La primera noche en Londres fue un desastres nisiquiera se cuando me quedé dormida en el piso del departamento era una locura no poder controlar mis emociones, odiaba sentirme tan vulnerable, como pude me levanté del suelo mi tobillo está peor hinchado, morado y el dolor es insoportable fui directo a tomar una ducha necesitaba relajar mi cuerpo, serena un poco el alma porque sería un mes largo sino encontraba un poco de paz.
A las doce tenía que estar en la clínica donde llevaría el tratamiento de mi lesión, la compañía no había estimado gastos para la recuperación poniendo a mi entera disposición a los mejores especialistas; emprendi viaje hacia el lugar, odio los hospitales, clínicas y todo lo que tenga que ver con ello pero es inevitable tener que estar acá y no soltar miles de maldiciones por no medir las consecuencias cuando sobrepase mis horas de entrenamiento.
- Llegamos señorita. - habla el taxista al aparcar en la entrada de la clínica, pagué y comencé el camino hacia la recepción para preguntar sobre el turno que tengo ya que no recordaba el nombre del médico, la recepcionista buscó en el sistema y me informa que el Dr. Gates no podría atenderme por problemas familiares pero había otro que podría verme no rechace la oferta porque necesito que alguien revise mi espantoso tobillo mutante ya daba miedo ver cómo cambia de color.
Si algo odie siempre es la impuntualidad ya llevaba esperando más de 30 minutos a que el doctor se digne a aparecer, mi mal genio no tardaba en aparecer estoy molesta, adolorida e histérica, el cambio de hora y la maldita lluvia tampoco ayudan con mi humor.
- Allison Miller - escucho una potente voz masculina pronunciar mi nombre.
Camino hasta la puerta del consultorio al entrar diviso a un hombre con la típica bata de médico de espalda mirando unos papeles.
- Hola - digo llamando su atención, se gira deteniendo mi mundo, su pelo castaño, sus intensos ojos cafés, sus perfectos labios y ahora usaba barba marcando sus 28 años.
El también me mira detalladamente, sonríe haciendo temblar el piso.
- Srta. Miller, un placer William Meyer - estrecha su mano como saludo todo a mi alrededor comienza a dar vueltas esto no puede ser sin más mis piernas flaquean, todo se vuelve negro y la oscuridad se apodera de mi cuerpo.A lo lejos escucho distintas voces, no entiendo que dicen ni tampoco se donde estoy, lentamente abrí los ojos y lo primero que veo son los intensos ojos de él que me miran con mucha preocupación.
- Srta. Miller ¿se encuentra bien? - pregunta sin dejar de mirarme.
Trato de incorporarme en la camilla así evito mirarlo no hacía nada bien estar en la misma habitación yo soy la que perdía todo por saber la verdad.
- Si doctor - susurro. - ¿qué pasó? - pregunto un poco confundida.
- Eso mismo me pregunto srta. Miller se desmayó de la nada - contesta serio hago todo lo posible para no mirarlo.
- Podría sólo decirme Allison -
- Allison justo te agarré para que no te dieras un tremendo golpe. ¿Estás bien? - vuelve a preguntar tratando de buscar mi mirada.
- Si eso creo, ya debo irme - digo apresurada ya no puedo estar en esta habitación con él tratandolo como sino lo conociera, mis fantasmas se están apoderando cada vez más de mi.
- No Allison - sentencia con firmeza. - Yo soy el médico hasta que no vea que estés bien no saldrás de este consultorio. -
- Doctor Meyer sólo vine por mi tobillo si lo revisa puedo irme a casa a descansar -
- Igual mientras estabas inconciente te hemos sacado sangre para ver si tienes algo - al escucharlo miro mi brazo y recién note la venda.
- Lo único que tengo es un insufrible esguince de tobillo que no deja hacer nada - me quejo tratando de apurar todo ya quiero huir de su lado.
- Unos análisis de rutina nunca están de más - sonríe mostrando sus perfectos dientes. - Ahora muestrame tu tobillo. - con cuidado levanto mi pantalón para que vea, primero lo observa y luego apoya sus cálidas manos dejándome petrificada ante su tacto, mueve mi tobillo de diferentes formas generando gritos de dolor.
- Bueno Allison no está nada bien, seguro notaste su hinchazón eso significa que no hiciste reposo ni pusiste un poco de hielo en la zona - dice tan seguro que levantó mi vista para mirarlo, no podía creer todo lo que había cambiado en estos años.- Culpable! - acoto con un poco de gracia y vuelvo mirar el tobillo no puedo cruzar mucho tiempo miradas porque hacen sentirme una mierda.
- ¿Bailarina? - sólo asenti a su pregunta. - Mira si quieres volver al mundo del baile tenes cuidarte ahora vendare este tobillo y apenas llegues a tu casa te recomiendo absoluto reposo - me aconseja tan profesional.
- Esta bien - si quería seguir en el ballet tenía que hacer caso a sus instrucciones lo que beneficiaba no tener que acompañar a Olivia en sus preparativos de boda. - Desde que volví de Moscú no tuve tiempo de descansar como se debe - comenté para aligerar un poco la tensión.
- ¿Vives en Rusia? - pregunta con mucho interés.
- Si, hace 6 años que vivo en Moscú - él a escuchar mi respuesta sólo asiente y veo cómo con delicadeza pasa un crema sobre el tobillo sentir sus dedos en mi piel quemaban todo mi cuerpo, no podía explicar que sentía tenerlo tan cerca mío nuevamente.
- Esto que te puse es Diclofenac en gel ayudará un poco con la hinchazón y disminuirá el dolor - me explica con cuidado comienza vendarlo. - Por lo que supongo tu familia es de aquí ¿qué haces viviendo tan lejos? - inquiere sin dejar de hacer su trabajo.
- Trabajo, bailo en la Compañía de Ballet de Bolshoi una de las mejores del mundo - aclaro sus dudas.
- ¿Bailarina de Ballet? Nunca tuve la oportunidad de presenciar una de esas cosas -
Ruedo los ojos, si había presenciado miles de funciones cuando bailaba en Londres. - Te pierdes grandes sensaciones -
- No lo dudo soy fanático de la música clásica - quería reír por eso desde cuando le gustaba. - muchas veces el trabajo te consume y no hay tiempo para hacer lo que uno quiere o desea pero te prometo que cuando vuelvas al escenario iré a verte - dice haciendo que vuelva a mirarlo ahí nuestras miradas se cruzaron dejándome nuevamente vulnerable.
- He estado en ese día tan importante de cada uno de mis pacientes cuando vuelven a su pasión me gusta verlos felices -- Bueno pero para que vuelva a pisar un escenario faltan dos o tres meses todo depende capas te olvides - me encojo de hombros restandole importancia.
- Nunca olvido a mis pacientes - afirma muy seguro. Ninguno vuelve a hablar hasta que termina de vendar el tobillo. - Ya está voy a prescribirte ibuprofeno para cada vez que duela, absoluto reposo y extremo cuidado - ayuda a bajarme de la camilla ya no puedo seguir cerca suyo mi fortaleza comienza a romperse lentamente. - Toma con esto pasas por la farmacia -
- Gracias doctor - agarro la receta para huir de este maldito consultorio.
- Cuidate nos vemos el miércoles - me informa sin dejar de mirarme no se que busca.
- ¿Miércoles? - pregunto dudosa sólo tenía que venir una sola vez para que revisará la lesión así empezar con la rehabilitación.
- Si ese día estará los resultados de los análisis que pedí que te hagan de paso vemos otra vez como mejora tu tobillos en recepción pide un turno -
- Ok, doctor Meyer, un placer - saludo para irme ya no puedo más.
- Adiós Allison - se despide estrechando su mano no quería tocarlo pero quedaba muy maleducado no hacerlo así que tomé su mano al tocarnos una corriente viajó por todo mi cuerpo y creo que también le paso lo mismo sin más escapé de ahí en donde estaba ahogandome con el pasado como pude salí corriendo de la clínica, lo más lejos que este de William Meyer menos dolor sentiría, no estaba preparada para verlo ahora, que mierda es el destino.
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PERDIDA.
Short StoryNo se cuanto tiempo estuve perdida hasta que volvimos a reencontrarnos.