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Hermione y yo nos encontrábamos estudiando en el Gran Comedor. Hoy, la mayoría de los alumnos pondrían su nombre en el cáliz. Después de un rato, llegó Cedric acompañado de sus amigos, echó un trozo de pergamino al cáliz y me guiñó un ojo. Todos aplaudieron pero yo rodé los ojos. Después de eso, llegaron los gemelos entre más aplausos.

- ¡Aquí la tenemos! Poción envejecedora. -Dijo George.

- Recién hecha esta misma mañana. -Terminó Fred. Hermione y yo nos miramos.

- No va a funcionar... -Canturreamos al unísono.

- ¿Ah, no? -Dijo Fred.

- ¿Y eso por qué, chicas? -Preguntó George. Nosotras rodamos los ojos.

- ¿Veis eso? -dije señalando una circunferencia dibujada alrededor del cáliz.- Es una línea de edad, dibujada por el mismo Dumbledore.

- ¿Y? -dijeron los gemelos. Hermione resopló.

- Que una triquiñuela tan absurda no va a engañar al mejor mago del mundo. -Dijo la castaña.

- Por eso es tan genial -Empezó George.

- ¡Porque es endiabladamente absurda! -Exclamó Fred, haciéndome reír.

Los gemelos se levantaron y se subieron a la mesa detrás de nosotras, bebieron cada uno de su poción y saltaron dentro de la línea. No pasó nada.

Ambos metieron los trozos de pergamino al cáliz y siguió sin ocurrir nada.

- Tres, dos, uno... -Susurramos Hermione y yo a la vez. Cuando terminamos, una humareda salió del cáliz e impactó contra los gemelos, haciéndolos volar por los aires hasta que cayeron al suelo. Al levantarse, sus cabellos se volvieron canosos y les salieron una barba casi igual de larga que la de el director. Hermione y yo nos miramos arrogantes. Todos en el Gran Comedor reían, hasta que por la puerta entró Viktor Krum, que volvió a causar el silencio. Pasó ignorando a los gemelos (que se estaban peleando) y puso su nombre también dentro del cáliz también. Al darse la vuelta, miro fijamente a Hermione y le guiñó un ojo. Ella le dedicó una leve sonrisa. Yo ya estaba enterada de que el famoso jugador de quidditch iba a visitarla día sí día también a la biblioteca.


[...]


En el Gran Comedor, durante el desayuno, llegaron las lechuzas. A Hermione y a mí nos llegó El Profeta como cada día. Esta vez, a Ron le llegó un paquete algo más grande de lo normal.

- Oh, mirad, mi madre me manda algo. -Dijo mientras se levantaba para poder abrir mejor la caja. Al sacar lo que había dentro, tenía en sus manos un trapo rosa algo viejo. Oía realmente raro.- ¿Me ha mandado un vestido? -se extrañó, y se dirigió a su hermana- Ginny, esto debe ser para ti.

- Yo no me pongo eso, qué feo. -Contestó la pelirroja haciéndonos reír a Hermione y a mí.

- ¿Y vosotras de qué os reís? -Nos preguntó Ron algo enfadado.

- No es para Ginny, ¡es para ti! -Dijo Hermione y todos los que estaban cerca de nosotros en la mesa rieron.

- ¿Para mí? ¿Para qué?


[...]

La profesora Mcgonagall nos citó a todos los alumnos de Gryffindor en una sala del castillo. A un lado estábamos las chicas y al otro los chicos. La profesora, Filch, la señora Norris y un tocadiscos enorme estaban en el centro.

- El baile de Navidad... -recitó la profesora- Ha sido un acontecimiento muy esperado en la escuela debido al Torneo de los Tres Magos. En el que las chicas mayores de catorce deberán sacar a relucir su cisne interior.

Ron dijo algo desde el otro lado de la sala y todos rieron. Idiotas.

- Señor Weasley, acompáñeme por favor. -Ron se levantó algo cohibido y se puso frente a la profesora-. Ponga su mano derecha sobre mi cintura -Le pidió.

- ¿Dónde? -preguntó el pelirrojo asombrado. Mcgonagall le cogió la mano y la puso en su cintura. Filch puso en marcha el tocadiscos y empezaron a bailar.

- Ahora, ponéos por parejas, por favor. -Pidió la profesora, y poco a poco empezamos a levantarnos todos y a bailar. Yo me puse de pareja con Seamus, mientras Harry estaba con Hermione.


[...]


Me dirigía a la torre de Astronomía ya que Draco me había citado allí. Interiormente, suplicaba que me pidiera ir con él al baile, pero prefería no hacerme ilusiones. Llegué arriba realmente exhausta, no me acostumbro a subir tantas escaleras.

- Al fin llegas... -Bromeó el rubio que estaba sentado en el suelo. Se levantó y me besó la mejilla. Estuvimos hablando por largo rato hasta que ya se hizo completamente de noche.

Draco volvió a levantarse y me tendió la mano para que hiciera lo mismo. Se colocó delante de la enorme ventana que dejaba ver la mayor parte del Bosque Prohibido, y parte del Lago Negro. Las estrellas brillaban más que nunca.

- Tengo dos preguntas que hacerte. -Me dijo, y el corazón me iba a mil. Lo miré a los ojos. Él me agarró las manos. Se quedó callado.

- Por Merlín, dílas ya. -Me impacienté y él sonrió.

- Bien. Creo que la primera ya te la esperabas... ¿Irías conmigo al baile? -preguntó sin despegar la vista de mis ojos. Yo asentí embelesada. Él volvió a sonreír.

- ¿Y la segunda? -susurré. Draco suspiró.

- Nunca le he pedido esto a nadie... -confesó, y sentía que el corazón se me iba a salir por la boca-. Danae Joanne Hudson, ¿quieres ser mi novia?

Lo miré asombrada, me abalancé sobre él y lo abracé.

- ¡Sí, sí, sí! -Le di besos por toda la cara, él reía tan sinceramente que no pude hacer otra cosa que llorar de felicidad- Ojalá fueras con todo el mundo tal y como eres cuando estás conmigo.

Él se incorporó un poco y me volvió a mirar.

- Entonces, no tendría el privilegio de verte llorar de alegría cada vez que te digo algo bonito... -Me besó la frente- Cada vez que te acaricio el pelo... -Me besó la mejilla derecha- Cada vez que sonrío... -me besó la izquierda- Cada vez que me haces reír... -me dio un beso en la nariz- Y cada vez que te beso. -Sonrió por última vez antes de unir sus labios con los míos. Se sentía tan bien estar con él, y saber que eres la única persona con la que él es él mismo, sin fachadas ni actuaciones.

salvándote, draco malfoy;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora