Capítulo 10

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Empecé a seguir a Milly, había averiguado el nombre de su universidad y un par de sus rutinas. Necesitaba información para planear una dura venganza. ¡Ya vas a ver pequeña zorra!¡Nunca debiste posar tus ojos en Michael!

Tenía que apurarme, las vacaciones estaban en la puerta lo que no era bueno para mis planes. Necesitaba que Milly estuviera rodeada de gente, su gente. Que se dieran cuenta que clase de persona es. Aún no tengo nada, no tengo idea qué decir. He estado evaluando mentir un poco, exagerar. Sin embargo, el impacto no será el mismo si invento algo a la realidad. La verdad en este caso puede ser muy poderosa. La cuestión es ¿qué verdad?

Después de varios días me había dado cuenta que era casi perfecta, salía de casa, iba a la universidad, asistía a sus clases y volvía. Un ciclo que no cambiaba. 

No voy a mentir. Tiene que ser algo real. Ella debe tener algún defecto.

  —¿Te das cuenta de lo patético que es esto? —dice Maira mirando por los binoculares. Estamos cerca de la parada del autobús.

—Esto es una misión seria. Necesito que ella se caiga del pedestal en el que la tiene Mike. 

Puja dejándome claro que me cree loca.

—¿Por qué no te inventas algo? Usa photoshop para que se vea besando a otro tipo, ¿qué se yo? Cualquier cosa. Ya estoy cansada de seguirte este juego. La verdad ni siquiera me cae mal. 

—Eres mi amiga, debería caerte mal. Si es mi enemiga es la tuya. 

Deja los binoculares y me mira. De alguna manera la había ofendido. 

—Cuando nos hicimos amigas, tú me dijiste que no te gustaba que los amigos fueran iguales. Que te gustaba la diversidad. Lo chistoso fue que en ese momento pensé que intentabas decirme que eras lesbiana. 

Mi mandíbula se descuelga de la impresión. ¿Lesbiana? Maira se ríe. 

—Y ahora —continúa —, estás diciéndome que quieres que sea igual. ¿Qué tu odio sea el mio? 

—Entiendo, y no quiero que eso pase. Me gusta que seas diferente y no soy lesbiana por eso. Pero... —tengo que apartar la vista de ella — ¿Podrías apoyarme en este proyecto?

—¿Acaso no lo estoy haciendo ya? —pregunta indignada.

—Sí, gracias por eso.   

Por fin aparece Milly y la charla llega a su fin. Ambas miramos cada movimiento, esperando que tenga uno en falso. 

  —No creo que encontremos nada—dice pesimista —. Tienes que aceptar que ella es mucho mejor que nosotras. 

A pesar que dijo nosotras, el efecto de su comentario no se sintió más leve. De alguna manera, eso me hizo sentir que la que actúa mal soy yo. La culpabilidad me invade pero gracias a años de práctica, rechazo aquel sentimiento debilitante.  

—Deberíamos espiarla de noche. Es claro que en el día no va a hacer nada malo. 

—Ella es universitaria. Y tiene un aspecto de nerd. No creo que sea fiestera. 

—Que sea fiestera no me sirve. Michael es fiestero. Necesitamos algo que lo haga voltear a otro lado. Que sea feo. 

—Eso no va a pasar sin ayuda —dice Maira levantándose.

¿Estás loca? Te va a ver. 

Me levanto enseguida, la alcanzo para tomarla de un brazo y caminamos hacia el lado contrario. 

—¿Qué planeas, pequeña genio? —le pregunto. 

—Pues... no tengo nada concreto. Y te juro que yo nunca lo consideraría si no fuera para ti. Pero antes que espiarla, debes considerar que cosa haría a Michael dejarla. 

Esa es una buena pregunta. 

—Bueno... Michael es mujeriego pero le gusta que su chica sea exclusiva. 

—Sí, pero eso va a ser difícil. Necesitaríamos a un amigo guapo que intente coquetear con ella. Y asumiendo que ella caiga en esa trampa, mostrarle fotos. Pero, creo que esa no sería mi primera opción.  

 —¿Entonces?

—Se supone que tú eres su mejor amiga. Piensa. 

Piensa Antonia. ¿Qué haría a Michael dejar a una chica en medio de un mar de lágrimas? Bien, tampoco un mar de lágrimas. Tal vez un poco de drama, reclamos y muchas cámaras de vídeo grabando la escena.

—¿Y bien?

—No lo sé. 

—¿Y te haces llamar a ti misma su mejor amiga?

—No me provoques —le advierto. Mis orejas han empezado a calentarse. 

—Piensas mejor cuando estás enojada. 

—No me digas —le digo sarcástica.

Me alejo un poco y camino de un lado a otro. No puede ser tan difícil, casi todo mundo tiene un lado sensible. 

—¡Odia la mentira! —digo más emocionada de lo que quería. 

—Sí, la odia y sobre todo odia la hipocresía. 

Cierto, le disgustaba que alguien predicara y no aplicara. Uno de sus más sonados dichos era "Si lo dices, lo haces".

—Hay que hacer que Milly haga algo que la deje en evidencia delante de Mike —dice Maira. 

¡Santos cachorros! ¿Qué haría sin mi chica cerebro? 

  —¿Emborracharla? ¿Qué haga un gran espectáculo?  

  —Algo así —dice con una sonrisa —. El único problema es que debes fingir que todo está bien. Que te comprometes a ayudar a Michael y que vas a tratar de llevarte bien con ella. 

—¿Estás jugando?—digo asombrada. 

—No. Es la mejor idea. Si tu le sigues declarando la guerra, la principal sospechosa serás tú. Pero... si creen que estás de su lado...

—Entiendo. 

—¿Crees poder hacerlo? —pregunta con curiosidad. A pesar de tener ese tipo de ideas malvadas, en su vida personal y sobre todo conmigo, nunca tiene malas intenciones. 

—Tendremos que averiguarlo. 

Sonreímos con sorna y caminamos a casa.  

Mala compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora