Capítulo 19.

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Escuché unos gritos de mujer que venían de detrás de un coche. Me acerqué sigilosamente y miré agachada a través de la ventana lo que estaba pasando, había una chica en el suelo y tres hombres, dos gemelos de unos treinta y otro alrededor de los cuarenta delante de ella.

- ¿Hace falta que te lo repitamos? - la chica no dejaba de llorar. - o es que ¿quieres que hayan repercusiones? - agarrándole el mentón.

Busqué en mi bolso y cogí el teléfono para llamar a la policía, teclee el número y cuando me lo puse en la oreja vi a uno de los gemelos delante de mí.

- Vaya, vaya, parece que esta chica quería llamar a alguien - cogiéndome del brazo y levantándome del suelo bruscamente.

- ¡Suéltame! - dije revolviéndome. - ¡He dicho que me sueltes! - me llevó juntó a la otra chica, me empotró contra el coche y me agarró con fuerza del pelo.

- Aquí el único que da órdenes soy yo, ¿me oyes bonita? - asentí - Espero que te haya quedado claro. - soltándome el pelo. Me senté en el suelo junto a la chica.

- Bueno ahora tenemos a dos - dijo el mayor de los hombres frotándose las manos con una sonrisa maliciosa mirando a los hermanos.

- ¿Te han hecho daño? - le susurré a la chica mientras los dos hombres hablaban un poco alejados de nosotras. Negó con lágrimas en los ojos.

- Bueno chicas... vamos a ir a un lugar mejor - informó el otro gemelo.

- ¿A donde pretendéis llevarnos? - pregunté mientras se acercaban hacia nosotras.

- Estas a punto de comprobarlo. - me agarró del brazo y me levantó.

- Se caminar sola. - liberándome de su agarre.

- Me encantan respondonas - se rió mirando a sus cómplices - Tú nos vas a dar guerra. Vamos,  sube al coche.

- No.

- ¿Como que no? - dando un paso hacia mi.

- No pienso subir al coche contigo.

- ¡Que te subas al puto coche! - empujándome contra el coche. Mientras la otra chica estaba subiendo.

- ¡Suéltame! - dije, y él levantó la mano, me cubrí con los brazos, pero no me llegó a tocar, algo lo detuvo. Abrí los ojos y ahí estaba.

- No te atrevas a levantarle la mano. - Edward estaba agarrando al hombre del cuello. - Maldito hijo de puta - lo estrelló contra el capó del coche, entonces los otros dos salieron del coche. El mayor de ellos agarró a Edward y lo tiró al suelo, este se puso encima suyo pegándole puñetazos. Mientras el otro supervisaba como se encontraba su hermano en el suelo sin aliento. Edward consiguió darse la vuelta, poniéndose encima del hombre y dándole su merecido... El gemelo levanto la cabeza en mi dirección y dejó a su hermano para dirigirse hacía mi. Heché un vistazo dentro del coche pero la chica ya no estaba. Miré a mi alrededor en busca de ayuda, en la entrada de la casa se encontraba Blake.

- ¡Blake! - grité a todo pulmón. Tuve un atisbo de esperanza cuando Blake levantó la mirada, levanté la mano pero no me vio. El hombre que venía en mi dirección me lanzó una mirada llena de odio.

- La has cagado niñata. - dirigiéndose a mi. Vi a Edward encima del otro hombre pegándole puñetazo tras puñetazo, le estaba dejando la cara hecha un cromo.

Nunca pensé que tuviera que poner a prueba lo que mi padre me había enseñado y yo me había tomado como un juego, pero cuando vi que el hombre cada vez estaba más cerca no me quedó más remedio. Repetí las palabras de mi padre mentalmente "Mentón bajo, mirada hacia el frente y nunca te muestres débil frente a tu oponente, la mirada es la clave". Y entonces recordé todas aquellas tardes entrenando, coloqué la pierna derecha frente a la pierna izquierda, la mano izquierda a la altura del mentón y le clavé un gancho de derecha en el estómago, retrocedí inmediatamente, todo a mi alrededor pareció detenerse en aquel instante. El hombre estaba doblado sobre sí mismo y cuando levantó la cabeza pude ver sus ojos llenos de rabia, - la velocidad, recordé entonces - se abalanzó sobre mí pero me zambullí por debajo de su golpe colocándome a sus espaldas, notaba la sangre hirviendo en mis venas. Cuando iba a contraatacar alguien tiró de mí, miré hacia atrás y vi a Edward agarrándome del brazo.

- Ey nena - dijo agarrándome por los hombros. Detrás suyo vi las luces azules y rojas de los coches de la policía y entonces en ese momento me derrumbé, todo había acabado. - Ya está, van a meter a esos hijos de puta en la cárcel - agarrándome la cara y secándome las lágrimas con sus pulgares - No tienes por qué preocuparte. - lo miré, tenía un corte en el labio y los nudillos ensangrentados. Me estrechó con fuerza entre sus brazos y me dio un beso en lo alto de la cabeza. - Oye, ¿Cuando demonios has aprendido a pelear de esa manera? - levanté los hombros con la respiración todavía agitada y la mirada fija en cómo la policía arrestaba a aquellos hombres. Agradecí que no insistiera con el tema. - ¿Te han hecho daño?

- No, aunque no quiero pensar que hubiera pasado si no hubieses llegado... - nos quedamos los dos en silencio, mirándonos.

- Megan... - mirando mis labios con sus manos en mi cintura.

- ¿Me puedes llevar a casa? - lo corté antes de que pudiera darle tiempo a decir algo más.

- Si, claro... - desviando la mirada.

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