Espacio-tiempo

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Miguel aparentemente tenía dudas sobre los niños que ahora tenía a su cargo decidió entonces aunque fuese un atrevimiento cuestionar a su señor, así fue como subió hasta la bóveda celestial.
-Señor, ¿Esta seguro en que debemos confiar en lo humanos para esto?-. Le preguntó de rodillas a sus pies.
-Miguel, ¿Acaso dudas del señor tu Dios?-. El señor es el señor y sus motivos no se cuestionan.
-No señor pero su temperamento es muy cambiante así como su lealtad-. Él seguía insistiendo pero Dios es sabio y sabe lo que hace después de todo él los creó.
-Mi señor en eso concuerdo con Miguel, solo hoy uno trato de matar al otro-. Rafael había llegado volando momentos después de Miguel.
-Rafael tú también me cuestionas a mi que soy tu Dios-. Tantos millones amos y aún no comprendían el poder de su señor.
-Yo no estoy de acuerdo, no trato de matarlo si no, no sería intento. Hubiera sido homicidio-. Respondió Miguel con preocupación.
-Entonces hablamos de Petter ¿no es así?-. El señor lo miraba pensativo. Él no tenía dudas sobre los chicos los había creado el mismo para sus intenciones. Para combatir, para ser soldados.
-En efecto, así es. El hecho de que tenga esos arranques de ira contra el joven James deja mucho que desear mas viniendo de el futuro capitán de su ejército terrenal-. Rafael estaba escéptico, verdad que los chicos habían dejado mucho que desear sobre todo James y Petter.
-Se equivocan señores, es exacto lo que necesitamos. Él haría lo que se tenga que hacer con el fin de proteger a sus compañeros, además ese chicos colma la paciencia de cualquier mortal-, Gabriel había llegado al ultimo -conocíamos su carácter con el tiempo se acostumbrara solo hay que darle tiempo-. Él si confiaba en los chicos Gabriel tenía una paciencia que sus otros cuatro hermanos no tenían como don.
-¡Basta! Ellos fueron creados para eso y eso harán-. El señor había perdido la paciencia. A él simplemente no se le cuestionaba el era el rey de reyes omnipotente, omnisapiente y omnisiente. El principio y el fin. Él era todo y todo era él.
-¡Si mi señor!-. Respondieron los tres firmes sabían que lo habían hartado. Y si provocan su ira estarían muertos.
Mientras los niños no sabían lo que les esperaba. Petter se limitaba a contar su historia conforme a él le parecía importante.

Al día siguiente 27 de diciembre Miguel nos mando a llamar mediante el profesor Crane. De nuevo estábamos los 5 allí en lo más recóndito del ala norte. En cuanto vimos entrar a James, Elizabeth sujetó fuerte mi mano y no la soltó... Ella es maravillosa. ¿No lo creen así?
-Bueno damas y caballeros empecemos con el entrenamiento-, Miguel llevaba su armadura de centurión, -ahora como todos saben la humanidad fue hecha a imagen y semejanza de Dios... Bueno eso es literal en muchos aspectos, se nos ha dado permiso para desbloquear su camino a la divinidad y enseñarles como controlarlo también ahora vengan acá uno a uno por favor, primero Elizabeth-. Él mentía estaba casi seguro de ello.
-Si señor-. Elizabeth dio un paso al frente y se dirigió hacía él.
-Esos ojos son tan azules como el cielo mismo, están llenos de amor y esperanza-,toco su frente y en cuanto lo hizo una luz blanca apareció en ella cuando desapareció sus ojos brillaron con luz propia por unos segundos. Así paso con todos hasta el ultimo de nosotros, -Ahora les hemos dado ciertas habilidades la primera que les vamos ha enseñar manipulación espacio-temporal-. ¿De que rayos hablaba? Cada vez estaba más confundido, nadie nos respondía nada.
-¿Cómo es eso posible?-. Perdonénme por dudar pero me acaban de decir que ahora somos super humanos o algo así. ¿Cómo se supone que funciona eso?
-Como dije antes la humanidad fue hecha a imagen y semejanza de Dios; eso significa que casi nada es imposible para la humanidad es solo que no sabe como aprovecharla-. Lo miré incrédulo. ¿Cómo es posible eso? Sonaba francamente ridículo... Cómo verán las cosas no me terminaban de cuadrar nada encajaba con los templarios que habíamos estado buscando ni con nada en este mundo en realidad... Así que si seguía haciéndome la misma pregunta una y otra vez.
-Normalmente estas habilidades son físicamente imposible pero siempre el ser humano puede encontrar la manera de hacerlas mediante medios externos-. Rafael traía su lanza y se encontraba recostado contra una pared serenamente.
-El vuelo, la clonación y la manipulación genética son solo algunas habilidades divinas que el ser humano ha aprendido a usar por si solo por medios externos-. Siguió Gabriel, esto era una locura.
-Normalmente estos recursos están bloqueados por una especie de sellos mentales, debido a que su cuerpo normalmente no resistiría; por eso también tiene medios externos para lograrlo-. Rafael caminaba hacía nosotros tranquilamente con su lanza a manera de báculo.
-Con esto las leyes de la física casi no los afectarán podrán hacer todo tipo milagros... Ya lo verán-. Miguel sonreía de manera ambiciosa, sus ojos destellaban. ¿Qué habrá estado pensando?
-Yo tengo una duda-, estaba tratando de comprender de que demonios hablaban, -¿Si los humanos no podemos resistir este "poder" nos lo dan a nosotros?
Miguel alzó una ceja viendo a Gabriel, tal vez quería que mantuviera la boca cerrada aunque pareció no afectarle demasiado. -Ustedes son diferentes al resto de su especie, debido a razones que nosotros los arcángeles desconocemos solo nuestro señor sabe por que son ustedes como son y porque les dio tanto potencial-, Estaba guardándose detalles estaba casi seguro de eso, -A esto se le llama propósito divino, y es exactamente eso fueron creados para cumplir un propósito-. ¿Qué significaba eso? Nuestro mundo estaba cambiando demasiado rápido y yo ya no sabía que pensar.
-Vaya seremos como saints de athena ja, ja "con uno de sus golpes rasgan el cielo y con unos de sus puntapies quiebran la tierra. ¡Ellos son los santos de Athena!"... ¡Auch!-. Debo admitir que eso de ser Seiya sonaba muy cool pero no era el momento... Sacó de sus casillas a Elizabeth y ella no dudo ni un segundo en golpearlo.
-¡Cállate loco! Se mas serio-. Lo siento pero tenía razón en hacerlo está loco por mencionar a Athena diosa pagana en frente de los ángeles.
-Te lo mereces por estúpido-, evidentemente iba a apoyar a mi chica sobre todo por que tenía razón. -¿Cómo se te ocurre decir tal sandez en frente de los arcángeles?-. La respuesta evidentemente... Porque estaba loco.
-Bueno, bueno podrían calmarse chicos por favor-. June se encontraba más relajada. ¿A qué se habrá debido la reacción de ayer?
-Ahora pasaremos de la teoría a la practica les advierto que esto sera casi matarse del cansancio. Primera lección: esta es una técnica básica la levitación de objetos es esencial por que les enseñara manejar energía externa algo que necesitan para hacer prácticamente todo lo demás. Tienen que tener su mente despejada, cierren los ojos y enfoquénse en donde esta en el objeto que quieren mover sin dudas. Yo escogí una pequeña vela que estaba en el fondo de la habitación. Así lo hicimos, de estuvimos mucho tiempo así no se cuánto.
-¡Miren chicos, lo logre!-. June había podido levantar unos de sus abanicos. Estaba destrozada, tenía ojeras terribles, los ojos rojos; estaba pálida y verde a la vez, parecía a punto de vomitar. De inmediato Eli y yo perdimos la concentración. Cuándo abrí los ojos los tres ángeles nos habían dejado solos.
-¿¡Te sientes bien!?-. Tratábamos de levantarnos pero el mareo y el vértigo no nos dejaba. Caí unas tres veces antes de poder mantener el equilibrio.
-No chicos, no se preocupen estoy bien-. Estaba algo desorientada de repente se puso verde... Mas de lo que ya estaba. -Pensándolo bien Pette llevame al baño, rápido por favor-. ¿¡Que hiciera qué!? Ni pensarlo al baño de chicas.
-Espera...¿¡Qué que quieres que haga!?.
-Rápido idiota, lo soltaré aquí si no me llevas...-, estaba tratando de retener el vomito, -Eres el único que tiene la fuerza para caminar a Eli, le tiemblan demasiado las piernas como para levantarse, el guapo y el loco llevan inconscientes desde hace media hora y no parece que despierten pronto-. Supongo que no me quedaba de otra tenía que hacerlo. Voltee a ver a Eli seguía sentada de sobre sus pantorrillas. Asintió con su cabeza.
-Bueno-, la puse en mis brazos con la poca fuerza que me quedaba, -resiste un poco, no me vayas a vomitar encima-. Por fortuna alcancé a llevar al baño a tiempo. Volví al ala norte y encontré a Eli tal y como la había dejado.
-¿Te puedes levantar, princesa?-. Me veía fijamente desde abajo sentada aún sobre sus pantorrillas.
-je, je, je. No me había dado cuenta de lo alto que eres en realidad. Je, je, je-. Nop no se sentía bien... Estaba ida como sí hubiera tomado mucho vino.
-Vamos mi amor, te llevaré al cuarto-. Asintió con su cabeza y luego sonrió. La subí en mi espalda sin mucho esfuerzo... Eso me recordaba que a pesar de ser tan fuerte seguía siendo una niña... Bueno yo también era un niño, todos lo éramos. ¿Qué estábamos haciendo? ¿Preparándonos para una guerra?... Sonaba ridículo después de todo éramos simples chicos, no soldados. Cuando llegamos a la habitación ya se le había pasado un poco aunque se le veía mareada.
-¡Auch!..Me duele mucho la cabeza-. La había puesto sobre su cama y ahora se frotaba la frente.
-Al menos ya volviste a la realidad cariño parecías estar en un viaje cósmico impresionante-. Y era verdad se limitaba a sonreír y balbucear.
-¿Cómo está June ?-. Si recordaba eso.
-La dejé en uno de los cubículos del baño del tercer piso-. El tercer piso era en el que estaba nuestra habitación me arriesgué a que vomitara sobre mí con tal de que estuviera cerca de nosotros.
-¿Cómo puedes estar tan bien? Yo tengo una jaqueca que los mil demonios.
-No lo sé cariño fue intenso ya me pasó, tal vez no me esforcé lo suficiente-. Ahora que lo pienso era extraño pero no pensé mucho en eso. Dejamos pasar el tiempo viendo películas en el pequeño televisor sobre la chimenea sentados en el sillón... No teníamos señal de algún tipo pero teníamos muchas películas en DVD y Blu-ray, un par en VHS y sus respectivos reproductores. Los había conseguido en una tienda en el centro hace unos meses. También conseguí un Betamax pero no había podido conseguir algo para reproducir... Definitivamente esa pequeña tele parecía una telaraña de cables... Si tuviéramos acceso a internet pondría mi cuenta de Netflix y listo... Me he desviado del tema ya habían sido como las siete de la noche... Algo me decía que no volveríamos a clases en mucho tiempo. Oí sonar el teléfono, pensé que sería June.
-Hola...¿June?-. Contesté sin pensar.
-Petter... Así que tampoco está con ustedes...-. Era la compañera de June Diana, sonaba algo preocupada.
-Eso quiere decir que no ha llegado...-. Eli seguía viendo a la pantalla esperando a que yo colgara.
-Elizabeth, June sigue en el baño-. Dije dejando un poco de lado el teléfono.
-Ve por ella, traéla aquí antes de que se haga tarde-. Estaba muy segura de lo que decía.
-Tranquila, Diana. Yo sé donde está  noche se quedará con nosotros. ¿Verdad, cariño?-. Se acercó a mí y me abrazó por la espalda.
-Por supuesto que si.
-Gracias chicos... ¿Les había dicho lo lindos que son juntos?-. Me sonrojé un poco.
-Buenas noches, Diana no te preocupes. Duerme bien-. Colgué y me levanté de mi cama. Ella me siguió
-Que duerma en tu cama Petter-. Me miró seria
-¿Y yo...?-. No lo había terminado de captar
-Tú conmigo obviamente, mi cama es más grande y ella puede tener que levantarse varias veces durante la noche-. A decir verdad no creo poder aguantar toda la noche, sería demasiado para mi.
-¿Estas segura?-. Estaba muy nervioso con la idea... Dormir una pequeña siesta era una cosa pero toda la noche...
-Mira Petter... Mi trabajo es cuidarte a ti. Si no duermes bien esta noche por la niña, andarás de malas todo el día. No dejaré que te desveles por ella; dormiremos juntos y no hay más discusión-. Creo que a eso se refería mi tío con que le recordaba a mamá...
-Si señorita...-. Creo que en definitiva, no era buena idea discutir con ella ese momento en particular. Me dirigí de inmediatamente hacía la puerta, sin dudarlo ni un segundo. Caminé temeroso hacía el baño de chicas del tercer piso. No quería que nadie me viera caminando hacia allá; la ruta era demasiado fácil de predecir. Cuando llegué la escuché aún haciendo ascos.
-¿June?-... Toqué la puerta del cubículo en el que la había dejado.
-Petter... Lo siento el mareo ya se me pasó pero una vez empiezo a vomitar me cuesta mucho dejar de hacerlo.
-Vamos... Te quedarás con nosotros-. Abrí la puerta y la vi abrazando la taza del inodoro.
-Pero...-. La interrumpí.
-Pero nada, no permitiremos que pases frío toda la noche en el baño-. Soné como Eli... O al menos eso pensé en el momento. Creo que me faltaba algo de carácter y tal vez unos ojos azules que combinen con el.
-Ok...-, Estaba algo insegura, aún así la subí a mí espalda. -Oye Petter.¿Estás seguro que quieren que duerma con ustedes?-. Sonaba enferma... Eso respondía su pregunta.
-Sí te preocupa Elizabeth, ella fue la que me dijo que te llevara nuestra habitación-. Le respondí sin pensar, ella sabía que Elizabeth le guardaba algo de recelo y se lo había hecho saber varias veces... Eso no significaba que la tratara mal solo que no le gustaba mucho cuando se acercaba a mí de la forma en que suele hacerlo.
-No quiero que me vea como una amenaza Petter...-. Sonaba preocupada en serio.
-Siento el comportamiento que ha tenido contigo últimamente, ya se acostumbrará; esto es nuevo para ambos-. Se había estado sintiendo algo excluida últimamente y no me gustaba que lo hiciera ella es mi amiga.
-No tienes que disculparte Pette, supongo que estas cosas pasan cuando tus amigos se vuelven pareja-. No lo sé jamás había estado en esa situación.
Cuando llegamos Elizabeth tenía té verde, había preparado mi cama para June e incluso había conseguido un balde por sí no llegaba al baño... No me esperaba eso de ella, no por la forma en la que me había hablado antes.
-Gracias Elizabeth de verdad-. Coloqué a June sobre la cama. Ella no le respondió.
-¿Elizabeth?-. No entendía bien lo que pasaba.
-No es nada, solo estoy cansada-. Sabía que no era así pero este no era el momento para hablarlo.
-Luego lo hablaremos...-. Arropé a June y luego me senté en el sillón, solo allí viendo a la chimenea. Tardo un rato pero June durmió, Elizabeth se sentó a mi lado. Parecía seria, se le ensombrecieron los ojos.
-Ven demos un paseo, la noche está muy bonita; hoy hay luna llena-. Me levanté del sillón y ella me siguió.
Ya afuera, nos detuvimos en unos de los grandes ventanales, la luna estaba enorme.
-¿Qué pasa?-. Pregunté seriamente a la luz de la luna. Sus ojos brillaban con su reflejo de una manera espectacular.
-Nada...-. Bajó la cabeza. Sabía que me estaba mintiendo, lo veía en su manera de actuar.
-Mentira, algo pasa dime. Sabes que puedes decirme todo-. Lágrimas empezaron a caer de sus ojos.
-¡No lo sé!...-.Me miró directo a los ojos llorando.
-Eli...-. No me dejó terminar la oración; se veía muy confundida.
-¡De acuerdo! ¡No lo sé!-, traté de acercarme a ella pero no me dejó, - te quiero solo para mí, de acuerdo. Al mismo tiempo me siento egoísta... Ella te quiere de verdad; te quiere mucho Petter. Tengo miedo que la prefieras a ella... Sé que no es así y aprecio que te quiera tanto y tan sinceramente... Sé que no le gustas pero aún así... Me siento culpable e impotente... Dime. ¿Qué se supone que haga?-. Se había abierto su caja de Pandora al fin.
-¿Como voy a preferir estar con ella, mi amor?-. Le respondí de inmediato. De verdad tenía muchas cosas guardadas para si misma. ¿Por qué nunca me las dijo? El amor era algo tan extraño para ambos.
-Lo sé, eso hace sentirme más culpable al dudar de ti. Aún así a veces busco en tu mirada algún rastro de duda. Cuando lo hago solo veo un par de hermosos ojos de jade que me ven a mí y solo a mí como no ven a nadie más... A veces siento como me desnudan... Por alguna razón no me molesta-, Así que eso es lo que sentía... Ella siempre ha sido un misterio para mí... Era parte de lo que me atrajo a ella en un principio...
-Mira Elizabeth... Ven acá por favor-, Se acercó a mí temerosa...-¿Por qué tienes miedo?, Dame las manos-. Me las dio del mismo modo que se me acercó.
-Me terminarás. ¿Verdad?-. Eso sonó ridículo... ¿Cómo la voy a terminar? Ella es mi princesa no la dejaría y menos en este momento.
-¿De dónde sacas esas cosas? Ja, ja-. Lo siento, pero ya dije qué me parecía ridículo.
-¡No te burles de mí!
-Lo siento, lo siento. Pero dime por favor-. Tenía curiosidad de verdad.
-Es que una vez le pedí consejo a una de las chicas de la clase; me dijo que si te dabas cuenta de como me siento me ibas a terminar-. Niñas envidiosas, ellas no saben lo inocente que podía ser y le meten ideas raras.
-Mi amor, déjame dejarte algo bien en claro... Te adoro y no hay nada este mundo que me haga alejarte de ti... Eso que me describes se llaman celos y son normales... Ahora lo que si no está bien es que trates con tanta frialdad a June... Si te puedo dar un consejo es que por favor hables con ella y le expliques como te sientes-. Aún no se relajaba del todo.
-Pero es que he sentido celos y esto es muy distinto es muy intenso; no me gusta sentirme así-. En ese momento me di cuenta de lo celosa que era... Pero aún así no tenía el corazón para odiar por nada a alguien que de plano había hecho muchas cosas por ella.
-Tranquila es solo que eres muy celosa, además tú quieres a June aunque no te guste admitirlo cariño y eso fue lo que más te afectó-. La conocía mejor que a mí mismo, al igual que ella me conocía mejor que ella misma.
-Bueno...-. Dijo secándose las lágrimas y aún sollozando.
-Esto también es en parte mi culpa por qué hay algo que nunca te pedí-. Supongo que solo lo asumí y no había pensado mucho en eso. Me puse de rodillas sin pensarlo dos veces.
-¿Quieres de mi novia?-. Me sonrió. Parece ser que me entendió muy bien. Se arrodilló también.
-Y tú. ¿Quieres ser mi novio?-. Ella sabía jugar conmigo muy bien.
-¡Sí, me encantaría!-. Contestamos a la vez. Y luego reímos a carcajadas.
-¡Niños! ¿¡Qué hacen afuera tan tarde!?-. Era el profesor de historia que nos había encontrado en el suelo en el pasillo.
-Lo sentimos profesor-. Le dije a la distancia. Aunque no era tan tarde, no pasaban de las nueve de de la noche.
-Dábamos un paseo nocturno. Como sabe estamos vigilados y queríamos privacidad para hablar-, Le respondió Elizabeth levantándose. -Ahora que recuerdo profesor, June Frost está en nuestra habitación tuvimos que llevarla ahí por qué no dejaba de vomitar en el baño de este piso-. Le mencionó, con total naturalidad.
-¿Cómo está la pequeña?-. Sonaba algo preocupado June se había ganado el cariño de mucha de la gente del castillo, incluido claro el profesor, quien le tenía de asistente y una de sus mejores alumnas.
-Cuando la déjanos dormía sobre mi cama-. Tal vez no debí decirlo de esa manera pero no pareció tomárselo a mal.
- Bueno chicos, los Ángeles han tomado el control de la escuela, así que tengo bastante por hacer. No vuelvan muy tarde por favor y duerman bien. Ayer y hoy fueron una excepción; tienen que volver a sus clases especiales a partir de mañana-. Técnicamente estábamos de vacaciones por navidad y año nuevo, los que quisieran podrían recibir clases hasta medio día Elizabeth y yo torpemente nos habíamos inscrito a ellas.
-Si señor, buenas noches-. Le respondí. Decidimos volver a nuestra habitación. Volvimos abrazados y entre risas. Cuando llegamos June vomitaba de nuevo en el baño. Elizabeth corrió al baño sin pensarlo dos veces.
-¿June? ¿Como te sientes? ¿Puedo hacer algo por ti?-. Había vuelto a hacer la misma... ¿En serio que le habrán dicho esas chicas a las que pidió ayuda?... Normalmente no lo haría; supongo que era algo que sintió que solo una chica podría comprender y no le podía decir a June.
-Tranquila Elizabeth... Yo estoy bien ustedes descansen lo que puedan ya va siendo hora de dormir-. Contestó June desde el baño aún tratando de no volver a vomitar.
-¿Estás segura?-. Le respondió Elizabeth insistiendo.
-Sí chicos tranquilos, ya han hecho mucho por mí-. Contestó sin dudarlo, ella era así; le gustaba poder cuidarse sola... Estaba orgullosa de eso.
-Bueno no dudes en despertarnos si
necesitas algo. ¿De acuerdo?-. Eso sí no me lo esperaba ya teníamos nuestras pijamas puestas así que solo necesitábamos lavarnos los dientes e irnos a dormir. Aprovechamos un momento que June pudo salir del baño para hacerlo. Luego nos acostamos uno junto al otro.
-¿Estás cómodo?-. Estaba a mi lado izquierdo tenia una voz dulce y me sujetaba la mano por debajo del cobertor.
-Jamás me había sentido más cómodo cariño tu cama es muy espaciosa-. La había hecho traer desde su casa en londres justo por eso. Yo no me tomé esa molestias. Aunque debo admitir que me pareció extraño el primer día ver una cama más grande que la otra, en realidad no le di muchas vueltas al asunto.
-Siento en serio haberme comportado así-. Ahora estábamos frente a frente nariz con nariz
-No tienes que disculparte, yo también me siento así a veces, no olvides que soy el chico que golpeó a un chico en la cara por que te quería robar un beso-. Quería hacerle ver que la entendía; sabía lo que era la sensación de querer a alguien solo para sí mismo.
-Pero el chico me estaba lastimando, es diferente-. Me respondió afligida, bueno no sé qué tan diferente era.
-Mi amor, la circunstancia era diferente pero el sentimiento es el mismo. Bien lo pude haber dejado en el suelo cuando te libraste de él, aún así le di un puñetazo en la cara-. Obviamente susurrabamos, no queríamos molestar a June quién trataba de dormir al fondo del cuarto junto a la ventana que daba a dar al bosque.
-Bueno tienes razón... Creo que la diferencia es que, ella no ha hecho nada para cuidarte tanto de ella, además de esas extrañas ideas que me metieron esas niñas en clases-. Algún día aprenderás a no creer en todo lo que te dicen mi amor. Hay pocas personas en las que en realidad puedes confiar y yo quiero pensar que soy una de ellas.
-Te quiero mucho mi princesa-. Era lo único que apunté a decirle... Me sentía muy nervioso para decirle algo más.
- Yo también feo-. Me dio un beso en la frente y se arecostó sobre mi pecho
-Eli... Nunca cambies-. Ella solo me sonrió y me dio un pequeño beso en la boca.
Nos acurrucamos, y nos quedamos dormidos rápidamente al otro día cuando desperté Elizabeth se encontraba en la Ducha y June sobre mi cama cabeceando. Había estado vomitando casi toda la noche y llegó un momento en que se rindió para quedarse dormida.
-bue...-,cabeceaba somnolienta, -buenos días-. Al fin atinó a decir
-Buenos días June. ¿Cómo te sientes?-. Yo había pasado la noche de maravilla, nunca había dormido mejor.
-Mejor... Ya dejé de vomitar, ahora tengo mucho sueño-. Se notaba tenía unas ojeras terribles y estaba pálida como un fantasma.
-Petter sigues, no dures mucho por favor quiero llegar a tiempo para desayunar. Ya coloqué tu uniforme ahí dentro está en uno de los ganchos-. Elizabeth salió del baño con su uniforme puesto, cepillándose el cabello.
-Gracias Elizabeth, no duraré mucho lo prometo-. Entré de inmediato y me apuré a alistarme. Cuando salí Elizabeth abrazaba a June... Creo haberla escuchado cantando. ¿Estaba arrullandola?... Es más maternal de lo que pensaba.
-¿Nos vamos?-. Estaba un poco ruborizada... Se dio cuenta que la estaba estaba escuchando.
-Acuestate si quieres pasa el día aquí, puedes encender la chimenea. Hay chocolate caliente en aquél termo de allá le diré a los profesores que no te sentías bien-. Elizabeth había hecho todo eso por ella... Se estaba esforzando en serio...
-Gra...cias-. Cayó dormida sobre mi cama inmediatamente después.
Salimos tratando de no hacer ruido al cerrar la puerta. No sé por qué pero no podía dejar de sonreír.
-¿Qué pasa?-. Se había dado cuenta.
-Nada, nada...-. Siguio caminando tranquila.
-Tienes bonita voz-. Le susurré al oído, nunca la había visto tan avergonzada.
-No...-. No podía articular bien... Ya saben suele pasarle cuando le da vergüenza algo.
-Tranquila... Me encanta cuando eres así-. Le di un beso en la frente. Cada vez la quería más esos gestos son lo que me enamoraba todavía más.

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