La Ruta hacia el mensajero: entra el pirómano loco explosivos y pirotecnia

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Había pasado un mes casi sin incidentes solo muchos golpes de parte de June. Ya habíamos establecido una rutina ella nos esperaba todo los días la puerta nuestra habitación íbamos hacia hacia la clase que nos tocaba.
Un día me senté en mi asiento, como siempre de mi lado derecho estaba sentada Rose y detrás mio en la fila de arriba estaba June. Nunca había notado que a mi lado izquierdo había un chico que en vez del típico uniforme, llevaba una capucha color naranja con el escudo de la escuela donde debería de estar en el saco, además de un lado llevaba un símbolo tal vez de origen japonés. Era raro jamás se quitaba la capucha, nunca. Durante el almuerzo decidí averiguar quien es el chico.
—Oye. ¿Sabes, quién es el chico es el chico qué se sienta a mi lado en clase?—. Normalmente trataría de no interactuar mucho con ella, a menos de que estuviéramos en nuestra habitación para evitar regaños.
—No lo sé—, se encogió de hombros —jamás lo había notado hasta hoy—. Estaba adelantando algo de la tarea de literatura, tampoco me prestaba mucha atención pero sabía de lo que hablaba.
—¡Ay! Ustedes dos son demasiado distraídos. ¿Que acaso solo se dan cuenta de la existencia uno del otro?—, June había llegado con un sándwich en la mano. Elizabeth le dedicó una mirada de odio. —¿Cómo no van a notar a un chico de tal vez 1,76, con una capucha naranja? Es imposible de no ver.
—Tú también lo acabas de ver ¿Verdad June?—. ya la conocía lo suficiente para saber que significaban algunos de sus gestos
—Sip, así es—. Estaba algo avergonzada normalmente estaba más al tanto que nosotros.
—¡Ja, ja, ja! Eres igual de despistada que nosotros.
—Cállate idiota—. No le gustaba no mi tono burlón
—Dejala en paz Petter tu tampoco lo habías visto—. Rose tenía un carácter mucho más fuerte que June. Pero a su vez esta era mucho más desenvuelta había visto muchas veces a June hablando con chicos mayores que ella y a algunos incluso les coqueteaba. En cambio Elizabeth ha tenido muchos intentos de pretendientes pero se los quitaba de encima simplemente dedicándoles una mirada inexpresiva... Supongo que el azul de sus ojos hacía ver muy intimidante esa mirada. No lo sé me ha dedicado peores a mí y no me ven saliendo despavorido como si acabara de ver un oso o por los ojos del vengador fantasma. Me había ganado la confianza de algunos chicos la clase y siempre me preguntaban como enamorarla, yo siempre les respondía que definitivamente no huyendo apenas captaban su mirada tal vez así lograrían algo. Como ven no les di una respuesta muy concisa. ¿Qué verán los otros chicos qué les da tanto miedo?... Bueno yo sé que le ven para querer salir con ella. Yo solo veo unos hermoso ojos azules, en los que a veces, si me deja verlos de frente puedo ver mi alma. Volviendo al tema no es como que ella busque tener amigos, o un novio. No la he visto conversar con nadie que no seamos nosotros dos fuera de clase. Si alguien le habla en clase sobre alguna cosa este relacionada a la escuela o no, respondé muy cordialmente como buena señorita inglesa, pero su interacción se siente algo distante y el resto de nuestros compañeros lo notaban, aún más cuando la veían discutiendo conmigo.
—Obviamente no lo había visto por eso les pregunte al menos yo lo admito.
—Bueno ya ya, no se pongan como perros y gatos—. Generalmente June nos frenaba con nuestras peleas.
Había pasado el último mes pensando en lo que había pasó en los pasillos. Busqué en la biblia y algunos textos apócrifos y nada.
Encontré algo sobre los tres arcángeles, pero está en latín y me tomará mucho traducirlo. Hay muchas diferencias semántica y fonéticas con el anglosajón, y lo que llevo no nos ha dicho mucho de como descifrar el misterio. Así mismo no teníamos ni la menor de donde estaba, o de que era lo que buscábamos.
Rose y yo habíamos estado pensando, fuimos a la biblioteca juntos a buscar alguna pista en ella e inclusive nos atrevimos a decirle a June, pero nada se le ocurrió tampoco.
Así poco a poco me fui perdiendo en mis opacos pensamientos, la meditación me había atrapado. Mi sangre inglesa despertó, mi amor por el misterio, lo mitológico y lo fantástico; me sentía como Holmes buscando a un criminal o como Bilbo confrontando al dragón. ¿Qué habrá detrás de todo esto?
—Un gran tesoro—. Dijo una voz espeluznante
—Algo que tu nunca podrás tener—. Otra totalmente diferente a la anterior resonó en mi cabeza.
—Tal vez sea algo con lo que puedas acostarte con cientos de mujeres—. Una tercera voz vino a mi en mis pensamientos.
—O algo dulce empalagoso que jamás se acabe—. Una cuarta voz burlona se relamia la
—¡ooouaaahh! Para que quieres averiguarlo—. Una quinta voz dormilona bostezaba a sus anchas.
—Mas vale que en verdad haya algo que buscar—. Una sexta una voz sonaba siniestra y llena de furia
—Sea lo que sea, lo encontrarás tienes que, eres el mejor no debes rebajarte—. Está sexta voz fue la que más me asustó era la que más se parecía a la mía propia.
Trate de ordenar mis pensamientos, pero estas voces no me dejaban. Estaban de estaba cada vez mas perdido entre las voces. No mi conciencia se dejaba llevar por ellas, cada vez mas perdido tratando de salir de ese infierno. Sentía como mi alma se iba corrompiendo mas y mas mi corazón se volvía negro las voces. Querían interponer su conciencia colectiva sobre mi individualidad sentí un profundo y horrible temor, era tan grande que me absorbía mas caía en una espiral, poco a poco me hundía en la desesperación...
—Petter...—, era la voz de Rose —Despierta Petter muévete—, sacudía mi brazo, —¿Qué pasa Pette? No me asustes eres mi responsabilidad, vamos despierta—, su voz se empezaba a quebrar. De nuevo estaba en el salón de clases y había un fuerte olor ceniza. —¿Qué te pasó, Petter? Estuviste así la última media hora, no me asustes—, trataba de levantarme ella sola del asiento y aunque normalmente podría hacerlo, esa vez no y eso fue lo que le asustó,   
—Muévete, tenemos que salir de aquí rápido. Alguien le prendió fuego al pasillo que va hacia el salón principal.
—¿¡Fuego!?—, me levanté inmediatamente. Supongo que eso explicaba por que no me dejó allí.
—Bueno, ya vámonos. Gracias por no dejarme ahogarme aquí.
—Te odio, pero no como para dejarte morir ahogado, al menos no si no soy yo quién lo haga—, caminábamos hacia la salida de emergencia.
—A todo esto. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?
—Bueno tú eres la única responsabilidad que tengo y estás a mi lado, no tengo razones para preocuparme.
—Gra...—. estaba roja como tómate, no podía si quiera respirar bien, aunque tal vez se debía al humo.
—Es que eres tan enana que me temo no poder encontrarte después—. Le saqué la lengua.
—¡Cielos! ¡Eres tan molesto!—, tenía lágrimas en sus ojos y el ceño fruncido, —¡Cada vez que empiezo a pensar que eres tierno o lindo...!—, esta vez se veía muy triste —¡te las arreglas para volver todo al principio! ¡No permitiré que juegues con mis sentimientos Petter! ¡En serio te odio!—. No supe que responderle, la manera en la que se preocupó por mi... Supongo que no fue justa la manera en la que le correspondi.
Aún con el enojo nos la arreglamos para escabullirnos hacia de donde venía el humo. Para nuestra sorpresa el chico de la capucha estaba. Tenía un rostro sádico con una sonrisa desquiciada.
—¡Es hermoso!—. Reía como desquiciado, —el fuego lo es y este compuesto es peculiarmente inflamable—, rió de nuevo —me encanta.
—¿¡Que haces encapuchado!?—, Elizabeth aún estaba de muy mal humor,—¿¡Estas loco!?—. Me sorprendió lo sensible que era para muchas cosas y la falta de tacto que tenía para otras.
—Mi nombre es Pain señorita Leonard Pain y debes admitir que el fuego es hermoso—, acercó a ella e hizo una reverencia. Al parecer no le importó mucho el comentario de Elizabeth, -ver estallar las cosas es tan reconfortante-. Tenía una voz macabra que me hacía poner los pelos de punta.
Yo por mi parte aproveché y tomé el extintor y lo apague antes de que el humo nos ahogara.
—¡Hey!—, pareció ofenderle más el hecho de que apagara el fuego, -¿por qué extinguiste algo tan hermoso?
—No podía seguir encendido, iba a ahogar a todos—, le respondí a aquel loco -era demasiado humo.
—¿Jmmm?—, se tocó el mentón en busca de respuestas. Para él debe ser todo un dilema. —Interesante, soltaba mucho humo. Algo debio ir mal con el compuesto que usé, no debio soltar humo debió ser fuego limpio—, Pensaba en voz alta entre risas diabólicas. —Si yo soy pirómano pero también estudió el principio químico de combustión mi meta es hacer el fuego mas hermoso del mundo—,
caminaba de un lado al otro del pasillo de manera compulsiva, —La belleza del fuego es algo que pocos entienden—. Su rostro reflejaba locura, jamás había visto un rostro así.
—Bueno prueba tus compuestos en otro lado, el fuego es demasiado impredecible pudiste matarnos a todos—. Vi a Elizabeth por un momento solo me volteo el rostro.
—Estoy dispuesto y preparado para cargar con esa responsabilidad—, respondió con una voz burlona dio media vuelta se puso en marcha, dio unos cuantos pasos, me volvió a ver. —Por cierto si quieren saber mas, sobre los arcángeles vengan a media noche al gran salón, trae a la castaña también creo que le interesará—. Dijo mientras se alejaba con tono desquiciado de nuevo y se alejo corriendo y ya no lo pudimos ver
Bueno luego de que los maestros revisaran todo volvimos a la clase, Elizabeth no me volvió a hablar en todo el día, aún así se sentaba a mi lado pero no me veía, hacía como si yo no estuviera allí.
No obstante le pedí a June que nos acompañara estuvo encantada... Por alguna extraña razón le hacíamos caso a un loco.

Bueno hasta aquí llega este cap creo que fue un poco mas psicológico no creen bueno me dicen que tal por favor y próximamente una novela épica con un contexto religioso y fantástico a la orden de las siete hojas sera mucho mas elaborada se los prometo sin nada mas que decir se despide Kardia

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