ibf; divalejo

vinte e dois

Narra Alejo:

Después de tomar una taza de café y comer unos panqueques, fuimos a recorrer algunos lugares de la ciudad; sostuve su mano en todo lugar.

Estabamos regresando a casa cuando me empieza a preguntar.

—¿Tus fans saben sobre tu cuenta? —pregunta él sobre mi cabeza, y sí lo estaba cargando en mi espalda.

—Es secreta pero creo que algunos y algunas fans se han dado cuenta de la existencia de mi cuenta. —digo.

—Mis seguidores no se imaginarían nunca que soy yo. —dijo moviendo mi cabello.

Reí y vi que estabamos a unas cuadras de la casa, de pronto una chica se nos acerca.

—Divaza, ¿Tú no estabas en Venezuela? —pregunta confundida.

—Correcto, estaba en Venezuela pero vine aquí a visitarlo a él —dijo Pedro mientras me abrazaba.

—Los shippeo —dijo ella y rió a lo que yo sonreí —¿Me puedo tomar una foto con ustedes? Por favor.

—Claro. —dije sin ningún problema.

—Pero no la publiques en las redes sociales. —dijo mi bebito sonrojado —No quiero que las personas sepan que estoy aquí.

—Me la guardaré para mí —dijo ella sacando su teléfono.

Nos tomamos la foto y nos quedamos hablando con ella por un par de minutos hasta que ya se hizo de tarde y era mejor irnos, nos despedimos de ella y nos pidió que la siguieramos en Twitter.

Twitter, esa maravillosa red social que hizo que conociera a mi pequeño.

Caminamos mientras conversabamos sobre nosotros hasta llegar al edificio en donde vivía, entramos y fuimos directo al departamento; había empezado a llover y hacía mucho frío.

Los dos nos vestimos con diferente ropa a la que teníamos ya que salimos en la mañana y regresamos en la noche.

Salí de mi habitación y lo vi a él con un suéter violeta y unos pantalones de chadal grises junto a unos calcetines negros; es perfecto.

Me acerqué a él y me senté a su lado abrazándolo.

—¿Querés ver alguna película en Netflix? —dije mientras encendía el televisor de la sala.

—¿Y si vemos «Mean Girls»? —preguntó mientras apoyaba su cabeza en mi hombro derecho.

—Como quieras cariño —dije abrazandolo y acariciando su cintura.

Empezamos a ver la película y juro que cada segundo pude ver una sonrisa en su rostro, juro que memorizaré cada una de ellas por toda mi vida.

Es un pequeño indefenso, tan solo es un ángel que vino para salvarme en unos de mis peores momentos.