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El verano en La Madriguera estaba siendo perfecto. Echaba de menos a mis padres, pero los señores Weasley te hacen siempre sentir como en casa. Arthur siempre me preguntaba que cómo es vivir con un muggle, y para qué servían ciertos objetos con los que no estaba familiarizado. Me encantaba desgnomizar el jardín, cocinar con Molly, hacer bromas con los gemelos y jugar a cualquier cosa con Ron.

Le escribía cartas a Harry cada día, junto a Ron, pero nunca contestaba. Creemos que Errol ya no sabe lo que hace y por eso no le llegan las cartas.

Una mañana, estaba durmiendo en la habitación de Ginny cuando Fred me despierta.

— ¿Qué pasa? —pregunté adormecida.

— Buenos días. Baja a desayunar, creo que hay algo que te va a gustar —dijo Fred divertido— o alguien.

Bajé con el pijama y con una coleta mal hecha en el cabello. En el calendario vi que estábamos a 31 de julio, cuya casilla estaba rodeada y tenía una "H" arriba a la derecha. Troté escaleras abajo y cuando llegué a la cocina hablé.

— Ron, ¿por fin te has quitado mi pijama rosa de corazoncitos...? —pregunté, creyendo que era eso lo que había dicho Fred que me iba a gustar. Pero me lleve una gran sorpresa al ver a Harry sentado en el que usualmente era mi sitio en la mesa.

— ¡Vaya, Harry! ¡Feliz cumpleaños! ¿Cómo has llegado? —Pregunté, sentándome a su lado.

— Gracias, Danae. —sonrió besándome la mejilla, sorprendido de que me acordase de su cumpleaños.— Ron y los gemelos han venido a Privet Drive en el coche volador —me contestó el azabache.

Miré a Ron y a los gemelos varias veces, ofendida.

— ¿Y no me avisáis? —Dije, especialmente mirando a Fred mientras hacía un puchero. Tenía una gran complicidad con él.

— ¡Danae! ¡Está muy mal lo que hicieron! —me regañó Molly, a lo que yo puse cara de angelito.

— Fui a despertarte, de verdad lo hice, pero te veías tan linda durmiendo que me dio pena.

Iba a replicar pero Arthur llego de trabajar.

— ¡Hola, familia! —exclamó entrando a la casa.

— ¡Hola, papá!/¡Hola, señor Weasley! —dijimos todos.

Arthur le dio un beso a Molly en la mejilla, uno a mí en la cabeza y a sus hijos les revolvió el cabello. Se quedó mirando a Harry extrañado.

— ¿Y tú, quién eres? —le preguntó sonriendo.

— Soy Harry Potter, señor.

El señor Weasley se sorprendió, y antes de que pudiera contestar, bajó Ginny.

— Mamá, ¿has visto mi jersey?

— Lo tenía puesto el gato —contesté yo, recordando la última vez que vi el jersey Weasley rosa de la más pequeña.

Ginny se quedó mirando a Harry, embobada y sorprendida.

— Hola —la saludó el ojiverde.

La pelirroja se dió la vuelta y volvió a correr por las escaleras.

— ¿Qué he hecho? —preguntó Harry extrañado.

— Ginny se ha llevado todo el verano hablado de ti... –comencé yo con una sonrisa divertida.

— Ha estado muy pesada. —concluyeron todos los hermanos Weasley. Yo reí negando con la cabeza.

De repente oímos a la lechuza de la familia, Errol. Ésta traía algo en su pico. Cuando iba a entrar a la casa, se encontró con la ventana y cayó al suelo. Percy fue a coger el correo.

salvándote, draco malfoy;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora