twenty one pilot.

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Eileen renunció a su empleo de camarera. Se acercó al establecimiento donde la esperaban con regalos para el bebé. Astoria no estaba, le informaron que se mudó a Italia; se alegró por ella, se lo merecía. Al parecer abrirían en Bay City otro establecimiento y algunos de los empleados ahí se irían allá a trabajar, le dio algo de nostalgia. No estuvo mucho tiempo en el restaurante.

Al regresar al auto de Marshall, fue un problema ya que su gran barriga le impedía entrar al volante. Manejó hasta el apartamento y luego al llegar notó a Fanny besarse con Gale en la característica esquinas de las fuentes; movió la cabeza de un lado a otro y luego se metió al ascensor. Abrió el apartamento y vio a Marshall con una expresión en el rostro que jamás había visto; era una mezcla entre feliz y nervioso.

—¿Qué pasa?—le pregunta Eileen con una sonrisa.

—¡Jake renunció y me ascendieron a jefe!—corrió y alzó a la chica del suelo para luego besarla—. ¡Ya no más cargar paquetes!

—¡Que bueno, Marshall!—lo volvió a besar y luego lo abrazó—. Esto hay que decírselo a Gale.

—¡Ya le dije! Me dijo que nos invitaría a una cena en un restaurante por aquí cerca— le sonrió extasiado.

—Pues...pues ¡felicitaciones!—lo volvió a abrazar. El chico se agachó al vientre de la chica y lo besó.

—¿Oyes eso? ¡Ascendieron a papá!— abrazó el vientre. La joven pareja permaneció abrazada, ninguno de los dos se quería soltar el uno del otro, eran un imán.

(...)

El ambiente en el restaurante era muy bueno. Lo acompañaba un joven pianista que tocaba una bonita y nostálgica melodía, el cual era opacado por el tintineo de los cubiertos y de los vasos. Era un lugar elegante, de los que Eileen y Marshall no estaba acostumbrados a ir.

—¡Marshall!—llamó Gale con una extensa sonrisa. La pareja, que iba agarrada de la mano caminó hasta la mesa, saludó a Gale y Fanny, y luego tomaron asiento.

—¿Cómo estás, Fanny?— saludó Eileen sonriendo de la misma forma que ellos.

—Muy bien— respondió mirando expectante a Gale—. Les tenemos noticias...¿o no, Gale?— agregó mirando amorosamente al chico moreno que la miraba de la misma forma.

—Sí, Fanny y yo nos mudaremos—le dijo Gale con una sonrisa—. Nos mudaremos a Nueva York.

—Wow, muy lejos—dijo Marshall con una leve sonrisa—. ¿A dónde?

—Harlem—le contestó Fanny evasivamente y al ver la expresión de Marshall frunció el ceño—. ¿Te parece peligroso? Está lleno de negros, como nosotros.

—No es eso, Fanny—respondió Eileen molesta—. Ni siquiera ha dicho algo.

—Pude ver en su rostro algo de confusión y simplemente se la quise aclarar.

—No quiso decir eso—le dijo Gale a Fanny—. Lo conozco desde siempre—miró a Marshall expectante.

—Tal vez no quiere que nos mudemos, Gale.

—Eileen, vámonos—le dijo Marshall tomándola del brazo y yéndose del lugar.

—Carajo...—susurró Gale mientras se paraba de su silla—. Ya vuelvo—caminó detrás de Marshall y los vino a alcanzar afuera del restaurante—. Marshall, escucha...

—Escucha tú—lo señaló—. ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? ¿La amas tan si quiera?—Gale lo miró como nunca antes: molesto.

—¿Y tú amas a Eileen?—replicó Gale encarándolo más de cerca.

—La amo demasiado, Gale.

—¿A una chica que solías mirar por la ventana? ¿Le has dicho eso? Me vas a hablar de amar cuando ni siquiera te quieres a ti mismo.

—Ella hizo que me quisiera—susurró con los puños cerrados—. ¿Qué ha hecho Fanny por ti?—el chico negro se quedó callado.

—Como sea, buena suerte con ser papá—el volvió al restaurante y Marshall caminó al auto furioso.

—¿Qué pasó?—le preguntó Eileen como si estuviera esperando desde siglos.

—Nada que valga la pena contar—contestó y luego arrancó el auto.

lemerence. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora