quarenta e três

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Narra Pedro:

—Bebé, hoy tengo que ir al gimnasio. ¿Vienes conmigo o esperas aquí?

—Voy contigo.

Alejo se empezó a desvestir, ya que tenía que cambiar de ropa, y empecé a mirarlo.

Cuando estaba sacándose el pantalón, no resistí más, y me acerqué a él.

Me senté en su regazo y lo besé.

—No puedo esperar hasta ese día.

Dije cuando me separé de él.

—Creo que ya sé cuál es la sorpresa.

Bajó sus manos hasta mi trasero y sentí un apretón.

—Tienes que ir al gimnasio.

Me levanté de su regazo y me senté en en la cama para esperarlo.

—Pero tengo un problema ahí abajo.

—Ve a ducharte.

Saqué mi teléfono y empecé a ver videos de Youtube.

—Me las vas a pagar en unos días.

Salió de la habitación y fue al baño, escuché el sonido de gotas de agua caer.

Una hora después...

Entramos al gimnasio y habían muchos hombres y mujeres entrenando.

Sinceramente vine para vigilar que no intenten coquetear a mi novio.

"¿Estoy celoso? Para nada..."

Acompañé a Alejo a una zona donde habían personas utilizando pesas; él me entregó su mochila y me dijo que la cuidara.

Me senté en el suelo, al frente de él, mientras se acomodaba en el lugar.

Agarré mi teléfono e inicié sesión en Instagram.

Empecé viendo fotos de Alejo, exactamente fotos viejas, y sonreí. Admito que stalkear su cuenta en Instagram es mi segunda profesión.

—Hola lindo... ¿Cómo te llamas?

Alcé la cabeza y vi a un chico al frente de él.

—Alejo y te recomiendo que no me hables.

Dijo él con cara de asustado, sabe perfectamente como reacciono ante esto.

—¿Por qué? ¿Sabes? Deberíamos salir algún día y tal vez probar de este cuerpo colombiano.

El chico estaba en su regazo y estaba muy cerca de su cara.

Me levanté del suelo y le toqué el hombro.

—No, mi amor. Tú te sales ahora de ahí y te alejas cien kilómetros o te mando hasta China de una patada.

Vi cómo el chico se salió del regazo de Alejo y me miró.

—Ya entendí porque tu novio no quería que le hablé, lo siento.

Sonrió y se fue.

—De nuevo, tú como la perra en celo.

Él solo rió y tomó mi mano, la jaló para que me sentara en su regazo.

—Deberías dejar de ser muy celoso.

Dijo él riendo y besó mi nariz.

—Ya sabes lo que pasó por no ser celoso.

—Bueno... lo siento.

Besó mis labios y se separó rápidamente de mí.

Volví a mi posición inicial y empecé a mirarlo.

De pronto escuché a alguien sentarse a mi lado y lo miré.

—¡Hola!

Dijo ella con una sonrisa. Admito que la chica era linda; tenía unos ojos azules, cabello marrón y una sonrisa linda.

—Hola.

—Mi nombre es Paula, ¿Y el tuyo?

—Soy Pedro.

Una hora después...

Me despedí de Paula, después de entregarle un papel con mi número, y salí de la mano con mi novio.

—¿Quién era?

—Hice una amiga, esto no pasa todos los días.

Él rió y me abrazó.

—Estás sudado... ¡Asco!

Reí mientras me separaba de él y tomaba su mano.

—¿Pero no intento coquetear?

—No, me dijo que se veía a kilómetros que era gay y me vió besandonos. Dijo que nos shippea.

—Me cae bien esa tal Paula.

ibf; divalejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora