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Varios días antes de volver a Hogwarts, Draco, Narcissa y yo fuimos al callejón Diagón, especialmente a Borgin & Burke's. La alegría en el callejón brillaba por su ausencia, ya que todo era oscuro y sin vida, a excepción de la tienda de los gemelos que era lo único que tenía color en la zona. Me dieron unas ganas increíbles de entrar y saludar, pero Draco tiraba de mi mano conduciéndome entre las estrechas calles del callejón Knockturn. Este estaba lleno de gente que gritaba, hablaba con las paredes, recitaba canciones espeluznantes... Draco iba detrás de mí, con sus manos en mi caderas y lanzándoles miradas asesinas a cualquiera que me dirigía la más mínima mirada.

Finalmente llegamos a Borgin & Burke's. Draco abrió la puerta para mí. Allí se encontraban Fenrir Greyback, Bellatrix Lestrange y varios mortífagos más que no conocía. El hombre lobo me miraba pícaramente, y Bellatrix sorprendida.

- ¿Es una de los nuestros, Draquito? -Le preguntó a mi novio con una voz tan infantil que me dieron ganas de vomitar.

- No. No es de los nuestros. -Le contestó seco. Me lanzaron una última mirada y siguieron hablando entre ellos con el dueño de la tienda sobre el armario evanescente que tenía un gemelo en Hogwarts.

Draco debía buscarlo en la Sala de los Menesteres y repararlo, para que los mortífagos que allí se encontraban pudieran entrar en Hogwarts el día en el que Draco tuviera que matar a Dumbledore. Sólo de pensarlo me daban ganas de llorar.

-¿Puedes cerrar la cortina de la ventana, querida? -Me pidió Narcissa. Yo asentí y me dirigí al enorme ventanal que la tienda tenía. Di un vistazo para asegurarme de que nadie miraba, aunque justo antes de cerrar pude ver unos brillantes ojos verdes perderse en la oscuridad. Miré a mi alrededor y tapé la ventana. Suspiré y volví con Draco, que examinaba el armario con interés.


[...]


De vuelta en el andén nueve y tres cuartos, el 1 de septiembre. Draco y yo nos despedimos en el tren y yo fui a buscar a mis amigos a los compartimentos. No sabía muy bien cómo mirar a Harry después de todo lo que sé y, sobre todo, no sé como voy a escuchar a partir de ahora al profesor Dumbledore sabiendo todo lo que le espera.

Por fin encontré a mis amigos en un compartimento. Estaban realmente raros. Y, cómo no, Harry ya estaba hablando de mi novio cuando entré.

- ¿Qué haría Draco con ese armario tan raro? -Preguntó Harry, y yo di un respingo. ¿Cómo lo sabían?- ¿Pasa algo, Danae? -Preguntó con interés.

- Eh, no... Tengo frío. -Mentí, aunque ninguno me creyó.

- ¿Quiénes eran todos esos? -Siguió preguntando el azabache.- ¿No lo entendéis? Era una ceremonia de iniciación.

- Basta, Harry, sé dónde quieres ir a parar... -Intenté hacer que se callara.

- Ya está hecho. Ya es uno de ellos. -El azabache me ignoró.

- ¿Un qué? -Preguntó Ron sin entender bien.

- Harry tiene la impresión de que Draco Malfoy es ahora un mortífago. -Le contestó Hermione, y yo volví a dar un respingo.

- ¡Estás chalado! -Ron rió.- ¿Qué va a querer quién tú sabes de un niñato inútil como Malfoy?

- Vale, entonces, ¿qué hacia en Borgin & Burke's? Tú estabas con él, Danae, ¿verdad? -Dijo Harry mirándome. Yo suspiré.

- No hacía nada de lo que estás pensando, Harry. ¿De verdad crees que si fuera una ceremonia de iniciación iba a llevarme consigo? ¿De verdad crees que yo iría? -Le pregunté, cansada.

- Necesito tomar un poco de aire... -Dijo Harry, cogió su capa de invisibilidad y salió del compartimento.

- No le hagas caso, Danae... -Me dijo Hermione cuando nos quedamos tranquilos.- Harry lleva todo el verano obsesionado con Malfoy.


salvándote, draco malfoy;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora