Después de haber declarado frente a la policía subí al coche de Edward y vi en el reloj de este que eran las ocho de la mañana. No sé en qué momento se había hecho tan tarde.- ¿Tienes frío?
- No, estoy bien. - dije mirando por la ventana. - Fue mi padre... él fue el que me enseñó a pelear - expliqué tras unos minutos de silencio.
- Nunca me has hablado de él.
- No suelo hacerlo. - realmente no estaba segura de si debía explicarle que mi padre era uno de los mejores boxeadores del país. No tardamos demasiado en llegar a mi casa. - Gracias por traerme, y cúrate esas heridas - dije antes de bajar del coche sin darle tiempo a ofrecerme una respuesta. Le agradecía todo lo que había hecho por mí esa noche pero, sinceramente no tenía demasiadas ganas de enfrentarme a la realidad, nuestra realidad.
Antes siquiera de meter la llave en la cerradura y abrir la puerta principal ya sabía que no habría nadie en casa, y la verdad es que lo prefería, lo que menos me apetecía era tener que darle explicaciones a mi madre sobre toda la noche. Subí a mi cuarto y me puse el pijama, ni siquiera tenía hambre. Salí a la terraza, el sol ya hacía algunas horas que había salido.
Hacía tiempo que no sabía nada de mi padre, siempre había estado muy liado con el trabajo pero ya hacía demasiado tiempo que no sabía de él, y mi madre siempre me daba largas. Busqué su numero en contactos y decidí probar suerte, pero no hubo respuesta. Cuando llegara mi madre iba a preguntarle seriamente si sabía algo de él.
Segundo plan, ver una serie. Cogí mi ordenador portátil y me coloqué encima de la cama, conecté Netflix, eso me levantaría un poco los ánimos, o al menos me distraería.
Alguien abrió la puerta, mi madre.
- Si que has llegado pronto. - dije poniendo en pausa la serie.
- Cariño, son las diez de la noche. - miré por la ventana, el sol ya había desaparecido y no me había dado ni cuenta.
- ¿Sabes algo de papá? Es que no me coge el teléfono.
- Estará trabajando, ya sabes que está muy ocupado. - desvió la mirada, me ocultaba algo.
- ¿Seguro que no sabes nada?
- Seguro.
- Vamos dímelo, no soy una niña puedo entender las cosas. - suspiró y puso los ojos en blanco acercándose a mi cama.
- A ver... - dijo sentándose en la cama - tu padre tiene algunos asuntos pendientes que debe solucionar. - me quedé en silencio mirándola.
- ¿Que tipo de asuntos? - estaba harta de los secretos de esta familia.
- Eso no te lo puedo contar.
- ¿Porque no? Ya me queda poco para ser mayor de edad.
- Eso te lo tiene que contar él.
- Pero mamá, si no me coge el teléfono como me lo va a contar.
- Yo solo espero que no haya vuelto a hacer nada.
- ¡Mamá si no me vas a contar nada no me digas eso! - se quedó dando vueltas a la habitación pensativa - Y, ¿que se supone que debo hacer yo ahora?
- Pues nada, esperar.
- Mamá, ¿vosotros os separasteis por ese motivo? - nunca me habían dicho porque se separaron, y la verdad nose porque no me lo cuentan ya.
- Tiene algo de relación. - dijo desapareciendo por la puerta.
Me gustaría tener a quien llamar para poder desahogarme, pero Bett seguro que está de resaca y a Kendall y Melissa no les había explicado nada de lo sucedido con Edward y la verdad, aún no estaba preparada para soltar palabra por palabra uno de los peores momentos de mi vida. Decidí bajar a ver que estaba haciendo mi madre. Estaba sentada en la isla de la cocina con el movil, se la veía triste.
- ¿Te pasa algo? - dije sentándome en frente suyo al verla pensativa.
- No... ¿Quieres que pidamos unas pizzas y veamos una película?
- Me encanta ese plan. Yo elijo la peli y tú las pizzas. - dije corriendo al comedor, sin que a mí madre le diera tiempo de reaccionar.
En media hora ya habían llegado las pizzas y estábamos sentadas en el sofá delante de la tele mirando"Mamma Mía!" a mí madre le encantaba esa película. Cuando acabamos de verla ya eran las dos de la madrugada y cada una se fue a su cuarto, John aún no había llegado. Antes siquiera de poder tumbarme en la cama, mi teléfono sonó, en la pantalla aparecía el nombre de Jay. ¿Qué querrá a estas horas? Me había dejado el movil arriba mientras veíamos la película y no lo escuché, habían 6 llamadas perdidas de él.
- ¿Si?
- ¡¿Megan?! - chilló él entre la música de fondo.
- ¿Que pasa?
- ¿Puedes venir un momento a casa de los Clayton? No te llamaría a estás horas si no fuera urgente.
- ¿Pero que pasa?
- Es por Edward.
- En cinco minutos estoy ahí.
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Why you?
RomanceMe enamoré hasta de las letras de su nombre. De sus defectos, de su ternura disfrazada de frialdad. Eso me atrapó, me enloqueció, esa fue mi perdición. Amarlo #50 - romanceadolescente 13/6/18