V e i n t e

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– ¡Despierta! –Un grito desaforado hace que mis sentidos se levanten de un susto.

Mi cerebro comienza a reaccionar lentamente, haciendo que el resto de mi cuerpo lo siga. Después de unos minutos, logro abrir un poco los ojos para ver a Maddie dejando que entre un poco de luz solar a mi habitación. Me tapo la cara con la sábana y frazada, pero Maddie me los quita con rapidez.

–Vamos, muévete. Ya te preparé la ducha para que te des un baño y mientras tanto voy a ordenar un poco este lugar. –Me observa de una forma amenazadora, por lo que no me queda otra más que hacerle caso y levantarme lentamente.

El dolor de cabeza no desaparece, sino que se intensifica cuando salgo de la cama, pero hago caso omiso y me dirijo a la ducha sin decir nada. Me saco el pijama y lo dejo tirado en el baño antes de meterme en la ducha.

Me cuesta reaccionar por unos minutos, me quedo quieta dejando que el agua me moje la espalda y parte de la cabeza, pero luego me despabilo y me muevo. Unos quince o veinte minutos después, finalmente estoy lista para salir. Agarro una toalla y me seco para luego envolverme en ella.

Cuando salgo del baño, Maddie está terminando de cambiarme las sábanas de la cama. Voy hasta mi ropero y agarro los pantalones más cómodos que puedo encontrar, unas pantuflas y una remera suelta manga corta. El cabello me lo peino y luego me lo ato en una colita alta medio desarmada.

Voy hasta la cocina y pongo a hacer café mientras que busco el pan para hacer unas tostadas con huevo revuelto. Maddie sale de mi cuarto y se sienta en mi mesada, observándome.

– ¿Qué? –Pregunto en un susurro.

–Nosotras teníamos un acuerdo. –Me responde y, al ver que no tengo idea de lo que está hablando, me lo aclara. –Tú ibas a ser la adulta de la amistad, y yo iba a ser el desastre, no al revés. Y no se te ocurra decir que no eres un desastre porque es la segunda vez que vengo a tu casa a salvarte de una borrachera del demonio. –Cierro la boca, sé que tiene razón y no tengo argumento para responder. –No soy tu madre ni nada, claramente siempre que te emborraches voy a venir y te voy a ayudar, y no está mal tomar alcohol ni nada por el estilo, pero últimamente desde lo de Harry digamos que tu nivel de consumo de alcohol se fue por las nubes.

Me quedo petrificada, absorbiendo sus palabras: tiene razón. Desde que me enteré que Kendall y Harry estaban saliendo la única forma que tengo de sobrevivir a las salidas y reuniones sin terminar en una escena es con un daiquiri o un tequila de por medio.

–Maddie, tienes razón, lo siento mucho, no tienes por qué cuidarme cada vez que me pongo así. –Le digo, ya bastante avergonzada por la situación.

Me sirvo una taza de café y le sirvo una a Maddie, que me sonríe en forma de agradecimiento. Pongo una tostada en cada plato y me pongo a hacer los huevos revueltos.

–Soy tu mejor amiga, claramente voy a estar en estos momentos. Pero, como tu mejor amiga, también tengo que regañarte cuando estás en estos momentos.

–Amén por eso –le respondo, y chocamos nuestras tazas de café. – ¿Tú cómo estás? ¿Qué pasó con Tyler? –Le pregunto, recordando nuestra breve interacción en el cumpleaños de Kendall.

–Digamos que cuando me desperté no estaba sola en la cama. –No puedo evitarlo, dejo lo que estoy haciendo para chocarle los cinco a mi mejor amiga, orgullosa.

– ¿Y? –Le doy pie para que continúe con su relato.

–Fue increíble, pero no porque los abdominales de ese chico sean de otro planeta y me haya dejado tocarlos por diez minutos, sino que realmente conectamos. Es un chico genial y me gustaría salir con él. –Al ver a mi mejor amiga abrir su corazón de una forma tan vulnerable, no pude evitar sonreír.

My Sister's Boyfriend | HarlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora