15. Keelie Vólkov Petrov.

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Hola! te robo algunos segundo de tu lectura para pedirte que leas la nota del final por favor :D

Disfruten el capítulo

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Los rumores son como una plaga, un virus. Y una vez pasan de una boca a otra, es como si se multiplicaran sin piedad. Llegan a los oídos de todas las personas que estén interesadas en escucharlo, sin embargo, estos siempre son distorsionados y la verdadera versión se pierde casi que por completo.

Básicamente eso es lo que sucedió conmigo. Tan pronto en cómo me retiré de la organización todas las mafias comenzaron por enterarse en menos de veinticuatro horas. Eso no me sorprendió. Lo que sí lo hizo, fue que para el momento en que crucé las calles de Brooklyn, las personas de las zonas marginales, los indigentes y los pequeños grupos criminales comenzaron a susurrar entre ellos confirmando el rumor que había llegado a ellos hacia pocas horas. No tenían el descaro de hacerlo cuando cruzaba por su lado con mis botas haciendo eco en los callejones, pero sí lo hacían cuando doblaba en la esquina. Sabía cómo funcionaba esto. Una vez que rompes lazos con tu mafia, todas las mafias deben saberlo. Es ley y, ya saben, yo soy una fiel seguidora de la misma.

Principalmente, los comentarios estaban compuestos por frases como: "No imbécil, ella los asesinó a todos y salió con una cabeza colgando de sus manos" patéticamente asqueroso. O, "Yo escuché que la expulsaron, Era una perra" Esa versión era mejor, además no estaba tan alejada de la realidad. En efecto, yo era una perra si me lo proponía y, en efecto, el Jefe me había dejado entre la espada y la pared, de modo que yo tomé la espada, la clavé en mi corazón y, caminé con ella atravesándome el cuerpo por la puerta.

Eso había sido tres semanas atrás. Había vuelto a uno de los apartamentos que tengo comprados alrededor de algunos sitios del Estado y había decido quedarme allí por un tiempo. Está claro que los rumores no cesaron. Por el contrario, aumentaron cuando se corrió la nueva voz de que estaba siendo rastreada por mi antigua organización para ser aniquilada. Podían meterse sus estúpidas especulaciones por donde quisieran.

Tenía conocimiento de que Sean, Logan y Max habían estado merodeando por Manhattan, y en una ocasión habían arrimado a Brooklyn. No se quedaron por mucho y decidieron volver a la Gran Manzana. La única ventaja de ser reconocido en las calles por tus habilidades, es que es posiblemente el único lugar en donde vas a encontrar protección sin haberla pedido, y lealtad como consecuencia del miedo.

Lastimosamente, siempre hay un idiota que se cree más listo que el resto y decide sacar ventaja de la manera incorrecta. Un hombre, de no más de treinta años, acaba de cruzar el callejón con Sean caminando a su lado. El desconocido de las calles señala en dirección a mi apartamento y luego un poco impaciente, toma la cantidad de dinero que Sean le ofrece y se aleja paranoico por el callejón. Suspiro y me encamino a abrir la puerta y tomar asiento en un cómodo sillón individual.

Una figura cautelosa se asoma con cuidado por la puerta del lugar y en cuanto me ve sentada con el revólver dorado en mis manos se tensiona y da dos pasos adentro cerrando la puerta.

-Acabas de costarle la vida a ese idiota- Le digo sin mirarlo.

-Tomó su decisión- Responde y asiento.

-Así que, ¿A qué vienes Sean?- Inquiero posando mis fríos ojos en los suyos y un destello de vacilación cruza por ellos.

-El Jefe me envió. Quiere que vuelvas- Se recuesta sobre la pared de entrada.

Resoplo con diversión. –Así que envía al negociador de paz de la organización. Dile que puede meterse sus peticiones por el culo e irse a la mierda.- Respondo.

Devil's Murderers |TEG#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora