El quinto en discordia

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El día 26 se suponía que nos explicaría que habría sido todo aquel alboroto de la madrugada de la navidad. Por ahora nos encontrábamos desayunando en el comedor.
-Petter, dime una cosa-. Elizabeth parecía muy seria.
-Lo que tú quieras mi amor-. Le tomé la mano. Sabía lo que me iba a preguntar.
-¿Por qué no confías en mí?-. Lo sabía le había creado esa duda.
-¿De dónde sacas eso?-. Le pregunté algo preocupado.
-Es que ya casi llevamos cuatro meses conociéndonos y casi un mes siendo pareja y no sé nada de ti, digo de ti se mucho sé sobre tus gestos, tus virtudes, tus defectos pero tu pasado, tu familia, tus amigos afuera de este castillo-. Vaya... Había sido muy concisa con lo que quería.
-Bueno... Eso es lo que quieres lo haré con mucho gusto... Empezaré con lo más importante, papá murió el año anterior-. Sus ojos se habían humedecido cuando le dije eso
-Espera. ¿Qué?... ¿Tú padre?... ¿Por qué no me dijiste eso antes? Y lo más importante. ¿Cómo dices eso de manera tan natural?-. Se levantó de la mesa y fue a abrazarme.
-La verdad no lo sé, ese detalle en particular no hay forma delicada de tocarlo-. Y lo había superado pero aún así. ¿Cómo se supone que lo diga ?
-Espera... ¿Y tu madre?-. Yo negué con mi cabeza.
-A ella francamente no la recuerdo-, Dije con sinceridad, normalmente no pensaba mucho en eso mi personalidad me hacía alguien bastante desapegado superaba rápido este tipo de cosas pero no hay manera correcta de hacer saber algo así. -Aunque a mi tío le recuerdas mucho a ella.
-Espera. ¿Hablas de mí con tu familia?-. Me daba besos en la mejilla desde mi espalda.
-Por supuesto que si. Aunque debo aceptar que con mi teléfono celular sería mucho más fácil. Mandar una carta es mucho problema-. Estaba bastante sorprendida no pensó que fuera tan abierto con ella.
-Y ¿por qué dice que me parezco a ella? Según tú-. Había logrado despertar su curiosidad.
-Bueno le conté sobre ti y me dijo que a papá siempre le habían atraído las mujeres problemáticas y que mamá era como tú-. Rió cuando con ese comentario.
-¿Cree que soy problemática?-. Me sujetaba fuerte contra su pecho, pero no me lastimaba tenía una delicadeza increíble aún así sentía su gran fuerza.
-Bueno le conté que tienes un carácter fuerte y que rara vez te guardas algo de lo que piensas y me respondió eso je, je.
-Vaya así que a tú tío le recuerdo a tu madre... Quién lo diría de tal palo tal astilla supongo... Sigue contándome que hay de tus amigos.
-Bueno en realidad no tengo amigos fuera de aquí cariño, pasé estos dos últimos estudiando en casa y un año más viajando con papá antes de eso por eso solo me llevas un mes a pesar de estar en el mismo año.
-¿Y tus hermanos?
-No tengo hermanos, pero tengo una prima de la edad de June y su nombre es Gwendolyn.
-Tu padre y tu tío eran fanáticos de Spider-man. ¿No es así?
-¿Por qué dices eso?-. Pregunté extrañado.
-Bueno... Petter... Gwen... No me sorprendería si en el futuro tienes una prima que se llame Mary Jane-. Respondió astutamente y con algo de ironía.
-Sabes nunca le había puesto atención a eso, quizá pensé que era coincidencia-. Ahora que lo decía tal vez demasiada.
-Bueno vamos Gabriel, ya nos debe estar esperando-. Me soltó y me dio un beso en el cachete.
-Sí señorita, como usted ordene-. Le respondí con una sonrisa en el rostro.
-Y Pette... Gracias por confiar en mí-. Me soltó un beso en el aire y me guiñó un ojo. ¿Tan importante era para ella? Supongo que sí... Bueno la mayoría del tiempo estoy inmerso en mis pensamientos, tal vez por eso le preocupada que no confiara en ella.
Caminamos hacia un lugar del ala norte, en el que nunca habíamos estado en el sótano. Ahí nos esperaban ya los chicos, Gabriel y tres personas más. Una de ellas era mucho más baja que las demás y las otras dos estaban encapuchadas.
-Chicos, hola como saben pequeños yo soy Gabriel... Espero no haberlos asustado en Navidad con el tiempo se les darán las respuestas a todo lo que tienen en sus cabecitas-. Nos miró con una sonrisa.
-Estoy seguro que cuando llegué el momento lo sabré señor-. Le respondí cordialmente. Parecía muy relajado.
-Bueno llegó el momento de las presentaciones...-. Los dos sujetos más más altos se quitaron las capuchas el más alto de ellos tres dio un paso adelante interrumpiendo a Gabriel.
-Suficiente de ridiculeces-, tenía un rostro serio y ojos cafés aún así tenían un brillo muy peculiar -Yo soy Miguel general de los ejércitos del señor nuestro Dios y el es Rafael desde ahora nos responderán solo a nosotros.
-Si señor a todo esto. ¿Quién es él?-. Era un tipo alto de cabello blanco ojos azules, era casi tan alto que yo aunque yo soy mas corpulento. Realmente no me daba buena espina tenía mala cara y un aire de soberbia que no podía simplemente ignorar.
-A ti que te importa-. Me respondió de manera arrogante... ¿Que demonios le pasaba a este chico?
-Que molestia, déjate de tu arrogancia y ten la cortesía de responderme-. Este sujeto llegó de la nada así no más y me habla como si yo le debería algo. Deben suponer lo irritante que fue para mí.
-Él es James -,Miguel antes de que él pudiera hacer algo,-James Conan Doyle. Él será el quinto de ustedes, ha demostrado tener gran talento en lo que se refiere a la música pudiendo tocar cualquier instrumento con solo haberlo oído una vez, además ha mostrado habilidades de investigación y el sigilo; es excelente detective, él los siguió por todos lados sacó sus propias conclusiones y fue capaz de descubrirnos antes que cualquiera de ustedes-. Nos había estado siguiendo... ¿A eso se referían con que nos tenían vigilados?
-Con que James...Bueno yo soy...-. No me dejó terminar mi presentación. Era realmente irritante.
-Tú eres Petter de Angora: 1,90, 16 años, hablas cuatro idiomas sin incluir tu idioma natal, castaño lacio de ojos color jade, eres considerado atractivo por las chicas; tu tipo de sangre es O RH+; eres honesto, considerado, algo burlón algunas veces; eres buen líder tu color favorito es de los ojos de Rose o eso parece no los dejas de mirar ahora mismo los ves reojo. Sin duda el arquetipo de héroe genérico.
-¡Demonios! este tipo sabe mas de Petter que yo, o sea cosas tan básicas que él simplemente no se molesta en contármelas-, estaba algo molesta quizá celosa,-yo soy...-. La interrumpió también a ella.
-Elizabeth Rose 1,49, 17 años recién cumplidos; dominas el esgrima y la equitación de una forma casi medieval, por decirlo de alguna forma. Poseedora de una abrumadora fuerza; no obstante eres muy tímida e inocente. Aún así tienes un carácter muy explosivo por cualquier cosa te sales de tus casillas, rubia ojos tan azules como el mismo mar aunque es oscuro también muy brillante tanto que a 100 metros de donde estas la mayoría que te ve a lo lejos te reconoce solo si estas de frente a ellos; tiene una figura casi perfecta a pesar de tu estatura; eres muy atractiva también eres muy inteligente nadie es capaz de engañarte, menos si te ve a los ojos tienes sangre AB + tu color preferido es el frambuesa. Te llaman el diamante rosa de la academia en analogía a tu apellido y al hermoso anillo que llevas en el dedo mas recientemente. Sin embargo no es un diamante, es un topacio rosa. Es bastante caro no es cualquier baratija además es de muy buen gusto.
Yo solo veía la cara de perplejidad de Eli, hay cosas que él dijo que solo yo y ella sabemos. Como las averiguo ni idea nunca habíamos hablado con aquel odioso muchacho. Me dirigí hacia June para expresar mi descontento.
-Oye June...-.me detuve allí, no lo podía creer estaba totalmente embobada, la había perdido; era obvio que este imbécil la había flechado. Hacia mi izquierda estaba Pain prácticamente soltando humo por las orejas. Ni a él ni a mi nos había agradado aquel chico es mas juraría que Pain lo iba a hacer estallar en cualquier momento. No era conocido por tenerle paciencia a la gente pedante, pero no le había dado razones para atacarlo y él por más que no le gustase lo sabía.
-Oye Pette-, se mordía los labios con ojos de furia,-déjame volarlo en mil pedazos, hace mucho no veo fuegos artificiales-. No era mala idea.
-Si pudiera lo haría y hasta te ayudaría, pero los arcángeles lo tienen aquí por alguna razón debemos cumplir su deseo-. Le respondí desconcertado
-¡Mas que deseos son ordenes!-, Miguel tenía una mirada asesina -¡Escuchen! Desde ahora se llevaran bien. Él es el quinto y ultimo de ustedes les guste o no. De ahora en adelante, además del entrenamiento general tendrán que recibir un entrenamiento de mi parte solo con ustedes cinco.
-Les mostraremos los cinco estilos de la divinidad, cada uno manejara uno diferente además de un estilo de pelea-. ¿Así no más? ¿No que nos iban a explicar todo?
-Bien, empiecen por elegir un arma cada una de estas se adaptara a ustedes sea cual sea la que elijan. Pero creemos que sabemos cual elegirán.
Había una hermosa espada muy adornada, corta a una mano, en forma de cruz que terminaba en un mango dorado; la hoja poseía una cubierta color negro. Inmediatamente a Eli se le ilumino la mirada estaba junto a vaina la levanto se la puso en su cadera levanto la espada le pareció algo pesada al principio pero luego se acoplo perfectamente.
-¡Genial!-. Exclamó alucinada Eli, claramente no sabia lo que acababa de ocurrir y la verdad es que yo tampoco, todo esto era tan raro.
-Se los he dicho, estas armas se adaptaran a ustedes. Podrás ser muy fuerte pequeña pero no es posible que alces una espada hecha para para alguien de la altura de por ejemplo tu novio, es muy larga para ti, pero esa espada se adapta a tu pequeño cuerpo.
Luego estaba una especie de abanicos eran azul real con los bordes negros con copos de nieve celeste metálico-¿Qué son?-. Pregunté, a mí me parecían simples abanicos de mano, aunque parecían muy pesados para cumplir esa función. Aunque debo reconocer que eran preciosos.
-Son tessen dijo Rafael en el antiguo Japón los samurái desarrollaron el arte de la lucha con abanicos de guerra el tessenjutsu, estos son una versión muy especial de estos, son livianos e indestructibles.
-¡Genial! Hace mucho no veía unos tessen-. June los admiraba con nostalgia y destellos en su mirada. Se le veía muy emocionada me preguntaba si en realidad sabría usarlos.
-¿Sabes como manejar los rizos?-. Pain sonaba algo escéptico.
-Claro que se estúpido pirómano-. June estaba algo molesta con esa pregunta. Empezó a hacer katas con los tessen con una destreza magnífica, su delicadeza y elegancia me dejo algo embobado se veía realmente genial. De repente sentí un golpe bastante fuerte.-Auch. ¿Por qué hiciste eso Eli?-. No sé por qué pregunté era evidente que me había descubierto viendo a June.
-No te hagas el tonto, casi se te salen las babas idiota-. No podía evitar sentir ternura cuando se enfadada así. Además de alguna manera me hacía sentir querido.
-Lo siento Eli, pero tienes que admitir que se veía hermosa haciendo esos movimientos-. No necesitaba mentir sobre eso. ¿Por qué lo haría? Tiene que saber que confío en ella.
-Bueno supongo que tienes razón, pero si vuelves a ver así a otra chica te mato-. Me da miedo que lo diga en serio es perfectamente capaz de hacerlo.
-Vamos, ven acá-, la sujeté de la cintura y la traje hacia mí,- No tienes que ponerte celosa, tú sabes que eres mi princesa.
-Sabes que no puedo evitarlo.
-Mjm. ¡Aburriiiidoo! ¿¡Podrían dejarse de idioteces cursis por favor!?-. En serio era tan irritante. ¿Por qué no lo había ahorcado ya?
Inmediatamente escucho su voz June se puso nerviosa, roja como tomate y perdió la concentración. Al parecer había olvidado que estaba ahí no solo ella todos lo habíamos hecho... En realidad yo hacía como que no estaba ahí.
Había una flauta traversa, color negra con las llaves doradas en una caja en un rincón inmediatamente se dio cuenta James la ensambló. Comenzó a tocar, era un sonido tan triste pero tan alegre y dulce al mismo tiempo era tan compleja tan especial su melodía todos quedamos atónitos.
-Oye ángel-, Se acercó a Gabriel de manera altanera, -No es que no me guste esta flauta. ¿Pero como la puedo usar como arma? Es absurdo-. Tenía ese tono que tanto me molestaba.
-Con el tiempo lo entenderá-. Gabriel respondió pacientemente yo le hubiese cortado la lengua.
-La próxima que nos hables de esa manera... A cualquiera de nosotros. ¡Te asesinaré!-. Miguel tenía poca paciencia.
-Que molestia-. En realidad poco le importaba que no sé... Su existencia fuera eliminada por ejemplo.
-¡Se acabo! me colmaste la paciencia-. Desenvainó su espada pero Gabriel lo detuvo.
-Calma, Miguel calma. Un mortal como ese no vale la pena-. Rafael se limitó a decir.
-Vamos, déjenme matarlo luego lo resucito-. ¿Hablará en serio? Tal vez alguna vez ha pasado algo así.
-Sabes que no tienes ese poder-. Algo me decía que Gabriel se refería a que no debía hacerlo.
Como sea luego había un látigo era color naranja y era muy largo, -Esto es exactamente lo que buscaba. Ha sido un instrumento de tortura y castigo por milenios. ¿Sabías que el chasquido que suena al usarlo es un boom sónico?-. Si sabía tanto sobre algo tan simple como un látigo no quiero saber qué sabe de métodos más complicados.
-¿Cómo no me sorprende que sepas como hacerlo chasquear?-. Me sonrió como siempre lo hacía.
-¿Qué esperabas de un desquiciado?-. Eli estaba junto a June. Seguía en shock nervioso podía pasarle la mano al frente de su cara y no reaccionaba. seguía tan roja como cereza, era imposible hacerla entrar en razón. Me acerqué a ella me preocupaba ella no era así.
-June amiga despierta, vamos tú puedes respira-, levanté uno de sus abanicos y empecé a abanicarla, -vamos, respira lentamente-, comenzaba a entrar en razón pero se hiperventilaba, -tranquila estoy aquí contigo-. Jamás la había visto así; era muy segura de si misma, pero lo vio a él y eso había bastado. Había perdido a mi amiga, me llenaba de frustración el hecho de que tener a ese hombre cerca cambiara tanto su personalidad.
-Patético-. James la miraba con desprecio y cierto asco. Me hirvió la sangre. Esa clase de burlas no me hacían mucha gracia.
-¡Se acabó! Esto colmó mi paciencia. ¡No permitiré mas de tu insolencia! tome un arco compuesto y un carcaj que estaban junto a las demás armas y comencé a disparar. Él solo huía de mis flechas; aumente el ritmo con el que disparaba; comenzó a verse nervioso yo simplemente disparaba y disparaba. Era bastante ágil lo tengo que aceptar.
-¡Basta!-. Elizabeth me hizo entrar en razón, -Lo terminaras matando-. Se veía muy asustada con mi comportamiento, hasta ahora solo había visto lado más tranquilo. Me detuve en ese instante.
-¿Qué te pasa Pette? No me asustes así-. June ya había recobrado la razón y ahora me miraba afligida.
- A todo esto ¿Por qué ustedes no intervinieron? Ángeles de pacotilla-. Algo me dice que Elizabeth va a tener mucho que decirme más tarde.
-Todos ustedes probaron sus armas. ¿por qué él no habría de hacerlo?-. Dijo Rafael como si nada hubiera pasado... Yo tampoco lo entendía muy bien la verdad.
-¿Cómo puede decir eso?-. Le preguntó June molesta... Esta vez me había sobrepasado.
-Si el hubiera querido lo hubiera matado de un tiro en ves de eso decidió asustarlo y jugar con él un poco-. Era cierto ya tendría una flecha en la cabeza si hubiese querido. Nadie conocía ese lado mío antes. -¿tan buen tirador es?-. Preguntó Pain con su sonrisa típica en su rostro.
-Le ha disparado a la rueda de un automóvil a trescientos km/h a una distancia de doscientos metros-. Le contestó Rafael. Había estado tirando desde que tengo cinco o seis años.
-Jamás ha fallado un tiro-. Eso sí es exagerar obviamente he fallado, las cosas se aprenden a ensayo y error.
-De donde viene le llaman la reencarnación de Robin Hood-. No me gustaba admitirlo pero tenía cierta fama de ladrón.
-Vaya si resultó ser la versión real de green arrow-. Esa referencia estaba algo exagerada de Leonard era algo geek para que todos la entendieran.
Yo seguía cabizbajo tenía que controlar
-Eso fue todo por hoy hemos perdido mucho el tiempo vayan a descansar-. Estaba muy enojado lo habíamos hecho perder mucho tiempo para nada.
-¡Si señor Miguel!-. Dijimos al unísono. La verdad es que no soportaría estar más con James en la misma habitación.
Este fue el primer día del martirio, este tipo que era un desgraciado a la mínima provocación le clavaré una flecha en el ojo lo juró. Volvimos a nuestra habitación y Elizabeth no habló en todo el camino. Cuando llegamos cerró la puerta y me vio directamente a los ojos muy seria.
-Dime. ¿Qué que ha sido todo eso?-, Su voz sonaba sombría,-tú no eres así, tú piensas mejor las cosas yo soy la impulsiva aquí-. Se oía muy preocupada. Supe entonces que le había hecho daño me sentí muy culpable.
-No lo sé...-, le respondí, -me enojé mucho por como trató a June... Hasta yo vi que ella le gusta él... Aún así se burló de ella... De sus sentimientos.
-Eso si suena más a ti...-, sonrió levemente y se acercó a mí y me posó su cabeza en mi pecho, -prométeme que no lo volverás a hacer... Me asustaste mucho cielo, tú no eres así.
-Lo siento Elizabeth de verdad. Te lo prometo-, la abracé mientras le acariciaba el cabello, -prométeme que no dejaras que rompa mi promesa.
-Por supuesto que sí, por eso soy tu compañera-, se puso de puntillas como suele hacer y me dio un pequeño beso en la boca, -eres mi responsabilidad. ¿No?-. Aún así me sentía culpable había hecho que se preocupara por mí.
-Elizabeth...-. le tomé la barbilla suavemente y le acaricié la mejilla.
-¿Si?-. Me miró con ojos de ternura.
-te quiero...-. se iluminaron sus ojos.
-¿Tanto te costó decirlo?-, siempre me leía la mente, - yo también te quiero príncipe-. Le sonreí, acerqué mi boca a la suya y la besé... La besé como nunca lo había hecho.

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