Capítulo 5

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Me desperté con un delicioso olor a bacon y bajé las escaleras de dos en dos, mi madre se había tomado una semana libre y estaba haciendo el desayuno, John tenia un restaurante en la playa de Santa Mónica y ya se habia ido a trabajar.

La cena del día anterior había sido muy rara y lo ocurrido después con Edward ya ni te cuento. Cuándo entré en la cocina y vi todo lo que había preparado mi madre me senté en los taburetes de la isla corriendo. Delante de mí había un plato lleno de tortitas humeantes y a su lado un plato de bacon con huevos. Hay que decir que a mí no me gusta comer por la mañana y eso viene de familia, por la mañana no tenemos apetito así que solo me tomo un zumo de naranja pero en estas ocasiones podemos hacer una excepción.

- Buenos días cariño - depositando un beso en lo alto de mi cabeza - ¿Que te pareció Edward? - preguntó pillándome desprevenida. Le pegué un mordisco a mi desayuno intentando ganar tiempo para pensar una respuesta.

- Tampoco me dio tiempo de conocerlo demasiado, pero pobre Claire... - le respondí metiéndome un trozo de bacon en la boca. La verdad es que me había parecido un capullo integral, el típico "oh si, mira que bíceps tengo, toca, toca" "mi puño es peor que el de Mike Tyson" "hola nenas, soy el más machote de todos" - ¿Porque no vino a cenar su padre? - soy demasiado curiosa para quedarme con la duda.

- El señor Clayton está en un viaje de negocios. - con que en un viaje de negocios... no dejaba de ver algo raro en todo eso - Bueno entonces hoy vas a poder conocerlo mejor, Claire y yo hemos quedado para ir de compras. - sacudí la cabeza deshaciéndome de mis pensamientos. - ¿hija estás aquí? - moviendo la mano delante de mi cara.

- ¿Como? - pregunté todavía sin creérmelo.

- ¿Es que no me has escuchado? Decía que hoy vamos a ir al centro comercial Claire, Edward tú y yo. Ya sabes, así vas conociendo la ciudad.- sin duda no se me habría ocurrido un mejor plan ni en un millón de años.

- ¿No podéis quedar vosotras dos solas? Aún tengo que acabar de ordenar algunas cosas.

- Tienes todo el verano para ordenarlo, vamos Megan no me pongas excusas.

- Pero es que no entiendo porque tengo que ir. ¿Que se supone que vamos a hacer Edward y yo ahí?

- No hay peros que valgan. - genial, a cabezona no la gana nadie. Tocaba resignarse. - Quiero que vengas porque quiero enseñarte los sitios a donde solía ir yo cuando tenía tu edad y veraneaba por aquí, no hay más. - Los abuelos tenían una casa aquí y venían todos los veranos desde que nació la tía Margaret. El último verano que vinieron, en el vigésimo cumpleaños de mamá, salieron a celebrarlo con algunas amigas y conoció a papá, aunque cuando esta estación acabó tuvieron que vender la casa ya que el abuelo se gastaba el sueldo en los bares.

- ¿Y a qué hora se supone que hemos quedado con ellos?

- A las cinco en su casa - dijo mirando el reloj de la cocina, eran las 10 de la mañana - ¿Que te apetece que haga para comer? - cuando mi madre tiene fiesta le gusta cocinar así que yo aprovecho.

- Hace tiempo que no haces lasaña.

- Pues decidido, ¿me quieres ayudar?

Al final ayudé a mi madre a hacer la lasaña ya que me gusta la cocina y hay que decir que nos salió deliciosa.
Pasamos un rato mirando la tele y después subimos a prepararnos. Claro estaba que no me iba a arreglar demasiado, me puse unos shorts tejanos con una camiseta de manga corta negra ajustada, unas sneakers de plataforma y como de costumbre, cogí unas gafas de sol y me las puse en el pelo usándolas de diadema, un poco de rímel y arreando. Salimos de casa y nos montamos en el Mini rojo de mamá, en menos de diez minutos de trayecto el coche paró delante de una típica casa americana.

- ¿Viven aquí? - la casa era de color blanco y bastante grande.

- Si y siéntate atrás que aquí se sentará Claire. - puse los ojos en blanco pero le hice caso.

- No sabía que vivían tan cerca. - trasladándome al asiento trasero.

- Mejor para ti, así Edward y tú podréis veros más. - guiñándome un ojo. Si, definitivamente eso era lo que estaba pensando.

Gracias a Dios en ese momento Edward y Claire se subieron al coche y consiguieron liberarme de esa incómoda conversación con mi madre.

- ¡Hola! - Claire entrando en el coche, dándole dos besos a mi madre, y saludándome a mi con la mano mientras decía, o más bien chillaba - ¡Nos vamos de compras! - y mi madre no tardó en unirse a sus gritos.

Enserio, cuando Claire y mi madre están juntas parecen dos adolescentes locas. Miré a Edward y puso los ojos en blanco, sin duda el tampoco había decidido venir. Apoyé el codo en la ventanilla, permanecí sumergida en mis pensamientos durante todo el viaje, mirando el paisaje que nos rodeaba, más turístico al que estaba acostumbrada. Fuimos a Santa Mónica Place, un centro comercial que no está nada mal, siempre y cuando vayas a dar una vuelta con la compañía que tú elijas.
Ellas entraron a Louis Vuitton y Edward y yo nos quedamos fuera sentados en unos asientos. No tenía nada de lo que hablar con él así que saque mi teléfono para enviarles un mensaje a mis mejores amigas, les dije que lo enviaría por nuestro grupo de WhatsApp cuando estuviera en casa pero apenas había tenido tiempo. Kendall, Melissa y yo somos amigas des de pequeñas.

Yo: Chicas, llegué sana y salva. Ahora estoy en un centro comercial.

Mel: ¡¿Enseriooo?! Que envidia tia, yo estoy esperando a que Kendy decida de una vez la película que vamos a ver.

Yo: Ojalá pudiera estar allí y no aquí con el hijo imbecil de una amiga de mi madre.

Mel: Venga hombre tampoco debe ser para tanto.

- ¿A donde vas? - le pregunté a Edward levantando la vista de mi móvil.

- Esto es un coñazo. - lo cierto es que si.

- ¿Piensas volver a dejar Claire plantada?. - acostándome en el respaldo del asiento de brazos cruzados.

- Voy a dar una vuelta, venga ya no me seas tan estirada, seguro que tú también te estás aburriendo. ¿Quieres que hagamos algo divertido? - mientras me miraba con ojos traviesos. A saber que entiende él por divertido.

Why you?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora