ¿Pasa algo, queridos?
- Nada. -Espetó Harry antes de que yo pudiera contestar. La profesora me miró entonces y yo asentí, dándole la razón a mi amigo. No le íbamos a dar la satisfacción de saber que nos está haciendo daño.
- Muy bien. No tienen nada que decir porque en el fondo, saben que merecen ser castigados... -Dijo con voz dulce. Me dieron ganas de pintarle la cara con esa pluma torturadora.- ¿Verdad? Continúen.
[...]
Más tarde, Harry y yo regresamos a la sala común. Harry, Hermione, Ron y yo estábamos en uno de los sofás. Yo estaba leyendo un libro, cuando de repente la castaña se me queda mirando.
- ¿Qué te pasa en la mano, Danae? -Preguntó.
- Nada. -Contesté yo rápidamente, enseñándole mi mano sana.
- No, en la otra. -Dijo ella y me agarró la mano. Una cicatriz de un color morado era visible en ella. Le cogió la mano a Harry y él tenía otra exactamente igual.- Tenéis que decírselo a Dumbledore, chicos.
- No, Dumbledore ya tiene demasiadas cosas en la cabeza... -Dijo Harry.
- Y no queremos darle esa satisfacción a Umbridge. -Terminé yo.
- No fastidiéis, chicos, esa mujer os está torturando. -Dijo esta vez Ron.- Si nuestros padres se enteraran de...
- Sí, pero nosotros no los tenemos, ¿recuerdas? -Le espetó el azabache, y yo automáticamente cambié mi expresión a una seria. Ron nos pidió disculpas.
- Chicos, tenemos que informar de esto. -Dijo Hermione de nuevo.- Es muy sencillo, os están...
- No, no lo es. -dije yo con voz deprimida.- Hermione, sea lo que sea no es sencillo. No lo entiendes.
- Entonces explicádnoslo... -Dijo ella. Harry y yo nos levantamos y nos fuimos a nuestros respectivos dormitorios sin hablar nada más.
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salvándote, draco malfoy;
Fiksi Penggemar"El amor es aquello que te hace hacer cosas que jamás pensaste que harías por nadie, ni siquiera por ti mismo." Danae Hudson está tan enamorada de Draco Malfoy que no se imagina una vida sin él, estando dispuesta a anteponer su vida a la de ella si...