Capítulo 16

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Ha pasado una semana desde que me enfrenté a Michael. Las burlas han cesado, supongo que alguien ha hecho alguna estupidez que ha desviado la atención. Gracias a estar lejos de mis amigos regulares, he mejorado mis notas y me anunciaron que no necesitaba quedarme en vacaciones. ¡De verdad que ahora mismo le haría una estatua a Maira!

Supe que Milly terminó con Mike. Eso me animó un poco, pero luego me entró cierta sensación de desasosiego como si hubiera cometido un error. Aunque si vamos a ser honestos, el mayor culpable de la situación fue Michael. Seguramente que no habría pasado eso, si él no inventa ese rumor sobre mi. 

Dentro de una semana se acaba el curso. Habrá un gran baile de despedida que está organizando los de último año. Afortunadamente, no se necesita ir en pareja. Maira no es fanática de ese tipo de planes, pero no le queda más remedio al darse cuenta que sólo somos las dos contra el mundo. 

—Tienes dos llamadas perdidas de Mike —anuncia mi amiga.  

—Sigo ignorándolo. Parece que no se da cuenta.

—Tal vez quiere disculparse —aboga por él. Sus gestos me recuerdan a mi madre cuando intenta justificar mis acciones con mi padre —. Quizás si lo escucharas...

—Maira, tú lo escuchaste, dijo que me lo merecía. 

—De cierto modo lo hacías —dice mientras se encoje esperando mi reacción. 

Le doy la espalda furiosa. No merecía ser traicionada por él. Si bien, una chica normal que se metiera con Michael sabía su destino —ser usada y desechada —,  no era lo mismo que fuera yo. Al final siempre he conocido el modus operandi de Mike. Si me acostaba con él, era por querer cambiarlo o podrían decir incluso que lo amaba. Aunque había otras versiones más crudas: Unos decían que no había más chicos comprometidos a los que conquistar. Otros, que estaba probando que Michael Rivera tuviera corazón pero que no lo había logrado. Y los más osados decían que Mike me tenía lástima y sólo quería aceitar mi maquina.

—Lo lamento, no quise decir eso —se disculpa al rato cuando se da cuenta que no le contesto. 

—No te preocupes. Estoy acostumbrada a ser señalada.

—Puedes cambiar eso. No hay necesidad de ser la chica extraña de la escuela. 

—¿En serio? Volverme igual que las putitas esas, que se pintan los labios color rojo ramera, usar faldas plisadas y blusas pastel ¿eso quieres? 

—No, claro que no. Nunca serías así. Pero puedes ser alguien lejos de los rumores de pasillo. 

—La verdad me gusta que hablen de mi.

—No es cierto. La semana pasada estabas que golpeabas al siguiente que se interpusiera en tu camino y te mirara con desdén. Tuve que rescatarte en varías ocasiones.

—Aprecio tu lealtad, en serio. Pero eso no desaparece quien soy. Necesito un poco de tiempo y las vacaciones serán un gran alivio para mi. 

—Sí, es cierto. Deberíamos planear un viaje. Un poco de playa puede curar cualquier cosa. 

Esa idea me entusiasma. Hace mucho tiempo no iba a la playa y mucho menos en compañía de un amigo. 

—Me agrada tu idea. 

—Haré los preparativos. Déjame eso a mi. Concéntrate en pasar el examen final y hablar con Michael.  

—¿No te rindes? Ya te dije que no quiero hablar con él. 

—Si que quieres. Yo simplemente soy la chica que te empuja a hacerlo ya que eres demasiado orgullosa para reconocerlo por ti misma. 

El timbre de mi casa suena. Mis padres no están y es raro que alguien venga a esta hora de la tarde. Me asomo por la ventana y veo que una figura masculina se tambalea en la entrada. Tiene que sostenerse de la pared para mantenerse de pie. 

—¿Lo llamaste? —la acuso —¿Le dijiste que viniera?

—¿De que hablas? —dice sorprendida. Se acerca a la ventana y ve a Mike. 

—De él.

—Te juro que no he hecho nada que no me hayas autorizado. No haría eso. Sabes que no saltaría tu opinión en esto. Primero haría que tú lo aceptaras. 

—¿Qué hago? —La verdad no quiero dejarlo afuera pero hablar con él era una mala idea.

—Debes ser su amiga. Se ve muy mal, Tonia —dice sin apartar la mirada de la entrada. 

—Vienes conmigo —le digo tomando su mano —. No voy a enfrentar esto sola. 

Bajamos la escalera. Los pasos de Maira parecen ser forzosos, casi la estoy arrastrando y ella hace la fuerza contraria como si quisiera correr hacia el otro lado. Abro ligeramente la puerta y veo a Mike tratar de enfocar su atención hacia mi. Pasa un segundo más y aún no parece reconocerme. 

—¡Sálvame, Tonia! —dice y cae al suelo.   

Mala compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora