21. Corazón sangrante

323 38 28
                                    

Hola! ¿Te importaría regalarme unos minutos al final? ¡Es importante!

******

¡Maldición! ¡Cómo odiaba salir lesionada de una pelea! ¡Sentía que todo mi cuerpo amenazaba con romperse en pedazos con cada paso que daba! Odiaba a Roman. Odiaba a todo lo que tuviese que ver con Roman.

Incluso, en ocasiones, me odiaba a mí misma. Era inevitable.

Desarmo con furia el fusil en mis manos y limpio con fuerza cada una de sus partes. ¡Ellos me habían dejado en el estúpido apartamento completamente sola!

- ¿Te importaría enseñarme? - Pregunta una irritante voz a mis espaldas.

Me habían dejado con Max. Eso y nada, eran lo mismo.

- ¿Qué cosa? – Pregunto con la intención de que decida echarse para atrás.

-Todo lo que sabes sobre armamento- Responde y lo miro con una expresión que mezcla sensaciones como aburrición e irritación.

- ¿Todo lo que sé acerca de armas de fuego? – Repito haciendo énfasis en cada palabra. ¡Eso es absurdo!

-Sí- Se limita a responder encogiéndose de hombros.

-Eso es absurdo. Llevo años aprendiendo a manejar cada una de las armas que se cruzan en mis manos y aun así nunca termino de conocerlas. Las armas de fuego son mi especialidad, sí, pero eso no significa que es porque sea la manera más fácil de asesinar a alguien, como piensan algunos idiotas. Las escogí porque se me da bien hacerlo. Sostengo el mejor récord de puntería y precisión en la organización. Un récord que logré posicionar con esfuerzo y con años de trabajo. Así que intenta no ofenderme diciendo que quieres aprender todo lo que sé en cuestión de horas, cuando es algo que toma años aprender. – Le digo encajando el cartucho y alzando mi mirada para conectar con la de él.

-Al menos podrías enseñarme cómo desarmar un fusil- Insiste encogiéndose de hombros y soltando un gruñido alzo mi mirada hacia el techo y asiento finalmente.

Él sonríe y se sienta a mi lado en el suelo.

-Toma uno- Le indico y él alcanza el gemelo del que tengo en mis manos.

Le doy una mirada de curiosidad y, sin embargo, él no quita la molesta sonrisa de su rostro. Niego con la cabeza y comienzo a ladrar instrucciones.

**

Son las nueve de la noche y el equipo aún no llega. Mi nivel de indignación no podría ser peor. Me encuentro en el suelo de mi habitación con decenas de documentos esparcidos a mi alrededor, algunos discos de almacenamiento y pendrives. El tiempo se agota y aún hay muchas cosas por ultimar. Alcanzo un sobre de color negro. El mismo sobre que el Jefe se tomó la molestia de traerme hace poco en persona. Mis dedos pican con curiosidad por saber qué es lo que hay en su interior. "Esto podría volver a cambiar las reglas del juego" Habían sido sus palabras. Bien, veamos qué cambios hay que hacer.

Rasgo su sello de seguridad y abro un espacio en el suelo entre los demás papeles para vaciar su contenido. Al principio nada tiene forma. Una docena de documentos, registros de nacimiento, fotografías, un pendrive y oh mierda, un registro de defunción.

Tomo el registro entre mis manos con mi ceño profundamente fruncido. Le doy una primera mirada, y luego dos, tres, cuatro. Sin poder creer lo que estoy leyendo.

Las fechas coinciden, los nombres y los registros. Esto es una mierda. Rebusco desesperada hasta dar con un certificado de adopción, comparo las fechas, las edades y las fotografías. No puede ser cierto, porque esto significaría que el Jefe lo sabía, y eso, jamás se lo perdonaría. Tomo el pendrive y lo conecto nerviosa a mi laptop. Los archivos tienen fecha de hace diez años. Los abro, uno por uno, mientras me niego a creer lo que estoy observando. Mis ojos comienzan a picar con lágrimas que amenazan con hacer una entrada triunfal. Cierro la computadora con fuerza y arranco el dispositivo de almacenamiento con rabia de su lugar.

Devil's Murderers |TEG#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora