Caos en la casa

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Entramos y la casa era un desastre.
—¡Victoria!—. Exclamó Eli enojada con la pequeña Victoria que estaba aún en mis brazos.
—Je, je, lo siento me emocioné—. Al parecer la niña era algo hiperactiva
—Vamos chicas, las ayudaré a recoger este desastre—. Resolví tratando de que Eli no se enojase demasiado con la pequeña
—Petter... ¿Estas seguro? Se suponía que fueses nuestro invitado—. Me miró aflijida seguro nada estaba saliendo como ella lo planeaba.
—Claro que si Amor—, me dirigí hacia Victoria, —¿Por dónde comenzamos pequeña?—. Me miró con una sonrisa dulce.
—Aaah ya veo lo que está pasando aquí... Así que te lo ganaste... Pequeña traviesa—. La volvió a ver con una sonrisa malvada reía de manera burlona.
—Por favor. ¿Como no iba a ganarme? Ja, ja, ja. Es tu hermana Elizabeth, aparte es una versión pequeña tuya es imposible no enamorarme de ella... Bueno una versión más pequeña tuya—. Ana soltó una pequeña risa... Ella era la más alta de las tres a pesar de ser tres o cuatro años menor que Elizabeth.
—¡Oye! Al menos no soy un gigante feo como alguien de ojos verdes—. Me respondió jugando. Me dio la espalda y cruzó los brazos.
—Aaah con que soy feo... Pues a Vic le gusto. ¿Verdad?—. Ana seguía riendo tímidamente.
—Por supuesto que si eres muy lindo—. Contestó sinceramente la chica.
—¿Ves? Ella tiene buen gusto—. Le respondí a Elizabeth.
—¿ A sí..? ¿Te digo que más tiene victoria?—, me respondió burlona Vic y yo nos volvimos a ver y levantamos los hombros, —¡Cosquillas!—. Se avalanzó sobre Victoria, le hacía cosquillas en las costillas. Victoria solo reía a carcajadas.
—Ja, ja, ja, ja, ja, ja. Me haré pipí encima Elizabeth, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja—. Dijo casi sin aire.
—En serio lo va a hacer Eli—. Mencionó tímidamente Ana.
—Ok, ok ya paro ja, ja, ja—. Le respondió a su hermana, cuando oímos la puerta abrirse.
—¡Victoria! ¿ Puedes explicarme a que se debe este desastre? Tú hermana llegará en cualquier momento y sabes que no viene so...—. Me encontró con Victoria en brazos y Eli a mi lado.
—Hola papá—, le saludó Elizabeth, —él es Petter—. Me miró desde abajo, era masomenos del tamaño Leonard.
—Vaya Petter, eres muy alto—, me dijo asombrado yo puse a Victoria en el suelo aunque se quedó a mi lado sujetándose de mi camisa, —parece ser que Victoria se encariñó contigo—, me extendió su mano, —mucho gusto yo soy George, el padre de Elizabeth, Ana y Victoria—. Me dijo el señor, era castaño y tenía ojos color miel al igual que su segunda hija.
—Yo también me encariñé con ella señor—, le extendí la mano y le di una apretón, —mucho gusto señor ya usted sabe quién soy yo, no obstante me vuelvo presentar, soy Petter de angora, soy el novio de su hija mayor—. Le queriendo parece seguro, la verdad estaba muy nervioso pero como mi chica había dicho, es algo que se tenía que hacer.
—Lo sé Petter, mi hija me ha contado mucho de ti. ¿Eres arquero verdad?—. Me preguntó tratando de hacer conversación.
—Si señor.
—No solo es arquero papá. Es él mejor tirador del mundo—. Le contestó Elizabeth yo me ruboricé un poco...
—Petter enseñame a tirar—. Dijo la pequeña Victoria. No supe que responder volteé a ver a su padre en busca de alguna respuesta apropiada.
—Si ella quiere aprender no veo por qué no—. Le dijo poniéndose a su altura.
—Bueno si me deja señor tenemos que hacer algunas cosas en la ciudad luego volveremos a la escuela... Pero él próximo verano podría recibirlos en... A mí me gusta llamarlo hawkhouse... Aunque solo es la vieja mansión de mi familia ahí puedo enseñarle algo de lo que se y conocerán a alguien muy especial... Es más dejemos planear a futuro y si no tienen nada que hacer podemos partir mañana la escuela puede esperar, aún tenemos libre hasta agosto—. George me miró asombrado no esperaba que le propusiera algo así, Elizabeth me miró algo confundida.
—¿Petter de verdad quieres ir a tú casa ahora?—, me miró con algo de angustia, —¿Qué hay de June?—. Tenía razón June estaba sola en la escuela y sonaba preocupada cuando nos llamó.
—Ven acá un segundo mi amor—, ya por aparte nos dispusimos discutir, —mira se me ocurrió... Esos dos estaban en la ciudad... ¿Y si hay más brujos en Londres?—. Ella sabía que tenía razón.
—¿Quieres sacar a las chicas de la ciudad, cierto?—, me sostuvo las manos, —¿Estas seguro que quieres que sea en tu casa?—. La traje hacia mí sujetándola de la cintura.
—No solo estoy seguro, es lo que se debe hacer, además pediré a Miguel que le coloque una barrera en Hawkhouse—. Me dedicó una mirada dulce.
—Se quedarán el tiempo que dure todo esto—. Le dije en tono de preocupación.
—¿Estas seguro de esto ?—. Había oído muchas veces esa pregunta mientras estuve en esa casa.
—¿De qué tengo que estar seguro Elizabeth?—, Le pregunté seriamente, —van tres o cuatro veces que me preguntas lo mismo desde que estamos en tu casa—, Estaba molesto si le digo que quiero hacer algo es por que estoy seguro de hacerlo, —¿Dudas de mí? ¿No te gusta mi idea? Dime pero por favor... Pero deja de preguntarme si estoy seguro de lo que yo digo que quiero hacer—. Estaba molesto con ella pero dudo haber entendido por qué realmente.
—Lo siento Petter... Es solo que no entiendo cómo te apegaste tan rápido a mi familia, deberías estar más nervioso deberías, comportarte más tímido no deberías ser así y eso me confunde mucho—. No lo entiendo de verdad.¿Que quiere de mí?
—Dime Elizabeth...¿ Donde está mi padre? ¿Cuántos hermanos tengo? ¿Con quién vivo en mi casa?—. Creo que es por eso... No lo entiendo muy bien...
—Petter...—. Le brillaban los ojos.
—No lo sé Elizabeth, Ok. Cuando llegué y vi a la pequeña Victoria, vi esta casa me... Me di cuenta de lo solo que estoy en la mía y de lo mucho que quiero una familia como la tuya—. Me había dado cuenta de que llevaba dos años solo en una mansión casi tan grande como el castillo.
—Petter...¿Qué te puedo decir..?—. Creo que entendía.
—Quiero ser parte de todo esto, tú vida-, le di la espalda,-¿Esta mal?
-No, no lo está-, se puso en frente mío, -solo me estás tomando por sorpresa, no pensé que reaccionaras así-. Me abrazó fuertemente.
-¿Vamos a mi casa ?-. Le volví a preguntar
-Eso no depende de mí, mi amor-, Me soltó,-Veamos que dice mi padre-. Me respondió, luego me besó en la mejilla luego volvimos donde estaban su padre y las chicas.
—¿Entonces..? ¿Quieren pasar algún tiempo en Hawkhouse ? ¿Qué dicen?—. Les volví a preguntar.
—No lo sé Petter. ¿No será mucha molestía llegar de manera tan repentina..? ¿Qué dirán tus padres si llegas a la casa de repente con 4 personas que se quedarán en su casa resto del verano?—. Me respondió George, había visto esa cara muchas veces era el gesto que usaba Elizabeth cuando estaba insegura de algo.
—De hecho, hace algunos años que vivo solo en la casa... Mi tío es mi tutor pero él no vive en esa casa conmigo... A parte de mí solo el personal que se encarga del mantenimiento vive cerca. Y solo yo en la casa aunque ellos llegan todos los días sin falta—. Le respondí amablemente.
—Así que básicamente vives solo... —. Me miró con algo de lástima.
—Si señor...—, Elizabeth me tomó de la mano, —desde que papá murió así es, eso fue hace dos o tres años ya—, George me miró con ojos de tristeza, —Él tuvo una vida muy satisfactoria, hizo literalmente lo que quiso antes de morir. No me entristece hablar de ello como ha de notar—.  He avanzado bastantes estos meses con ese tema.
—Siento oír eso Petter, si nos quieres  recibir en tú casa por las vacaciones estaré encantado de aceptar pero. ¿ Como nos vamos de aquí—. Me preguntó, luego se me ocurrió algo muy loco.
—Elizabeth. ¿Puedes por favor llamar a June?—. Le dije con una mano en la barbilla.
—Siento volverte a preguntar Petter pero... ¿Estas seguro...?—, se cruzó de brazos, —Te matará por no volver ha mismo a la escuela—. Esta vez tenía razón en preguntarlo... Pero había una forma de abrir una puerta entre la escuela y mi casa.
—Hay una manera para resolver todo esto, querida—. Abrió los ojos asustada, sabía a lo que me estaba refiriendo.
—Es oficial, te has vuelto loco—, las chicas y su padre nos miraban confundidos, —a ese tipo no le podemos confiar nada Petter. Hay una razón por la que vinimos aquí por medios convencionales—. Evidentemente no podemos decir que llegamos en un Camaro y que teníamos a dos chicos encerrados e inconscientes en la parte de atrás, pensé que entendía eso pero es evidente que no. 
—No tenemos opción Elizabeth—.  Le   respondí brevemente.
—¿Pero que hay si Miguel se entera?—. Me preguntó preocupada y tenía sus razones Miguel es muy volátil.
—Nunca nos prohibió decirle a nadie—. Tecnicamente yo tenía razón, aún así estaba consciente que era jugar con fuego... Nos mataría si se da cuenta.
—Es muy arriesgado Petter—. Insistió asustada.
—¿Se puede saber de qué hablan ustedes dos?—, preguntó la pequeña Victoria. Hablaba con bastante propiedad  para ser tan pequeña sonaba igual a su hermana cuando perdía la paciencia pero tenía una voz más dulce y un tinbre alegre que contrastaba con el timbre calmado y elegante que tenía su hermana al hablar cuando estaba tranquila. Como sea nosotros dos no supimos que responderle nos miramos el uno al otro y nos alzamos de hombros.
—Me pregunto lo mismo que mi hija... Algo se traen ustedes dos... Lo supe desde que vi ese anillo en la mano de mi hija—, se cruzó de brazos, —¿No irán a decirme que quieren mi permiso para casarse verdad?—. Nos ruborizamos al instante... Bueno ese anillo si parecía uno de compromiso pero no sé nos había pasado nunca por la mente...
—¿¡Una boda!?—, gritó victoria con alegría, Ana se ruborizó casi tanto como nosotros,— sería genial que te casaras con Petter así el sería como mi hermano.
—¡No no!—, contestamos al unísono,— estamos muy jóvenes para pensar en pedirle la mano de su hija—, contesté yo de inmediato,—además... Dudo mucho que su hija acepte al menos no en estas circunstancias—. Dije nervioso... Elizabeth me miró algo molesta... ¿ No sé que esperaba que le contestara a su padre pero eso no era... Ahora sí me vio nervioso no sé qué decir.
—¿Qué te hace pensar que no aceptaría?—. Nos estábamos desviando del tema... Este viaje había sido una pérdida de tiempo... No voy a mentir fue relajante olvidarnos del castillo y me encantó estar aquí pero no era a lo que veníamos... Claro no me importaba mucho estaba haciendo lo que un chico y su novia  harían en verano; tener citas, visitar a sus padres, luchar con brujas... ¿¡Luchar con brujas!? Ok oficialmente nosotros no podemos tener ratos  de normalidad. ¿Qué sigue, vampiros? No tentemos a nuestro escritor de pacotilla para meternos a otro de sus clichés.
—¿Si te lo pidiera, con todo esto que está pasando, aceptarías ?—. Le pregunté sin pensar mucho su padre levantó una ceja.
—Por supuesto que sí, lo haría sin pensarlo dos veces—, Pero... Tenemos 17 años... No me imaginé que pensara en casarse conmigo, —Ahí te va el por qué. No sabemos qué pasará mañana; hasta donde sabemos... Estamos a punto de observar el apocalipsis... Si vamos a pasar todo esto quisiera unirme con la persona que amo antes de que todo se vaya al demonio.
—¿¡A qué rayos se refieren a ustedes dos!?—. George había perdido la paciencia, y nosotros el punto de la conversación que hasta hace poco estábamos teniendo.
—¿No me queda otra opción, cierto Petter?—. Continuo Elizabeth con el tema anterior.
—En efecto querida así es no nos queda de otra—. Sacó el celular de uno de sus bolsillos y marcó el número de June.
***—¿June? ¿Querida cómo estás? Ya casi vamos para allá. A Petter se le ocurrió una pésima idea y necesito que busques al loco por favor—. Sonaba muy feliz de hablar con June.
—Esto durará un rato, mientras tanto pueden empacar chicas, usted también Señor. Igual podemos venir después por más ropa si es necesario después—.  Pasaron unos veinte o treinta minutos con ella hablando con June sobre cualquier tontería.
—Petter aquí está el idiota—. Me dijo con desagrado y me dio el celular. Ya  las chicas habían guardado lo necesario.
—Leo... Amigo necesito un favor—. Le dije seriamente.
—¿Y cuál favor sería ese?—. Me contestó  con su tono usual.
—Uno que implica romper una o dos reglas—. Soltó su risa maniaca  de costumbre mientras le contaba todo el plan.
—Esto será interesante, de inmediato abro una puerta hacia donde ustedes—. Colgó e inmediatamente apareció una gran puerta prendida en fuego, parecía sacada del mismísimo averno como era usual.
—Bien chicas pasen, por favor—. Dije refiriéndome a Elizabeth, Ana y Victoria. Ana se veía muy asustada mientras que a Vic le brillaban los ojos.
—¡Increíble!—. Exclamó la pequeña, sujetó el pomo, lo giró y entró inmediatamente dejando la puerta abierta tras de ella sin dudarlo ni un segundo... Esta chica definitivamente no era como ninguna de sus hermanas... Cuando conocí a Elizabeth era muy asustadiza; esa vez en el pasillo no soltó la cola, de mi gabardina ni un segundo. Victoria en cambio con ocho años vio emerger una puerta prendida en llamas de la nada y entró sin dudarlo y hasta se veía ansiosa por hacerlo. En definitiva yo quería una hermana menor como ella... Era adorable.
Ana la siguió corriendo... Era mucho más asustadiza que cualquiera de ellas dos, aún así no iba a dejar que nada le pasara a su hermanita, —¡Victoria, espera puede ser peligroso!—. Gritó mientras salía tras ella y así cruzó la puerta. Su padre... George solo veía atónito lo que pasaba... Había quedado en shock.
—Papá cruza por favor—. Le dijo Elizabeth en tono dulce. Él tenía la mirada perdida y se encontraba de rodillas. Movió la cabeza a manera de afirmación. Yo lo ayudé a ponerse en pie y caminó como zombie a la puerta.
—Eli yo iré a recoger a esos dos y luego los  traeré hasta aquí. Dile a Raquel que voy hacia allá—. Creo que no lo había mencionado antes pero Raquel es a quién le encargamos el auto y a los hermanos. 
—¿Que hay del auto?—. Me preguntó,  tenía razón...
—No te preocupes, mí amor lo haré recoger—. Le dije y besé su frente. Fue rápido, seguían inconscientes y deje el auto en frente de la casa de Elizabeth. Ella estaba en la puerta  esperándome.
Me miró seriamente hacia arriba con una mirada tranquila pero fulminante.
—Petter no creas que el asunto del matrimonio está olvidado—, me miró de manera retadora, —lo olvidaba hay alguien que falta todavía—. Me llevó hacia su cuarto estaba vacía, por su puesto faltaba su gran cama en el centro de ella, así también sus libreros; solo había una cama para perro, un escritorio vacío y un gran armario de color ébano, he de suponer que estaba vacío también.
—Aki, ven acá por favor, no te escondas—. Dijo en un tono asertivo.
—No sabía que tenías un perro Eli—. Dije algo confundido, ella no lo mencionó nunca.
—Eso mi amor, es por que no es un perro—, Me dijo tronando los dedos esperando a que saliera,— a ver. ¿Dónde estás pequeña de mami?—, se dirigió al armario y abrió la puerta, para mi sorpresa aún había mucha ropa ahí dentro. Bajo el perchero con sus vestidos había una pequeña zorra de color naranja y ojos amarillos era hermosa, — aquí estás pequeña—, la tomó en sus brazos, era del tamaño de un gato grande,—Petter ella es Aki, como otoño en japonés, fue un regalo de cumpleaños de papá hace dos años—. Me acerqué y se dejó acariciar sin problema.
—Es hermosa Elizabeth. ¿Por qué no me habías hablado de ella?—. Se quedó pensativa unos segundos.
—Supongo que simplemente olvidé mencionarla, perdoname en serio—. Algo me decía que no era del todo cierto el que lo haya olvidado... Me estaba ocultando algo acerca de la pequeña zorrita.
—Lo olvidaste... Bueno ya qué cuando estés lista hablaremos de esto... Sé cuando ocultas algo... No olvides que te conozco mejor que nadie fuera de tu familia—. Le dije algo herido... Es irónico pero no me gusta que me oculte cosas. Siento que tal vez no la conozco tanto como quisiera... ¿Qué hay de su madre? Bueno la madre de Victoria es básicamente Elizabeth... Deberían oírla hablar sobre su pequeña... Esa niña es su vida entera. Por el contrario jamás habla de su madre es como si no existiese... 
—Petter...—. No supo que más decirme. —Vamos las chicas y tu padre deben estarnos esperando—. Hemos estado discutiendo bastante últimamente...  Ella ha sido mi única compañía mucho tiempo creo que toda esta locura nos ha afectado... Es demasiado estrés no hay momentos de calma... No hay citas a solas, apenas tenemos tiempo para simplemente no pensar en nada.  Como sea cruzamos el portal y ahí estaban las chicas asombradas... El idiota había abierto la puerta en medio pasillo principal todos se nos quedaban viendo de manera extrañada.
—¡Oye idiota, llévanos a mi casa!—. Le dije molesto. Ana estaba tras su padre y Victoria corría de un lado a otro riendo y poniendo a varias personas en el suelo sin esfuerzo alguno, casi sin darse cuenta... Esa niña es tan fuerte como su hermana mayor.
—Ok, ok ja, ja, ja, ya voy—, se tronó los nudillos, —¡puerta infernal!—. Gritó como siempre lo hacía. Otra gran puerta emergió del suelo.
—¡Victoria vámonos, después vemos el castillo! ¡Tenemos que ir a la casa de Petter!—. Le gritó Elizabeth a la distancia ya iba directo al gran salón y el llamado la frenó en seco y casi tropieza con la alfombra.
—¡Aaaw! Pero yo quería  explorar—. Dijo sin más y con gran emoción.
—Creeme pequeña... Pasan cosas  muy extrañas en este castillo, no querrás perderte en uno de los pasillos que están y en un momento ya no. Ja, ja, ja, ja, ja, ja—. Le dijo Leo con el afán de asustar a la niña, pero no hizo más darle   más ganas de correr le brillaban los ojos de la emoción. Yo por mi parte iba a girar el pomo de la puerta...
—¡Alto ahí grandísimo traidor!—. Era June... Venía corriendo hacia nosotros como un toro corre hacia el matador.
—¡June! ¿Qué pasa?—. Yo tenía un hermano a cada brazo.
—¡Que estás tratando de escapar como siempre!—. Estaba sacando humo por las orejas casi literalmente.
—Si no te das cuenta, estoy ocupado con el asunto que te mencioné—.  Le dije señalando a los dos inconscientes.
—¿A si? Entonces dime. ¿¡Por qué hay una mini Elizabeth tumbando a todo el alumnado como fichas de domino!?—.  Vaya estaba molesta. ¿Como le iba explicar esto?
—Ella es Victoria. ¡Victoria ven y saluda pequeñita!—. Le dije llamándola, y ella se  avalanzó hacia mi sin dudarlo, en un segundo la tenía en mis brazos. Por supuesto dejé caer a esos dos al suelo cuando la vi venir hacia mí.
—¡Hola! ¡Eres muy bonita! Esos rizos... Tú eres Juno... ¿Junio?...—, le traté de decir no dejó que lo hiciera,— yo puedo solita... ¿Juana?... ¡June! Si tú eres June, lo siento lo olvidé—. Fue tan tierno que aunque June trató de parecer seria no pudo, una risa salió de su boca sin poder evitarlo.
—Ja, ja, ja Petter estás jugando sucio. Ja, ja, ja, ja. Trato de estar enojada  contigo y tú me presentas a esta ternura de mujer. Ja, ja, ja, ja. ¡Hola ojos hermosos! ¿Como estas, guapa?—. Le dedicó una tierna sonrisa y Victoria se la devolvió.
—¿Mis ojos son como los de mi hermana, verdad?—, le respondió con orgullo, parecía estar feliz de parecerse tanto a ella, —estoy bien. ¿Y tú? Tú también eres muy bonita, me gusta tu cabello—. Le dijo sonriente.
—Estoy algo enojada con tu nuevo hermano mayor...—. Le respondió con sinceridad, ella definitivamente no entendía todo esto.
—¿Por qué?  He visto que es algo torpe con las chicas, pero es muy lindo—. Dijo seriamente pero June no pudo aguantar la risa. La niña había derretido el corazón de la princesa hielo.
—Por que me tuvo como diez días, sin saber si tú hermana y él estaban vivos, luego cuando muestran signos de vida no quieren venir a atender un asunto importante de la escuela—. Le respondió, pero algo me decía que era más bien para mí. 
—Petter, discúlpate ahora mismo con la señorita, por favor—. Me dijo Victoria en tono asertivo... Claro después de todo era la hermana de Elizabeth.
—Perdona June... Han pasado muchas cosas y decidimos sacar a las chicas y a  su padre de Londres... Ahora mismo las llevamos a mi casa a pasar el verano. ¿Verdad pequeña?—.  Ella simplemente se cruzó de brazos sin decirme nada.
—Petter me va a enseñar a tirar—. Dijo Victoria contenta. Es verdad se lo había prometido. 
—Así es preciosa, lo haré—. No entiendo cómo veía esto con tanta normalidad. Imaginación infantil supongo... O tal vez ya haya visto algo como esto. No sé esa niña era un ángel así que todo era posible.
—¿ Te ha conquistado no es así ? —, me preguntó June,—no tienes que contestarme, se nota por como la miras estás flechado por ella. Es la razón principal por la que los llevas a tu casa—. Esta chica podría ser bruja, la verdad  es que yo siempre he querido hermanos y ella era la hermana que yo quería, me ruboricé un poco y Victoria me sonreía alegremente.
—¿Podemos irnos ya?—. Le preguntó Victoria, impaciente, June Asintió con la cabeza.
—Cuida que Petter no haga alguna estupidez, pequeña—. Respondió con una sonrisa.
—¿Puedes encargarte de estos dos? Le daré a Victoria el cuarto más grande y llenaré su armario con los vestidos más hermosos para que los use y se quede el que más le guste—. Le brillaron los ojos de la emoción.
—Petter la vas a malacostumbrar, ja, ja, ja. Aún me deben explicaciones de todo esto—. Me dijo de brazos cruzados.
—Pídeselas a ellos, estuvimos atrapados en uno de sus hechizos y era bastante poderoso—. Le respondí seriamente, Victoria me miró asombrada.
—¿¡Magia!? Eso explica muchas cosas—. Dijo Victoria... Tal vez dije algo que no me correspondía.
—Vamos Victoria, tú habitación tendrá la vista más hermosa hacía el lago—. Volvió a sonreír, emocionada. Me despedí de June, giré el pomo de la puerta, la abrí y pasé hacia mi casa... Ya había avisado antes que íbamos a llegar.

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