Capítulo 11

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Tuve que pestañear un par de veces para darme cuenta de dónde estaba, entonces me acordé de lo sucedido la noche anterior. En ese preciso momento Edward entró con una toalla alrededor de la cadera, eso sí que era un buen despertar.

- Hombre ya era hora bella durmiente. - yo seguía absorta en sus fantásticos pectorales, era consciente de lo descarada que estaba siendo pero era inevitable. - ¿Como estas? - Tenía un poco de dolor de cabeza pero nada comparado con lo que pensaba que tendría.

- Mejor de lo que esperaba la verdad. - me levanté de la cama y fue entonces cuando me di cuenta de que no llevaba ni pantalones ni sujetador. - ¿Puedo usar la ducha? - pregunté un poco avergonzada al mismo tiempo que cogía mi ropa desperdigada por el suelo.

- Claro, en el armario hay toallas.

Cuando entré en el amplio lavabo el cual ni me había dado cuenta de que había en su habitación  y vi mi reflejo en el espejo me quedé espantada. Llevaba una camiseta de la UCLA que me llegaba a medio muslo, tenía el rímel corrido y el pelo revuelto, sin pensármelo dos veces, me metí en la ducha.

Bajé las escaleras y lo encontré en el salón mirando la tele, no había nadie en casa aunque para mí no era raro.

- ¿Te apetece salir a desayunar? - lo miré sonriente. ¿Que clase de pregunta es esa?

Aquella mañana me llevó a desayunar tortitas y, muy a nuestro pesar me dejó en casa. No hablamos sobre lo sucedido esa noche ni una vez durante todo el verano. Esta estación pasó más rápido de lo que a todos nos gustaría y llegó el día de empezar el instituto, ese era mi último año así que yo estaba muy emocionada, aunque también un poco nerviosa por el hecho de ser nueva.

Me desperté a las siete para poder arreglarme, me preparé la ropa y me metí en la ducha. Decidí ponerme unos shorts tejanos ajustados con un top de manga corta blanco con el que se me veía el ombligo y se ceñía a mi cuerpo junto con mis converse blancas. Me puse un poco de máscara de pestañas y brillo de labios. Había quedado con Edward en que al ser mi primer día de clases me pasaría a buscar por casa y me llevaría.

Cuando salí por la puerta principal me sorprendió ver a un chico en el asiento de acompañante, y a Edward como no, con el ceño fruncido.

- Hola - saludé a los dos entrando en el coche.

- Soy Asher - dijo el chico moreno girándose hacia atrás en mi dirección.

- Yo Megan. - sonriéndole amablemente.

- Lo se, he oído hablar mucho de ti. - noté mariposas en el estomago al pensar que Edward había estado hablándole de mi.

- Ahora vuelvo - informó Edward aparcando delante de una casa cercana a las nuestras . Se dirigió al maletero, cogió una bolsa y aguardó en la puerta hasta que salió una chica rubia y se la entregó.

- ¿Porque no te he visto en todo el verano? - a lo largo del verano Edward me había presentado a sus amigos y él no estaba entre ellos.

- Digamos que he estado fuera estos últimos meses. - lo miré pensativa. Al otro lado de la calle lo que estaba pasando me tenía distraída y Asher lo debió notar. - Es la novia de su hermano mayor, tranquila no tienes nada por lo que preocuparte. - riéndose

- Tampoco es que me preocupe, era simple curiosidad. - dándole con el puño en el brazo.

- Lo que tú digas, Megan, lo que tú digas... - Asher observando a Edward acercarse a nosotros.

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