Brujas y maldiciones.

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Estábamos ahí pensando que hacer, pero esa cosa ni siquiera se había movido ni un centímetro.
—¿Qué se supone que hagamos, cielo..?—. Me preguntó Elizabeth mientras recuperaba el aire, parecía que habíamos estado tratando de pelear con un fantasma durante años.
—La verdad Elizabeth no tengo ni la menor idea...—, le respondí sentándome en el césped húmedo por la niebla nocturna, hacía mucho frío y mis manos comenzaban a entumecerse,— no sabemos que esa cosa o que hace aquí... Ni siquiera se ha movido del Río o atacado la ciudad...—. Estábamos perdiendo el tiempo.
—¡Tsk! Esto es tan frustrante —. Y ahí caí  en cuenta esto era una distracción.
—Eli, alguien está tratando de distraernos, tenemos que enfocarnos en buscar lo que necesitamos—. Le dije mientras me volvía a poner de pie. Me había tomado un tiempo pero lo entendí... Esto era una mala broma de alguien bastante poderoso.
—Pero mi amor... ¿Quién sería capaz de hacer estas cosas ?—, tenía que admitir que no tenía de la menor idea me alcé de hombros confundido...— ni siquiera nosotros tenemos este poder... No sabemos si la ciudad está atrapada en el día de Navidad desde el año anterior o si en algún momento de este año alguien la devolvió en el tiempo—. Tenía razón, estábamos en cero... No recordaba ningún libro de demonología en el que se describiera un demonio que fuera capaz de manejar el tiempo de esa manera... Odio admitirlo pero James tendría la respuesta a esto.
—Eso significa que quien este haciendo esto no es un Demonio—. Me estaba  congelando y a Elizabeth no le iba mejor tenía los labios desquebrajados  y morados por el frío, sus mejillas estaban  enrojecidas y castañeaba los dientes mientras temblaba... Como he dicho en varias ocasiones a mi chica no le sienta bien el frío, puede caminar sin problema por días por un desierto, pero baja uno o dos grados a partir de los 20° y empezará a buscar con que abrigarse y se le empezaran a enrojecer las mejillas y su nariz también. Así que con unos -5° a los que estamos no se la está pasando nada bien... De ahí en parte su molestia por no haber terminado con esto ya.
—Supongo... Que no tengo de otra que admitir que tienes razón, pero... Sí no es un demonio... ¿Entonces que cosa es?—. Me respondió Elizabeth entre temblores.
—¿Estás bien mi amor?—, le pregunté preocupado ella asintió, —Si quieres podemos meternos un rato al auto... Aquí no hacemos nada de por sí—. Volvió a mover su cabeza. Pero el tiempo estaba raro en aquél lugar sentía que de veras habíamos pasado días. "luchando" con esa cosa... Pero seguía siendo media noche, la batería del celular se había había descargado al menos cuatro veces desde que comenzamos a hacerlo.
—Me he dado cuenta de algo mi amor—, me dijo Eli quién se había acurrucado en mi pecho dentro del auto,—quien sea que esté haciendo esto sabe que estamos aquí—. Su afirmación me dejó perplejo... Por supuesto solo habían dos personas que hablaron directamente con nosotros... Uno de ellos fue un oficial de policía la otra era la vendedora que nos vendió la ropa de invierno... Aún así esto no era suficiente para afirmar nada.
—Viendo las posibilidades tienes razón... Pero estamos en una ciudad de las más importantes del mundo.  ¿Como se supone que encontremos a quien esté haciendo esto?  Millones de personas la visitan cada año y otros millones viven aquí permanentemente—. Le respondí sin saber si quiera por dónde empezar...
—Deberíamos empezar interrogando a esos dos...—. Me respondió mientras volvía salir del auto.
—¿A cuales dos, muñeca?—. Sin que nos diéramos alguien se escabulló detrás de  Elizabeth con un puñal lo puso cerca de su de su cuello... La había agarrado desarmada. Ella dio un grito ahogado.
—¡Elizabeth!... ¡Sueltala!—. Grité sin pensar.
—¿Y tú me vas a obligar guapo?—. Me respondió con voz femenina salió de debajo de la túnica que portaba. Nos tenía acorralados ella se bloquea en situaciones así y yo no era tan rápido como para dispararle sin que le hiciera daño a Eli.
—Ustedes los hijos de Adán son tan predecibles. ¡Jajaja!—. Dijo una voz masculina...  Se encontraba en el asiento del pasajero.
—¿¡Como demonios llegaste ahí!?—, Grité con asombro, ¿ Hijos de Adán ?... Luego recordé algo que James decía todo el tiempo pero nunca le di mucha importancia... Cómo deben saber no lo escuchaba mucho... Salían muchas estupideces de su boca... «Temedle a los hijos de Lilith, el caos es su deber y el pecado su mayor placer, con ellos el reino de los cielos comenzará a tambalearse y Lucifer se levantará de nuevo»... Eso solía recitar... Un verso sin ningún sentido pero estas palabras resonaban en mi cabeza en ese instante.
—¡Brujos!—. Exclamé,  conectando los puntos.
—¡Vaya, ya era hora idiota!—. Respondió el chico que estaba delante mío.
—¿Que quieren con nosotros?—. Dijo Elizabeth, el susto la había dejado  fuera de combate un momento pero ahora ya estaba de vuelta se volteó hacia mi haciéndome un guiño... Y entonces lo sentí, nos habíamos sincronizado... Claro eso nos permitiría saber lo que estaba pensando el otro... Como sea sentí que no tenía miedo y supe que estaba pensando en algo para salir de esa situación tan engorrosa... Pero era demasiado peligroso... Moriría si algo sale mal.
Recordé que tenía unas cuantas agujas en el bolsillo respaldar del asiento del pasajero, solo necesitaba alcanzarlas. Me aproximé lenta y sigilosamente hacía el el bolsillo... Ellos seguían parloteando.
—Aunque "brujos" es una palabra algo mal educada guapo. Preferiríamos hijos de Lilith o hechiceros para usar vocabulario más mundano—. Respondió la chica que aún  tenía sujeta a Eli.
—Ay disculpa. ¿Te ofendimos? Lo siento mucho. BRUJA—. Le respondió Elizabeth en tono salvaje... No sentía ni una pizca de miedo en ella... Quería que me mantuviera calmado... Por fin pude alcanzar las agujas... Las mantuve detrás de mi espalda hasta que llegó el momento... El plan era este yo le dispararía a la chica al mismo tiempo que ella haría una maniobra para salir de su control el disparo tendría que ser preciso al mili segundo si no ella estaría muerta.
—Ya veo que por que las rubias tiene fama de ser estúpidas. ¿No te das cuenta de la posición en la que estás?—. Contestó el chico mientras tomaba el volante del Camaro y tambolireaba con sus dedos.
—¿Y ustedes dos?—, respondió  Elizabeth, —Solo somos un par de adolescentes hasta arriba de hormonas que robaron el auto uno de sus padres y se escaparon para pasar noche buena juntos...—. Era una historia medianamente creíble pero ya los habíamos llamado brujas antes...
—Casi te creo muñequita, pero esa belleza tuya no es algo natural—, le respondió la chica en tono sarcástico,—además... Ustedes siento el hedor de los ángeles en ustedes dos—. ¿A que se refería con que no era natural? Quizá pensó que Eli usaba algún hechizo para modificar su apariencia.
—Lo siento querida pero así nací... Totalmente natural ni siquiera llevo maquillaje—. Seguía provocándole  yo solo las observaba en silencio esperando que Eli me indicara cuando disparar. «a la una, a las dos, y a las tres». Se teletransportó y yo las arrojé sin pensarlo dos veces funcionó de maravilla ella estaba a mi lado y la chica estaba herida en el brazo.
—¡Maldita niña!—. Exclamó con dolor  la chica.
—¡Uy! Lo siento cariño. ¿Te lastimó?—, Dijo  Elizabeth con tono sarcástico...— no sé cuales fueron sus instrucciones brujos pero al parecer nos lo están subestimando... A todo esto. ¿Como sabían que veníamos para acá y por qué es invierno?
—No sabíamos... Fue un golpe de suerte que ustedes vinieran para acá... Solo jugábamos con nuestros poderes—. Dijo el chico aún subido en mi coche.
— No lo sé cariño... ¿Deberíamos creerles?—, contesté con sarcasmo luego me apuré a sujetar mi arco,— por cierto...¿ Podrías bajarte de mi auto por favor?—. Le dije apuntándole, por supuesto no le quedó de otra  que salir... —Ya decía yo que muy rudos...—, ahora los que tenían miedo eran ellos,— No tienen idea en el lío en que se metieron brujos—, Elizabeth desenvainó su espada,—ahora ustedes dos van a volver a restaurar el verano en la capital en este instante y se irán de aquí en este instante.
—¡Ni pensarlo niña!—. Volvió a gritar mientras se quitaba las agujas del brazo. 
—Tendrán que pasar por encima de nosotros...—, el chico se puso en guardia —lamentarán haber  lastimado  a Ágata.
—Así que te llamas Ágata... Lindo nombre para una bruja—. Le dije a la aún adolorida chica.
—Lo siento pero Petter y yo no podemos dejar que esto así mi familia vive en la ciudad—. Les dijo Elizabeth, luego se puso detrás y los noqueó de un golpe en la nunca... Eso fue más  sencillo de lo que pensé que sería. Los amarramos a ambos; Luego  me fijé en el celular era 19 de junio... Pero ya era de día de repente la ciudad se comenzaba moverse.
—¡Demonios, June nos va a matar!—. Le dije a Elizabeth mientras le mostraba el aparato.
—Sip, en definitiva lo hará—. Me respondió mientras subía a a esos dos en los asientos de atrás.
—¿Segura de que es buena idea llevarlos? ahí?
—Tranquilo Petter... Sé de un lugar donde podemos interrogarlos como se debe...—. No tengo la menor idea de en que este pensando la verdad. 
—Amor...—, la interrumpí,— tenemos otro problema—. Dije viendo todos los mensajes que no había llegado al celular hasta ahora.
—Llámala ahora mismo por favor—. Inmediatamente lo hice... Con la paciencia de June no se juega.
***—¿!PETTER, EN DONDE DEMONIOS SE METIERON USTEDES DOS!?—. Ni siquiera  tuve tiempo de saludarla...
—Lo siento June tuvimos algunos problemas... Mágicos si se les puede llamar así—. No sabía cómo explicarle que estuvimos atrapados una semana en la navidad del año pasado.
—Como sea, no tengo tiempo para explicaciones esotéricas—, hizo una pausa para suspirar, —tienen que volver en este instante...
—¿Pasó algo?—. Dije preocupado, no me esperaba  que me pidiera volver, menos que me dijera que tengo que hacerlo.
—Es algo... ¿Como decirlo..? Difícil  explicar por teléfono, debes verlo tú mismo—.
—Escucha... No podemos  volver aún... Hay un asunto que debemos resolver antes de volver—, me quité la chaqueta, los guantes la bufanda y el suéter, —dos asuntos en realidad, uno de ellos se llama Ágata y es pelirroja—.Dije quitándole la capucha, era la chica de la tienda... Pero el chico... Al chico jamás los había visto... Y era pelirrojo como la chica de hecho se parecían bastante pero la chica se veía mayor que el niño... El chico  parecía de nuestra edad.
—Por favor vuelvan en cuanto terminen con esos dos... De verás es importante—. De verás parecía preocupada.
—Si señorita... Te queremos mucho escarcha—. Luego colgué.
—Así que... ¿Debemos volver lo más pronto posible verdad?—. Elizabeth estaba en el asiento del pasajero de nuevo en falda y sandalias... Eso fue rápido.
—Exactamente cielo... Dejando de lado esta llamada—, subí al auto y encendí el motor,—¿A dónde iremos?—. Tomé un sorbo de agua de la botella que llevaba a mis pies.
—A mi casa por supuesto... Tenía planeado llevarte de por sí—. Casi me ahogo cuando me lo dijo.
— ¿¡A tu casa !?—, exclamé,—¿no deberíamos avisar al menos?—. Lo había logrado me había puesto nervioso...
—Tienes razón dame el celular—. No me quedó de otra que dárselo.
—¿Vic? ¿Cómo estás preciosa?¿ Oye me puedes pasar a papá por favor?—, Vic era su hermanita menor,—hola papi, Pette y yo estamos de vacaciones y sé que es algo inesperado, pero... ¿Podemos ir a verlos?, Gracias pa, estamos en la ciudad, llegaremos pronto bye te quiero—,  luego colgó por fin pude escuchar como le hablaba a su familia,— Ahí lo tienes podemos ir... No sólo eso Vic se muere por conocerte—. Más nervioso no había estado jamás en mi vida.
—¿Y que haremos con esos dos ?—. Pregunté algo confundido... ¿ Qué le diríamos a su padre cuando nos vea llegar en un Camaro con dos chicos amarrados en la parte posterior.
—Mira este es mi plan, una amiga mía vive muy cerca de mi casa dejaremos el auto  a su cuidado con los chicos... Afuera de él  obviamente  y llegaremos a  pie a mi casa, digo no deberías tener un auto si quiera—. Sonaba bien para mí, en definitiva era buena idea pero... Aún así ir a su casa... Me tenía muy nervioso. Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no me di cuenta de que ha habíamos llegado.
—Es aquí cielo, mi casa—. Así que conocí a una de las amigas de Eli y caminé unas cinco cuadras en estado zombie... Qué vergüenza. Tragué bastante saliva era una gran casa de tres pisos en los suburbios de Londres.
—Lo siento mi amor estuve distraído—. Le dije mientras avanzábamos hacia la puerta.
—Tranquilo yo también estoy nerviosa pero es algo que debo hacer...—. me sonrió tímidamente mientras llamaba a la puerta. Se oyó la voz de una niña bajando rápidamente por las escaleras.
—¡Ya llegaron!—. Se oía el gran alboroto que la chica dejaba atrás mientras se abría paso hacia la puerta muchas cosas cayéndose.
—Oye Vic cálmate por favor, pensará que estamos locos—. Lo que no sabía la otra chica es que yo tenía que lidiar siempre con este tipo de cosas en la academia. La Niña seguía avanzando por toda la casa haciendo un alboroto. Elizabeth se veía bastante acostumbrada a este tipo de cosas... De repente la puerta se abrió una pequeña figura saltó a los brazos de Elizabeth.
—¡Hermana! ¡Volviste!—.  Gritó emocionada.
—¡Hola preciosa! Te extrañé mucho has crecido bastante—.  Seguía siendo bastante pequeña para su edad.
—¿Verdad que sí?—. Respondió la chica alegremente.
—Petter este bombón de aquí es Victoria—. Se dirigió a mí mientras le hacía cosquillas le hacía cosquillas en el cuello.
—¡Oye! Déjame, ja, ja, ja me haré pipí, ja, ja, ja—. Se parecía mucho Elizabeth, los mismos  ojos y su mismo color de cabello si no supiera que Eli es muy joven pensaría que es su hija.
—Yo soy Petter, gusto en conocerla señorita—. Le dije haciendo una reverencia ella soltó una pequeña sonrisa.
—Lo sé esos ojos son exactamente como Elizabeth los describió... Eres  muy alto Petter—, Me sonrió  alegremente, —¿Me alzas?—. Me sorprendió que me pidiera eso.
—¡Victoria! No puedes pedirle eso—, Ella le sacó la lengua su hermana,—Y tú Ana sal de ahí no seas tímida ven y saluda a Petter—. Eso explica por qué es tan maternal.
—Claro que te alzaré ven acá pequeña—. Ella estiró sus brazos hacia mí.
—Petter no tienes que hacerlo... Sal de ahí Ana él no muerde—. Trataba de hacerla salir.
—No me molesta Elizabeth quería conocerlas hace tiempo—, la tomé en mis brazos, —Serás una rompecorazones cuando seas mayor pequeña, desde ya eres casi tan hermosa como tú hermana—. Me sonrió de nuevo.
—Jamás habrá alguien tan hermosa como mi hermana mayor Petter—, Me sonrió de nuevo y me dio un beso en la mejilla, —aún así gracias—.  Era super tierna.
—Victoria... Lo acabas de conocer...—. una voz débil salió de dentro de la casa.
—Pero Ana... Él es muy lindo ven a saludarlo—. Una chica castaña se asomó tímidamente por el marco de la puerta.
—Ho...Hola yo soy... Soy Ana... Mucho gusto Petter—. Tenía unos ojos grandes y hermosos ojos color miel, parecía muy nerviosa.
—Igualmente señorita—. Le  contesté amablemente.
—Ya que terminamos las presentación pasemos. ¿ Donde está papá ?—. Preguntó Eli extrañada de que no fuera él el que nos abrió la  puerta.
—En cuanto colgó el teléfono dijo que traería algo especial para almorzar y se marchó... Se veía realmente emocionado de que estuvieran aquí—. Respondió la pequeña Victoria quién no me soltaba en ningún momento.
—Bueno lo esperaremos entonces—. Y así entramos a su casa... Me tenía nervioso el no conocer a su padre aún...

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