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Los días pasaron. Harry y Ron no se hablaban, por lo que Hermione y yo nos veíamos entre la espada y la pared. Una mañana, Harry y yo estábamos con Neville en el lago. El azabache estaba recostado en el tronco de un árbol, y yo estaba a su lado mientras estudiaba Historia de la Magia.

- ¡Fascinante! -exclamó Neville mientras leía un libro sobre plantas mágicas, y me hizo perderme por un momento de mi lectura.- ¡Fascinante! -volvió a exclamar, y yo bufé.

- Neville, eso ya lo has dicho -espetó Harry y el chico guardó silencio y siguió con sus plantas. Detrás de nosotros, escuchamos pasos y nos dimos la vuelta. Ron, Hermione y Ginny se dirigían hacia nosotros. Mi relación con la pequeña de los Weasley se había enfriado notoriamente desde mi segundo año.

Los dos pelirrojos se quedaron atrás y Hermione se acercó a Harry, que estaba de pie mirándola intrigado.

- Ronald me ha pedido que te diga que Seamus le ha dicho, que Parvati le dijo a Dean... que Hagrid te quiere ver -informó y Harry frunció el ceño. La castaña volvió a dirigirse a Ron, entablaron unas palabras en susurros y volvió a su lugar anterior.

- No me pidáis más esto... Hagrid quiere verte, y dice que lleves tu capa -su expresión era cansada.

- ¡Pues dile a Ronald...! -le ordenó Harry, pero Hermione se giró bruscamente y le gritó:

- ¡No soy una lechuza! -caminó a toda prisa hasta Ginny y ambas se fueron por donde habían venido. Ron se despidió de mí con la mano y yo le dediqué una leve sonrisa.



[...]


Al día siguiente, Harry fue con el guardabosques y éste le mostró la primera prueba del torneo: dragones. El azabache estaba que echaba humo. Se despidió de mí en los jardines y yo me dirigí a un árbol en la sombra para leer. Harry fue a contarle a Cedric la primera prueba, al igual que ya lo había hecho con Viktor y con Fleur.

Una vez sentada, pude observar que la mayoría de los alumnos que allí estaban llevaban unas chapas que insultaban a Harry y alababan a Cedric. Me hervía la sangre.

Ron y Seamus venían en dirección a los jardines. Harry se dirigió hacia ellos y le impidió el paso al pelirrojo. Desde mi sitio, podía escuchar perfectamente su conversación.

- Eres un mierda, ¿sabes? -le espetó el azabache y la expresión de Ron decayó.

- ¿Eso crees? -le preguntó, y Harry asintió- ¿Algo más?

- Sí, ¡que pases de mí! -le dijo y yo rodé los ojos ante la absurdez de la discusión.

Ron y Seamus dejaron solo a Harry y pasaron por mi lado sin siquiera verme. Harry venía en mi dirección pero antes de llegar, Draco lo interrumpió.

- ¿Estás tenso, Potter? -seguro que no me había visto- Mi padre y yo hemos hecho una apuesta. Yo pienso que no vas a durar ni diez minutos en el torneo -saltó del árbol en el que estaba subido-. Él difiere, cree que no vas a durar ni cinco -dijo y todos empezaron a reír. Guardé mi libro en mi bolsa dispuesta para levantarme, cuando veo como Harry lo empuja.

- Me da igual lo que tú o tu padre penséis de mí, Malfoy. Él es vil y cruel, y tú un payaso -le dio otro empujón y decidí interponerme, cuando llegó el profesor Moody y convirtió a Draco en un hurón. Lo hacía levitar y golpearse contra el suelo.

- ¡Profesor! -le grité. Pero no me hacía caso, llegó la profesora Mcgonagall y devolvió a mi novio a su estado natural. Su cara reflejaba pánico.

- Mi padre se enterará de todo -le dijo al profesor mientras se iba. Yo lo seguí.

- ¿Es una amenaza? Puedo contarte cosas que tu padre ha hecho que rizarían ese grasiento pelo planchado -gritaba Moody mientras nos perseguía.- Y tú, niñita, más te vale no interferir en los asuntos de los profesores. -me dijó a mí y eso hizo que Draco parara de golpe. Iba a decir algo para defenderme pero lo interrumpí, sabía defenderme sola.

- Sé perfectamente su secreto, Alastor -él me miró sorprendido-. Más le vale a usted que deje en paz a mis amigos si no quiere que el director se entere -lo miré con la cabeza alta y me giré, Draco me seguía pisándome los talones.


[...]


Hoy era la primera prueba del Torneo. Ron y yo estábamos en las gradas, guardándole el sitio a Hermione que había ido a hablar con Harry para desearle suerte de nuestra parte. Después de que los otros tres campeones lucharan contra los dragones y cogieran el huevo, era el turno de nuestro amigo.

Cuando el azabache salió, todos nos quedamos en silencio. Según Ron, el Colacuerno Húngaro era de los dragones más peligrosos y agresivos. Harry intentó llegar hasta el huevo sin que el dragón lo viera, pero eso fue imposible, ya que nada más darse cuenta de la presencia del chico comenzó a escupir fuego en su dirección. Yo sentía que tenía el corazón en la boca.

Luego de un rato de incertidumbre, la Saeta de Fuego de Harry llegó volando hacia él y éste se fue mientras el dragón lo perseguía. Cuando los perdimos de vista, el silencio y la tensión podían cortarse con un cuchillo. Ron y Hermione me daban la mano, cada uno la de su lado correspondiente. Pasados unos minutos (que parecieron horas), Harry llegó volando. El Colacuerno ya no venía detrás de él. Todo el público empezamos a vitorear y a gritar su nombre, en especial nosotros tres. El campeón cogió el huevo y se acabó la primera prueba.


Más tarde, en la sala común montamos una fiesta. Fred y George sostenían a Harry en hombros, mientras todos le aclamábamos.

- ¿Quién quiere que lo abra? -exclamó el azabache. Todos gritamos.- ¿Quién quiere que lo abra?

- ¡Ábrelo, Harry! -pidió Seamus y entonces abrió el huevo. Un sonido realmente insoportable salió de este, provocando que todos los allí presentes tuviéramos que taparnos los oídos.

- ¿Qué diablos era eso? -preguntó Ron llegando a donde estábamos todos. Nos callamos de golpe.

- Bien, chicos. Cada mochuelo a su olivo -dijo Fred.- Bastante mal se va a poner esto como para convertirlo en espectáculo. -y haciéndole caso, todos se fueron a sus habitaciones. Hermione y yo nos quedamos en el sofá de la chimenea, junto a varios más.

- Reconozco que hay que estar muy loco para meter su nombre en el cáliz de fuego -le dijo Ron a Harry. Mi corazón se encogió.

- ¿Ya lo entiendes? -le espetó el campeón.- ¿Cuánto has tardado?

- No soy el único que lo ha pensado -dijo el pelirrojo-. Todos lo decían a tus espaldas.

- Genial -bramó Harry-, ahora me siento mucho mejor.

- Al menos te avisé de los dragones.

- Hagrid fue quien me advirtió -replicó el ojiverde.

- No, no, no. Fui yo, ¿no te acuerdas? Le dije a Hermione que te dijera que Seamus me dijo que Parvati le dijo a Dean que Hagrid te estaba buscando. Y Seamus nunca me dijo realmente nada, o sea que realmente fui yo. Pensé... que me perdonarías cuando te dieses cuenta -susurró Ron.

- ¿Cómo iba a darme cuenta? Es una absoluta locura...

- Ya... Tienes razón. Supongo que estaba hecho un lío... -ambos se sonrieron y Hermione y yo nos miramos.

- Chicos... -susurré con una sonrisa melancólica en la cara. Por fin volveríamos a ser los de antes.

salvándote, draco malfoy;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora