19. Pequeños detalles. Maratón 2/3

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El sonido de una televisión encendida y de voces murmurando a mi alrededor me traen de vuelta a la realidad. Unos fuertes brazos se encuentran rodeándome y no necesito abrir los ojos para darme cuenta de quién me sostiene.

Intento estirar mis piernas, pero el episodio anterior que pasó mi cuerpo me cobra factura y el mínimo movimiento parece querer quebrarme de dolor así que me limito a apretar suavemente el torso del hombre que me sostiene para hacerle saber que estoy despierta.

- ¿Cómo te sientes? -Me pregunta Sean.

-Como la mierda- Respondo bajándome con esfuerzo de sus piernas y tumbándome en el otro lado de la cama.

Él ríe y comienza a bajar de la cama.

-Sean- Lo llamo y él se acerca a mi lado por el otro borde de la cama. Espero hasta que está frente a mí para rodearlo con mis brazos. -Gracias- Le digo con la voz entrecortada y el besa mi coronilla.

-Eres mi hermana y lo único que me queda. No me voy de tu lado así lo quieras- Me responde.

-No lo quiero- Digo y volviendo a depositar otro beso en el mismo lugar sale del cuarto.

Me quedo sentada completamente sola por unos instantes hasta que escucho diferentes pisadas entrar a la habitación. Uno por uno los chicos van pasando y me lazan comentarios sarcásticos acerca de mi aspecto y de cómo me gusta llamar la atención. Keelie me mira con lágrimas en los ojos mientras me abraza al igual que Leah. Deciden que es una buena idea dejarme descansar así que se van luego de unos minutos.

Max me miraba desde una esquina antes de decidir que era momento de salir. Cierro mis ojos con dolor y lo detengo cuando va por el umbral.

-Max- Lo llamo y él se tensiona, pero se gira hacia mí. Le indico que se siente a mi lado en el colchón

- ¿Por qué no me lo dijiste? -Le pregunto con la mirada fija en él. Me devuelve una mirada confusa.

- ¿De qué estás hablando? -Pregunta y tomo un suspiro.

-Que no fuiste tú- Respondo y un destello de temor pasa por sus ojos sabiendo de lo que estoy hablando.

- ¿Cómo te enteraste? -Pregunta y niego quitándole importancia recordando uno de los muchos archivos que me había dejado el Jefe.

-No me lo dijiste- Insisto. - ¿Por qué?

-Necesitabas a quién culpar, alguien que te ayudara a alivianar esa carga. Iba a decírtelo cuando los videos salieron a la luz, pero para ese entonces me di cuenta de que no tenía sentido. Él estaba muerto y tú no tendrías manera de aligerar ese peso. Así que decidí cargar con sus errores- Me explica.

-Lo que hiciste fue estúpido. ¿Qué ganabas con que yo te odiara? Eres un imbécil- Le digo negando con la cabeza y él suelta una pequeña risa.

-Tal vez- Dice y me lo quedo mirando por un momento.

- ¿Hasta cuándo planeabas continuar con la farsa? -Le pregunto y él lleva su mano hasta la mía de manera torpe y entrelaza los dedos. Intento apartar el brazo por mero reflejo, pero él sostiene mi mano firmemente sin hacerme daño.

-No voy a dañarte Sasha, no soy como él- Me dice y niego.

-Eres su hermano- Le digo.

-Era su hermano. Está muerto, yo lo maté. No soy como él- Me pide que le crea.

-No pretendas venir acá, tomar mi mano y creer que puedes entrar a mi vida como si nada. Apenas te conozco y esta no es mi manera de hacer las cosas -Le digo colocándome de pie y él me imita.

-No pretendo entrar a un lugar al que ya lo había hecho. Tú misma me dejaste entrar, no me culpes por ello- Me dice mirándome con fuerza.

-Vete- Le susurro con los ojos cristalizados.

- ¿Qué? – Pregunta estupefacto.

-Largo de aquí- Le digo con un poco más de fuerza en la voz y él se aparta de mí lo suficiente para intentar leer mi expresión y su rostro se suaviza.

-No soy como él- Me repite antes de besar mi frente e irse del lugar.

Me dejo caer en la cama sin fuerzas y sin ganas de pensar en nada.

*************

Para el amanecer del otro día ya me encuentro completamente recuperada del episodio de la noche anterior. Me encuentro completamente lista para volver a ser una perra con el mundo.

Me termino de calzar mis botines de cuero, aplicar labial y acomodar mi top negro. Abro la puerta de la habitación y la imagen de seis asesinos desayunando al tiempo que conversan cosas sin sentido me recibe como una patada en el rostro. No tardo en aparecer en su campo visual y me saludan con un distraído agitar de mano para continuar en su conversación. Sigo de largo en dirección a la pequeña nevera y tomo una de las manzanas de Keelie. Me siento sobre el mesón en silencio mientras observo el episodio que se reproduce ante mis ojos. ¿Cómo siquiera es posible?

Los archivos que el Jefe me había compartido la última vez que lo había visto me habían despejado un sin número de preguntas que se habían acumulado en mi mente. ¿Mirar más allá? ¡Eso habría sido imposible sin conocer tal información! No había manera en la tierra de que yo comprendiese tales cosas sin la ayuda de esos documentos. Eso había cambiado notablemente las reglas del juego. Estábamos jugando en contra de otros dos jugadores y, ¡tonta de mí!, ¿Cómo pude haber olvidado una de las primeras reglas de juego? El enemigo de mi enemigo es mi amigo.

Esa frase resolvía todo el asunto.

Había tenido la solución a mis problemas frente a mí todo el tiempo y no lo había notado. No habría habido manera en el mundo en que lo hubiera hecho en el período de tiempo del que disponía sin tener la ayuda de esos papeles. ¿Puede una palabra cambiar las reglas de juego? Por supuesto. Es mi juego, y siempre gano.

Aunque aún estaba el asunto de los mercenarios renegados de Roman, ya había contactado con su líder, y su precio me había dejado completamente anonada. Honor. Esa había sido su respuesta. En este entorno, uno esperaría que a cambio te pidan dinero, joyas, territorio, poder e incluso una vida. ¿Pero honor? Ese era un precio bastante extraño, aunque favorable para mí.

Algo grande se avecina, todos lo saben. Las mafias comenzaron a irse con cuidado en las calles. Comenzaron a hacer llamadas al exterior. Todos quieren saber qué pasa, pero nadie tiene una respuesta. Ni modo, ya se darán cuenta cuando descubran que eligieron el bando equivocado.

Steven hace un comentario que hace que todos suelten una risotada y que me trae de vuelta a la realidad. Leah se levanta con una sonrisa en el rostro y toma asiento a mi lado en la barra.

-Tienes esa mirada- Me dice y alzo una ceja en su dirección invitándola a continuar.

- ¿Esa mirada? -Le digo burlona y ella asiente.

-La que dice que no nos estás diciendo todo- Responde y deslizo una genuina sonrisa en mi expresión.

- ¿Qué diversión habría en que lo supieran todo? Créeme, saben todo lo que necesitan saber. El resto es un asunto privado- Respondo.

- ¿Privado? ¿Quieres que te recuerde cómo terminaron las cosas la última vez que tuviste un asunto privado? -Me pregunta con cinismo en la voz y ruedo los ojos.

-Ya, recuerdo cuando casi muero Leah, pero esta vez no será igual- Le respondo.

- ¿Ah no? -Inquiere.

-No, será mejor- Le digo sonriendo y ella resopla bajándose del mesón y enciende la televisión.

Me encuentro con Logan siguiendo cada uno de sus movimientos y espero a que su mirada choque con la mía para hacerle una pregunta silenciosa con mi expresión. Él me mira con fastidio y rasca su oreja. Sonrío amplia y maliciosamente tras ese leve gesto. Él se da cuenta y se paraliza. Bajo de un salto y al pasar por su lado le envío un texto.

"Aún haces eso de rascar tu oreja cuando dices mentiras"

Él me mira y le guiño un ojo antes de seguir hacia mi habitación. No sin antes reparar en el ceño fruncido de Sean hacia Keelie.


Devil's Murderers |TEG#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora