17. ¿Cuál es el plan B?

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La habitación se encuentra completamente llena de asesinos, y vaya ironía, nunca me había sentido tan segura en mi vida. Hay desde hackers capaces de derribar todos los sistemas de seguridad de un continente en cuestión de minutos, hasta personas capaces de disparar a la cien de sus madres. Yo, por ejemplo.

Se había desatado una pequeña discusión entre Evan, el egocéntrico alemán capaz de recitar todas y cada una de las especificaciones técnicas del arma que le colocases en frente, y Keelie, la chica de los venenos. De ahí el seudónimo "La exterminadora del continente europeo", todas sus víctimas eran asesinas como plagas. Silenciosamente.

A la pequeña disputa se había sumado el chico de ojos rasgados que simplemente se dedicaba a mirar con superioridad al par de rubios y a hacer uno que otro comentario realmente fuerte hacia alguno de los dos. Era un hombre de pocas pero duras palabras. Así que sí, estaba en un radio de menos de diez metros con nueve asesinos demás y no podía estar más tranquila. Me acerco silenciosamente hacia el australiano que teclea frenéticamente en tres computadoras, como si estuviera sucediendo algo tan fascinante que no pudiera despegar sus ojos de ellas.

-Princesa- Me saluda burlón y resoplando apago una de sus computadoras. Él gruñe y toma un chuchillo que tenía a su lado dispuesto a desquitar su ira contra mí. Lo desarmo de un golpe.

-Tranquilo, no tenemos por qué ponernos todos locos, necesito que accedas a la base de datos de Roman.

-Dame algo a cambio- Pide encendiendo de nuevo su computadora.

-Puedes tomar lo que quieras de ella- Le digo y el alza la mirada hacia mí con incredulidad.

- ¿Incluso esos videos en los que te trataban como una pequeña puta? -Inquiere y pateo con fuerza su silla haciendo que se parta y el idiota arrogante frente a mí caiga al suelo.

-Atrévete a llegar a esos videos, y para el momento en que comiences con la descarga, yo ya habré asesinado a todos tus guardias, tirado tu puerta abajo y llenado tu cuerpo de tantos agujeros que los de criminalística solo tendrán un cuerpo irreconocible- Lo amenazo presionando su garganta con mi tacón. Él comienza a ponerse morado y lo suelto. -Quiero la maldita base de datos de Roman ahora mismo- Sentencio y él fulminándome con la mirada se coloca de pie y comienza a teclear. - ¿Ya ves cómo es más sencillo cuando cooperas? No había por qué hacer tanto drama Cole- Le digo y él me ignora. Así que me doy media vuelta y me acerco al enorme vidrio blindado que nos aleja del ruido exterior.

-Atenea- Me llama el más adulto que todos acá. El sueco de la barba de comercial.

-Marcus- Menciono haciéndole saber que soy toda oídos.

-Sabes que no puedo untarme hasta el fondo, ¿Verdad? Esto no es como la última vez que nos reunimos- Me explica a mi lado mirando por el ventanal también.

-Sí, desde luego que no es como hace dos años- Le respondo prestando atención a los guardas.

-Simplemente no puedo estar en el campo de acción. Ya me retiré, la única explicación del por qué me tienes aquí a tu lado, es porque juré lealtad a nuestra sociedad y ti, nuestra líder- Me dice.

-¿Retirado? Pero si no llegas ni a los treinta- Respondo con burla a la vez que mi ceño se frunce a causa del movimiento fuera de la cabaña.

-Tengo una familia ahora. Ella lo sabe y lo acepta. Sólo espera no tener que enterrar a su esposo en menos de un año de matrimonio. Yo tampoco lo espero -Me dice mirándome, pero me encuentro muy ocupada buscando detalles en el exterior que me rehúso a dirigirle una mirada.

Devil's Murderers |TEG#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora