Inferno

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—Mis hermanos... Los cuatro me subestiman, yo soy la estrella de la mañana, soy el alivio de los condenados; el portador de la flama soy el más poderoso se todos ellos; soy la vida impura y la muerte violenta; soy el amo de los infiernos, el más cercano al padre de todos, el único que puede tener el trono de lo cielos—. Lucifer pensaba en voz alta a solas desde el balcón de su habitación, sumido en sus pensamientos egoístas.
Y es que ¿Por qué no sería así ?  Para él su lógica era perfecta y su persona también; al menos eso pensaba él. Y si claro que lo era. O al menos eso daba a entender a sus súbditos, ya que todos  lo creían y los que no le temían. De pronto uno de sus súbditos entro a su habitación, cortando en monólogo... Más bien su oda a sí mismo.
—¿¡Por qué me interrumpe!?—. Lucifer era de mecha corta e interrumpirlo era uno de los peores errores que podías cometer.
—Disculpe mi señor—, le hizo una reverencia,— pero le traigo malas noticias—. Seguía con la cabeza baja mientras le hablaba.
—¿Que es tan importante para interrumpirme ?—, le preguntó Lucifer a su sirviente mientras se sentaba en su trono,—mas vale que sea algo importante.
—Su hermano... Asrael ha escapado de tártaro hace algunas horas—. Tártaro era una gran prisión infernal donde se encerraba a los traidores y prisioneros de guerra.
—Así que... El momento ha llegado—, una sonrisa macabra inundó su rostro... Cosas que no les puedo describir pasaban por su mente en ese momento,—Es hora de que mis hermanos sufran por su ego es hora de que el padre de todo baje de su trono—. Se puso de pie de nuevo... Algo terrible se avecinaba, el escape de su hermano de su encierro en tártaros suponía algo que estaba esperando hace mucho...Tártaros albergaba muchos de sus demonios más poderosos encerrados ahí su padre; dioses paganos de toda clase y terrible poder... Él podía podía encerrar a quien  quisiera allí, pero un poder más antiguo que el tiempo no le permitía sacarlos... Pero la razón por la que encerró a su hermano ahí, era una más allá que cualesquier razón política.
—Siento preguntar mí señor pero... ¿ A qué se refiere?—. Su sirviente no entendía su reacción la reacción tan positiva de su amo.
—Bueno verás... —. Se dispuso a contar la historia  tranquilamente, —Desde el inicio de los tiempos mi padre selló tártaros de modo que nadie puede salir o sacar a alguien de las celdas. Una vez la celda se haya cerrado con llave la primera vez el prisionero ya no puede salir—. Su sirviente lo miró muy confundido... Después de todo Asrael salió sin mayor problema. ¿ Como pudo salir si había un sello tan poderoso en aquel punto bajo del infierno? Para él no tenía ningún sentido.
—Pero señor...—, se atrevió a contestar el esbirro de Satán, —¿Como escapó su hermano entonces?—. Preguntó tratando de comprender lo que su rey le estaba contando.
—Bueno, el sello no contempla tener a ángeles encerrados en la prisión...—, le respondió Lucifer a su sirviente de manera tranquila. La noticia lo había puesto de buen humor, —cuando opté por encerrarlo allí, debilité el sello y cuando el salió el sello se rompió por completo—. Su sirviente  sonrió de la misma manera que Lucifer lo había hecho anteriormente.
—Esto entonces es una gran noticia mi señor—. Le respondió este a su amo de manera macabra.
—En efecto así es... La verdadera guerra va a comenzar—, se levantó una última vez —aún debemos hacer que puedan salir del infierno... Solo los siete pecados y yo podemos salir y entrar a discreción... El Leviatán es una excepción puesto que el no puedo entrar...—. Ya habían pasado la primera barrera... Pero ningún demonio de menor rango puede salir por su propia cuenta del infierno... Era cuestión de poder bruto, aunque no necesariamente de habilidad. Entre las filas demoníacas habían demonios capaces de vencer a los pecados capitales solo con su habilidad a la hora de luchar.
—Señor si me lo permite...—, hizo una pausa para ver su reacción, —hay una manera de hacernos llegar a la tierra...—. lo miró asombrado.
—Tienes mi atención—. Le contesto Lucifer mientras veía por su balcón.
—Los hijos de Lilith mi señor... Ellos son capaces de invocarnos al mundo de los mortales—. Lucifer las había olvidado por completo... Ellos en realidad eran mortales que habían ofrecido su vida al servicio de Lucifer  bajo el ceno de Lilith. Ella les enseñó artes oscuras... En otras palabras eran brujas y hechiceros. Las y los más poderosos podían invocar demonios.
—Vaya me impresiona, es más astuto de lo que pensé—. Le contestó Lucifer realmente impresionado ninguno de sus sirvientes le había sido tan útil en un solo día.
—Muchas gracias señor—. Le contestó su sirviente haciendo una reverencia. Era muy raro que Lucifer elogiara a alguno de sus soldados, normalmente no les dirigía la palabra a menos de que fuera
—Dígame. ¿Cuál es su nombre soldado?—. Esto si era una sorpresa... Su nombre.
—Mefisto a su servicio mi señor—.  Le contestó sin dudarlo ni un segundo con una gran sonrisa en su rostro. 
—Perfecto a partir de ahora eres el único informante autorizado para dirigirte hacía mi. ¿Lo has entendido?—. Quién lo diría... Él confiaba en Mefisto ahora.
—Como desee mí señor—,  caminó hacia él y se volvió a poner de cuclillas,—si me permite preguntar. ¿Ahora que sigue?
—Asegurate de llamarlos, Mefisto...—. No pensó mucho en esto, solo pensó que sería buena idea.
—Mi señor...—, se volvió a poner de pie y lo miró a los ojos con sinceridad, —le recuerdo que yo no puedo salir del infierno... Al menos no sin ayuda—. Le respondió seriamente.
—Tendrá que ingeniársela señor Mefisto, en este momento no tenemos muchos recursos—. Eso por supuesto era de esperarse, a Lucifer no le gustaba salir del infierno lo hacía solo cuando era necesario o cuando encontraba algo interesante que hacer... Molestar a los chicos o a sus hermanos por ejemplo ameritaba una salida... Esto sí bien era prioridad no le parecía interesante, así que simplemente se lo dejó a Mefisto.

Academia Divina(En proceso De corrección)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora