trinta e seis

854 107 48
                                    

Narra Alejo:

Lo abracé por la cintura y lo seguí besando; él empezó a mover sus caderas en círculos haciendo gimiera durante el beso.

—Te amo —susurró sobre mis labios.

Me abrazó y paró con sus movimientos.

—Yo más —dije mientras lo abrazaba pegándolo más a mí.

—¿Prometes que nunca me harás daño? —preguntó él sobre mi cuello.

—Sabes que nunca te haría daño, sos una de las mejores personas que apareció en mi vida. No te dejaré ir de la nada, no soy estúpido —dije acariciando su cabello.

Besó mi cuello suavemente y se separó de mí.

—¿Quieres salir? Sin nada, no hay casi nadie en la calle y es un buen momento —dijo él sentándose a mi lado.

Agarró mi mano y entrelazó nuestros dedos.

—Hay que vestirnos —sugerí al ver que estabamos con poca ropa.

—Esta bien —dijo él.

Se levantó y jaló de mi mano para levantarme del sofá, lo logró.

Caminamos hasta mi habitación y empezamos a vestirnos.

Veinte minutos después...

Salimos del edificio ya vestidos y entrelazamos nuestras manos.

Caminamos hasta una plaza que estaba rodeada de edificios y casas, que tenían las luces apagadas, y no sentamos en un banco que estaba en medio de la plaza.

Nos quedamos mirando el cielo estrellado, aún con nuestras manos entrelazadas, y por mi mente pasaron muchos momentos.

—¿En que piensas?

—Cosas... muchas cosas.

Nos quedamos en silencio pero no de esos que son incómodos, este en cambio era para pensar cada uno de sus cosas.

—¿Sabes? Admito que extraño muchas cosas y no sé como es que el tiempo pasa rápido.

—Yo igual. Esto es impresionante.

Sentí un pequeño peso en mi hombro y unos brazos rodeando mi pecho.

Volvimos al cómodo silencio en que era sólo para nosotros dos hasta que escuché el grito de una chica.

—¡Aguante Divalejo!

ibf; divalejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora