Hola! Les pido el favor de que por favor lean la nota del final, es increíblemente importante para mí y todos ustedes.
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Voces entremezcladas, exclamaciones de desesperación y el sonido de las teclas de la computadora son la ambientación con la que cuento en estos momentos. Han pasado dos días desde el enfrentamiento que tuve con el sujeto en el callejón, lo que significa que estamos dos días más cerca del enfrentamiento. No habíamos recibido una bonita invitación, de hecho, no hubo más invitación que el hombre siguiéndome en el callejón. Sabía lo que su aparición significaba; un ultimátum. Era la oportunidad de dar dos pasos atrás o dar uno hacia adelante y posicionarme en la línea de juego. Había decido avanzar. Y ahora, mirando los rostros de los presentes y recordando las ocho llamadas que había recibido en las tres últimas horas por parte de cada uno de los miembros de la Liga de los Asesinos, bueno, se me hacía mucho más fácil comprender por qué ninguno se había salido de este macabro juego. Los asesinos de la Liga estaban en la ciudad, era todo lo que sabía. Cada uno cuida de su vida y nada más. Hasta llegar al campo del enfrentamiento. Allí, son invencibles. Somos invencibles.
Me detengo por un momento, tomándome la molestia de analizar las expresiones en los rostros de los presentes. La sala se encontraba rodeada de la información que había encontrado de manera independiente y de la que se me había sido enviada por el Jefe semanas atrás. Todo menos las grabaciones. Esas ya habían sido destruidas por mí hace dos noches cuando llegué con el teléfono celular del hombre del callejón y le pedí a Steven que desencriptara los documentos privados del dispositivo. No éramos estúpidos, sabíamos que lo que contenía en su memoria interna eran planes pasados o información errónea, de modo que no nos lanzamos a por ella como si nuestra vida dependiera de esos archivos. Lo que hicimos fue tomar toda la información y clasificarla. Descartando los planes que no serían ejecutados y memorizando algunos otros como posibles estrategias de emergencia. Todos estaban ocupados haciendo algo, ya fuese buscando, archivando o memorizando. Pero, aun así, podía leer en sus rostros la expresión que todos teníamos en común. No sabría describirla, pero estoy segura de que ese brillo en los ojos y los largos y sonoros suspiros solo podían ser ocasionados por el pensamiento que había estado rondando en la mente de todos nosotros; alcanzar la libertad. Este enfrentamiento sería nuestro pase al cielo o al infierno.
Una vibración constante en el bolsillo de mis pantalones me saca de mis pensamientos.
- ¿Sí? – Pregunto tomando la llamada.
-Habla Sabrina – Me avisa y una lenta sonrisa se desliza por mi rostro.
- ¿Novedades? ¿Qué tal la vida en el hospital? – Le pregunto.
-Sabes que hay días mejores que otros – Responde y por el tono de su voz, apostaría a que hoy fue un día de mierda.
-Sólo te quedan seis meses, Sab, y entonces podrás mandar ese lugar a la mierda – Le digo y ella ríe sin ánimos.
-Ocho meses – Corrige y caigo en cuenta de mi error. El hecho de que Sabrina esté dispuesta a salir del hospital mental para entregarme el paquete hará que aumenten su estadía allá por dos meses a manera de castigo. Ella guarda silencio por un tiempo y luego retoma. – Tengo todo lo que me pediste, pero no podré entregártelo hasta dentro de tres días. Sólo hasta ese día tengo chance de salir – Me dice.
-Te veré a primera hora ese día, aún desconozco el punto de encuentro, así que la dirección estará digitada en el GPS del auto que dejaré para ti dos cuadras abajo del hospital. – Le explico y ella hace un sonido de afirmación.
-Adiós- Se despide.
-Gracias, sé lo que implica hacer esto para ti- Le agradezco y ella murmurando algo cuelga la llamada.
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Devil's Murderers |TEG#2|
ActionPara aquellos que ya los conocen aprendieron a irse con cuidado, sin hacer ruido y sin avisar. Para aquellos que aún no lo hacen es mejor que comiencen a hacerlo. Las reglas del juego han cambiado y esta vez no hay términos medios ni rutas de escape...