8. Little queen.

484 52 19
                                    


Hay quienes se quejarían por tener que recorrer las calles de Nueva York con un calzado que aparte de ser extremadamente alto también es extremadamente costoso, por lo que exponerlos a posibles pisotones y suciedad urbana no es algo que harían ni de chiste.

Por el contrario, yo lo veo como una gran ventaja. Aparte de que me ayudan a obtener una altura mayor a muchas personas de la multitud de las calles, también aportan un toque de intimidación extra. Pues hay que tener el suficiente dominio como para subirse a unos tacones de por lo menos quince centímetros y no bajar la mirada al suelo en ningún momento, es decir, que si no traes contigo la experiencia necesaria para evitar que tu tobillo se doble cuando accidentalmente pases por un desnivel en la acera, tu tacón tenga la intención de atascarse en un agujero o incluso tener que emprender una persecución. Te recomiendo y escojas las zapatillas de deporte.

-Hubiéramos venido en coche- Se queja por tercera vez Max.

Chasqueo la lengua en señal de fastidio.

-¿Cómo si quiera puedes pensar que no notarían que un coche desapareció misteriosamente? Hasta el despistado de Steve lo notaría- Le aclaro a la vez que me llevo por delante a una señora que estaba estorbando.

-¡Pero fíjate niña maleducada!- Me reprende a mis espaldas y como respuesta sacudo mi cabello con una mano indicándole lo mucho que me importa.

-¡Lo siento!- Le grita Max a la señora y yo ruedo los ojos.

¿Así o más infantil?

-¡No puedo creer que arroyaras a esa señora!- Chilla indignado.

-¿Quién demonios se detiene a mitad de la calle de manera abrupta sin razón alguna? Estaba estorbando- Aclaro.

Él me mira como si no creyera las palabras que salen de mi boca.

-¿Es un chiste verdad?- Pregunta cuando llegamos a un cruce peatonal y esperamos a que el semáforo de luz verde.

-No, y deberías ver a Logan. Él literalmente los arroja contra las vitrinas de los locales- Digo encogiéndome de hombros y reanudando la marcha.

Algunas mujeres me dan miradas de asco al ver las perforaciones de mi abdomen que quedan libres por el crop top de cuero negro.

Max niega con la cabeza con una mueca de terror. Resoplo diciéndome que el empujar a alguien contra un vidrio es demasiado para él.

-Me duelen los pies- Se queja y tomándolo de su camiseta lo estampo contra la pared más cercana. Una mujer chilla acelerando su paso y mirando temerosa hacia atrás.

-Estamos tardando el doble de tiempo que usualmente me toma llegar al lugar al que vamos sólo porque no has dejado de quejarte como un bebé todo el camino. Si por mí fuera hace rato habría acelerado la marcha. Y antes de que digas que ando en tacones, déjame aclararte que ya he corrido con ellos antes, así que no, no es un problema- Termino y lo suelto.

Él asiente aturdido y comenzamos a caminar más rápido. Al cabo de unos cinco minutos estamos entrando a una de las mejores zonas residenciales de Manhattan.

-Casi juraría que se respira un aire diferente aquí- Comenta Max a mi lado.

Me encojo de hombros dándole la razón porque es casi cierto. Estamos a las afueras de la ciudad. Un potente motor de auto comienza a escucharse a la lejanía.

-¿Qué haces?- Inquiero al ver que Max mira repetidamente hacia atrás a medida que el sonido del motor se vuelve más potente.

-Quiero ver el auto- Responde y lo obligo a mirar al frente.

Devil's Murderers |TEG#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora