you me at six.

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—Hola, Draco—dijo la chica con la voz quebrada—. Hoy fue un mal día—se sentó en la cama y apoyó su rostro en sus manos y empezó a llorar. Su perro Draco, colocó su pata en el regazo de Eileen y la chica solo lo miró y sonrío. Marshall como casi todas las noches la encaramado a un árbol a través de la ventana, y sintió una opresión en el pecho al ver a Eileen débil y triste así que decidió enviarle un mensaje.

Marshall: Hey, ¿cómo estás?

Eileen se levantó de la cama y revisó su celular y al ver el mensaje de Marshall sonrió y se secó las lágrimas.

Eileen: Hola Marshall, he estado más o menos.

Marshall: ¿Porqué?

El chico la miró expectante con el celular en mano y la otra en el árbol.

Eileen: Porque mi madre me ha llamado, Marshall.

La chica irrumpió en llanto y Marshall no sabía que hacer, en realidad no sabía; quería ir y abrazarla y decirle que todo estaría bien.

Marshall: Cielos, ¿qué te dijo?

Eileen: Que me quiere ver, pero yo no quiero.

La chica estaba sollozando en el borde de la cama mientras agarraba el teléfono.

Marshall: ¿Quieres que te vaya a ver? De seguro te hará mejor, ya sabes que me gusta escucharte hablar.

Eileen: ¿Estás cerca? Si lo estas entonces perfecto.

Marshall: Estoy más cerca de lo que crees.

El chico guardó el teléfono en su bolsillo, entró en el lobby, oprimió el piso en el que vivía Eileen y fue al apartamento de ella a tocar el timbre. Por otro lado; la rubia se colocó una bata y luego se asombró por el umbral de la puerta para ver quien era y cuando verificó de quién se trataba se sintió a salvo y feliz.

—Hola—le dijo Marshall un poco tímido y sonriendo de lado. Eileen no respondió y lo abrazó lo más fuerte que podía; se sentía a salvo en los brazos del chico.

—Gracias por venir, Marshall—la chica tomó la mano de Marshall y lo guió hasta la sala de estar—. ¿Te ofrezco algo? Tengo cerveza—decía mientras ojeaba la nevera—. Jugo, agua—Cerró la nevera y luego se dirigió a la estufa—. También tengo chocolate caliente—soltó una risa y el chico sólo la miraba con esa característica sonrisa satisfecha.

—Estoy bien, Eileen—respondió el chico con las manos en los bolsillos de la sudadera—. Vine a que te desahogaras conmigo—alzó los hombros y se sentó en los sofá.

—Bueno, sobre eso—enarcó las cejas y luego caminó para sentarse a lado de él—. No quiero hablar con ella, tengo miedo de hacerlo...nos hizo tanto daño a mi hermano y a mi.

—Pues, toma tu tiempo y dile que no estás preparada para una conversación con ella—la chica lo miró atento y luego asintió.

—Tienes razón.

—Ves, no tienes que hablar con ella a la fuerza, además por lo que contaste...ella nunca le importaste, porqué venir hablar ahora contigo—Eileen lo miró asombrada y asintió de nuevo —. Solo buscarás sentirte mal y eso no es el objetivo aquí—Eileen se quedó en silencio meditando y luego se fue a su habitación. Marshall se quedó en la sala de estar; miraba cada esquina, cada lugar hasta que vio una foto en un porta retrato: se trataba de Eileen y al parecer su hermano.

—¿Qué ves?—Marshall puso el porta retrato en su lugar un poco asustado.

—Nada, nada, discúlpame—respondió moviendo la cabeza un poco avergonzado.

—¿Qué foto veías?—arrugó el ceño mientras se acercaba a lado de Marshall y luego vio que era la foto de su hermano. Marshall la miró y se sonrojó—. El era mi hermano—su sonrisa se expandió y la puso de vuelta en su lugar—. Se llamaba Keith.

—Se parecía mucho a ti—le dijo en un escaso timbre de voz debido al asombro.

—Eso era lo que decían todos—respondió mirando la foto y sonriendo—. Pero el era una persona muy diferente a mi, demasiado.

—Al parecer eran muy unidos—dijo Marshall mientras miraba a Eileen y luego al porta retrato.

—Sí, mucho—no dejaba de sonreír—. Pero el ya sabes, me cuida desde allá en el cielo...siempre hablo con el, cuando algo no me sale bien.

—Mis hermanos y yo somos algo unidos.

—Me lo dijiste el día ese en el bar.

—Bueno soy más unido con Jess que con Brendon—dice mientras se quita la gorra—. Brendon es un niño idiota todavía, pero igual lo quiero—los dos ríen y luego se quedan en silencio ahí parados.

–¿Porqué no nos conocemos mejor?—propuso la chica mientras se amarraba el cabello y dejaba al descubierto su torso.

—O..kay— respondió Marshall quien no dejaba de mirar el torso de Eileen—. Mi segundo nombre es Jake y mi apellido es Andrews.

—Marshall Jake Andrews, me gusta como suena—el chico sonrió—. Mi nombre completo es Eileen Anne Graham.

—Me gusta como suena, mi banda favorita es Green Day, aunque ya lo sabías—los jóvenes se la pasaron toda la noche hablando sobre ellos y riéndose sobre anécdotas—. ¡Mierda!—Eileen se asustó tanto que casi deja caer una tasa.

—Marshall, casi haces que mi tasa preferida se cayera—le dijo desde la cocina—. ¿Qué pasó?

—¡Es demasiado tarde y hoy tenía que llevar a Jess a una pijamada!—se levantó del piso de la sala de la alfombra y miró su reloj—. Bueno, estoy a tiempo de llegar a recogerla.

—Te había servido chocolate caliente—dijo Eileen con un tono un poco triste.

—Me gustaría quedarme, enserio, pero tengo que llevarla a la pijamada si no me mata.

—Ya sé, ya sé—camino hacia donde estaba el chico—. Igual puedes venir cuando quieras—le dijo mientras lo miraba con una sonrisa—. Esta es tu casa, Marshall—el chico no sabía que responder y solo la miró como la primera vez que la vio caminar en el lobby del edificio y sin pensarlo la abrazó.

—Trataré de venir más seguido, Eileen—le sonrió de lado y luego se fue dejando a Eileen con el cabello desordenado y la bata desgastada pero con una sonrisa que de seguro nadie se la quitaría.

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