Capítulo 15

100 28 2
                                    

Michael POV

Cuando desperté en la casa de Tonia estaba bastante confundido. Había llegado a su casa con un objetivo y había terminado durmiendo en su cama. ¿Qué me pasa? Si bien no quería que siguiéramos peleando, necesitaba que ella cambiara su manera de pensar sobre mi decisión de dejar atrás mis adicciones. Pero a pesar de todas las oportunidades que le había dado, ella seguía con lo mismo. Incluso ahora quería meter a Milly en su venganza. ¿Qué le había hecho esa chica tan encantadora? Estaba seguro que Tonia no se acercaría a Milly si no tuviera un As bajo la manga y gracias a los años de conocerla, puedo asegurar que no es algo agradable. 

¿Voy a dejar que suceda? ¿Qué le haga daño a Milly? Mi interior estaba confundido otra vez. Tonia es mi amiga y Milly mi novia—o por lo menos algo más que mi amiga, hasta que ella decida aceptarme de nuevo. 

Fue ahí donde tuve la idea. Antonia Nieto necesitaba una lección. Algo que le enseñe que no es debido acercarse a alguien solo para destruirlo.

Salí de su casa con prisa porque no quería que sus padres me encontraran en mi caminata de la vergüenza y de alguna manera, mi venganza hacia Tonia no sería encaminada hacia sus padres. Ellos me agradaban. 

Ahora que mi amiga se ha dado cuenta de lo que he hecho, ya no estoy tan seguro. Fue una estupidez haber divulgado eso con Elena. Sabía que ella se lo diría a todo aquel con quien cruzara, no importaba si lo conocía o no.  ¡No sé si fue una buena idea!

Antonia Nieto era conocida en la escuela como la emo rockera. Tenía una gran personalidad y la gente respetaba su manera de ser porque no le importaba si otros hablaban de ella. Aunque tengo que agregar que su forma de vestir atraía a hombres pero no a mujeres. La mayoría la miraba con desdén cuando pasaba y la llamaban perra a sus espaldas. Sin embargo, con lo que acabo de hacer, los comentarios empezarán a ser frontales. 

Eres un ser despreciable. Me dijo mi consciencia luego de enfrentar a Tonia y Maira. 

Mi mejor amiga me había mirado de una forma que nunca pensé que sería merecedor. Se veía decepción y casi pude oír como se partía su corazón. Se sintió traicionada y eso también me conmovió. 

Se supone que soy el chico que la defienda, que la apoye. No alguien que coja su reputación y la manche de esa manera. 

—¿Cómo pudiste acostarte con Antonia?—pregunta una chica de mi clase. Siempre ha estado interesada en mi y ahora parece enojada por la reciente noticia. 

—No sé de que hablas.

—¿No es verdad? Todos lo están diciendo... pero si no es verdad, podría ayudarte. 

Le sonrío y ella empieza a respirar agitadamente.  

—No tienes que hacer nada por mi, hermosa.

Al oír la palabra hermosa, casi se desmaya. 

—La verdad no culpo a Antonia, si fuera yo, estaría más que dispuesta. 

Así que la chica inocente tiene garras. 

—Bueno, me gusta tu entusiasmo... pero tengo novia. 

—Chica afortunada.

—No siempre —le digo y me levanto. Necesito alejarme de esa chica antes que salte encima.  

En el pasillo me cruzo con Ricardo. Él ha estado un poco alejado del grupo por la cantidad de trabajos que le ha tocado entregar. La mayoría de mi clase, tenía negocios con él. 

  —Mike, amigo.

—Ricardo, hace tiempo no te veía sin un bolígrafo en la mano —se apoya en mi hombre y sonríe.

—Dos semanas pesadas pero lucrativas. Deberíamos salir, yo invito. 

—Claro. Aunque nada de lo habitual. 

—¿En serio? ¿Eres Michael Rivera?

—No seas payaso, simplemente quiero alejarme un poco del alcohol.  

—¿Por qué? ¿Por lo de Tonia? ¿Te acostaste con ella por estar borracho? 

—No me acosté con ella —digo cansando. La verdad no sé para que lo hice si iba a estar negandolo después. Soy un idiota.

—Ya... Bueno ¿entonces por qué?

—Me estoy pasando con el alcohol y las drogas. No quiero llegar hasta el punto que no pueda volver.

—¡Por favor! —dice como si fuera un chiste —. No puedes salirme con eso. No eres alcohólico, claro que no. Puedes controlarlo, no seas maricón. 

—Me vale lo que pienses —digo y sigo mi camino. ¿Cómo he sobrevivido con esos amigos?

Debería llamar a Milly. Creo que me he demorado mucho en hacerlo. De la forma en la que las noticias vuelan en este pueblo, ella ya debe estar enterada de lo que he dicho y seguramente con algunos detalles añadidos. 

Su teléfono suena y contesta al primer timbre. Supongo que eso es una buena señal. 

—¡Hey hermosa!

Hola Mike.

—¿Cómo estás? 

Bien, aunque bastante confundida.

— ¿Por qué, cariño? 

En la mañana escuché un rumor y estaba muy enojada contigo. Pero luego, Antonia me llamó y me contó una historia muy difícil de creer. Pero por su tono, pude darme cuenta de lo destrozada que estaba. Que se sentía lastimada, que tú le habías hecho daño. Lo gracioso es que ella me llamó para que estuviera tranquila, para que no creyera el rumor, ni terminara contigo.  

—¿Qué? ¿Ella te llamó?

Sí, hace unas dos horas. Casi al mismo tiempo en el que yo había escuchado el rumor. 

—Lo lamento, yo no sé que estaba pensando cuando lo hice. Aunque no te he contado mi razón principal... no estoy seguro si debería hacerlo. 

Mira Mike. Yo... he estado pensando. La verdad creo que es mejor darnos más tiempo... Separarnos antes que me sigas haciendo daño. Y al parecer, que le hagas daño a tus amigos de toda la vida.  

—¡Espera! ¡Milly por favor! Fue un error estúpido. Estaba vengándome porque Antonia me mandó droga en los días que estaba tratando de dejarla. Y no pude aguantar. Por poco me mata.

Pensé que no te habías drogado en más de una semana. Que ibas bien. 

—No fue por decisión propia. 

Lo lamento Mike, pero esta decisión es definitiva. Sin embargo espero que sigas tratando de dejarlo. Que lo hagas por ti y tu futuro.   

Me va a dejar y piensa que voy a seguir sus pasos. ¡Está loca! 

—Nunca pensé que serías capaz de dejarme en la mitad del camino. ¿Acaso crees que podré controlarme ahora? —Uso mi último recurso: chantaje emocional.

Eso parece hacerla suspirar. Se queda callada un rato al otro lado de la linea. 

Es tu vida —dice sin titubeos y cuelga.  

Me quedo mirando a mi teléfono como idiota, al darme cuenta que me había colgado. Ella era una chica dulce y la había convertido en alguien que le cuelga el teléfono a otro en la cara. ¿Puedo ser aún más porquería? 

Doy media vuelta y busco a Ricardo. Al encontrarlo lo tomo del hombro. Me mira con sospecha pero relaja su expresión cuando nota mi estado emocional. Supongo que se ve mi ira en la expresión o la derrota en mis hombros. No lo sé. Pero Ricardo imita mi gesto.

—Acepto las cervezas —le digo. 

—Bien, nos vemos a las siete —dice. 

Mala compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora