vinte e nove

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Narra Pedro:

Después de que Alejo se durmiera en mi regazo por los mimos, estiré mi brazo hasta el sillón y agarré mi cuaderno de mandalas con los lapices de colores que dejé ayer; los dejé encima del abdomen de él.

Agarré mi teléfono y abrí Snapchat, me tomé una foto y escribí en ella.

"Estoy en un lugar especial con alguien especial... <3"

Lo subí y empecé uno nuevo.

—Es un bebé durmiendo.

Empecé a acariciar su cara y terminé el snap, cubrí la cara de mi novio con un corazón y lo subí.

Dejé mi teléfono al lado, no sin antes dejar en aleatoria mi lista de música a volumen bajo, y abrí mi cuaderno, agarré el lapiz de color azul y seguí pintando la mandala que no terminé ayer.

Treinta minutos después...

Sentí a que se movió y botó mis lapices junto al cuaderno al suelo.

—¡Alejo!

Abrió los ojos asustado y levantó la cabeza.

—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Salió el sol? ¿Revivieron los dinosaurios?

Reí y negué con la cabeza.

—Sólo botaste mi cuaderno y mis lapices.

Él sólo rodó los ojos y los volvió a cerrar; esto no se iba a quedar así.

—Recoje lo que botaste.

—No seas flojo y hazlo vos.

Quité su cabeza de mi regazo y me levanté, agarré mis cosas y me encierré en la habitación con seguro.

Escuché unos pasos acercárse y se detuvieron.

—El pelotudo no quiere abrirme la puerta sólo por no recojer sus cosas.

Así quería jugar, okay, que empiece la pelea.

—Al menos yo no las boté, por lo menos debiste recojerlas.

—Pero no te costaba nada hacerlo tú mismo, boludo.

—Boludo me dices a mí, boludo tú que ni recuerdas que las llaves para entrar a la habitación están afuera. Exactamente en la cocina.

Agarré mi teléfono y revisé Snapchat, por lo visto grabó todo pero agudizó mi voz con un efecto.

Escuché la puerta abrirse y sentí unos brazos abrazándome mientras caíamos a la cama.

—Perdoname bebé, por favor.

Hizo un puchero, me resistí para no besar sus labios.

—No.

—Por favor.

—No.

—Por favooooooooor.

—¿Tú no entiendes que significa la palabra "no"?

—Seré tu esclavo o lo que quieras pero perdoname.

Pensé y sonreí.

—Cierra los ojos.

Obedeció y cerró los ojos al instante; acerqué mi rostro a su cuello y empecé a besarlo.

—Pedro...

Intentó tocarme pero se lo impedí.

—No mi amor, espera un momento.

Terminé de hacerle la marca y sonreí al verla.

—Ya puedes abrir los ojos.

Los abrió y sonrió.

—Mi turno...

Me besó suavemente y empezó a bajar sus manos por mi espalda pero inmediatamente lo aparté de mí.

—¿Puedes ir a comprar algo de comer? Tengo hambre y no hay nada en la nevera.

—Claro pero después de lo que te voy a hacer.

—Dijiste cualquier cosa, así que te reto a que salgas a la calle a comprar algo de comer mientras estas así y no te cubras la marca del cuello.

—Te odio.

—Yo sé que me amas.

Besé sus labios y le guiñé un ojo.

—Ve, te espero aquí.

ibf; divalejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora