Liebe mich 2 || André Schürrle

El Color de la Vida

Para @TamyTripailao y @Emilce15Belen que pidieron la continuación (Espero no decepcionar)

A javivalen14 colega de escritura, por estar ahí siempre (Gracias!!!)

"Desde que llegué a Londres no he hecho más que maravillarme con todas las opciones que ofrece. Puedo hacer siempre algo distinto, según como me sienta. Vengo de una ciudad industrial, en el interior de Alemania y vivir en Londres es lo más parecido a un sueño. Estoy enamorado de la ciudad desde que llegué."

Desde su primera etapa en el Chelsea, hacia más de diez años, André había adquirido una propiedad en el distrito de Fulham, a orillas del rio Támesis. Estaba a pocos pasos de Stamford Bridge. Recordaba el lugar por fotos que alguna vez Montana Yorke había subido a internet. Ella era como la pieza de un pasado remoto, ahora estaba casada con un empresario de su país y no había vuelto a tener contacto con la familia de André.

Imposible concebir una casa más parecida a su dueño. Él estaba en todos los detalles, en el orden, en los colores, en el aire intelectual que lo rodeaba. Me sentí invadida por una rabiosa tristeza, había anhelado compartir su vida, su día a día y ahora estaba allí por el peor de los motivos.

—Las empleadas te han preparado un cuarto, tal vez quieras descansar—la esposa de André apareció como una exhalación silenciosa tras de mí.

—Sí, gracias...—no supe que más decirle. Me sentí conmovida por su aire de tristeza y desamparo. Si yo sufría ante la posibilidad de perder al padre de mi hijo, no podía llegar ni a imaginar lo que ella estaba sintiendo.

—Si quieres comer algo, puedes servirte tu misma. Siéntete como en tu casa—le brillaban los ojos llenos de lágrimas—Nunca te voy a poder agradecer lo que estás haciendo por nosotros.

Se alejó hacia su cuarto en silencio, arrastrando los pies mientras que Félix había hecho suyas las palabras de Sabina y se había extendido a todo lo largo en la cama de huéspedes. Agradecí en silencio que no hubiéramos tenido mayores problemas, para sus patrones normales se había comportado como un ángel.

Desperté sobresaltada. Un sol bobo, perezoso, entraba por la ventana, haciendo tenebroso el paisaje londinense. Del río se levantaba una humareda densa que se unía a la espesa niebla que trataba de disiparse a duras penas, filtrando los rayos débiles. Me deslicé en silencio por los pasillos oyendo el parloteo alborozado de Félix, que insistía en hablar con la boca llena, le eché una ojeada a mi celular, pasaba de mediodía. Luise levantó la vista y me dedicó una amplia sonrisa.

—No quisimos despertarte. Dormías como si llevaras semanas sin hacerlo.

—En cierto modo, así era... ¡Félix hijo, no hables con la boca llena! Te lo he dicho miles de veces.

—¡Mira mamá, Luise me ha preparado Schnitzel mit Kartoffelpüree! Es la comida preferida de su hijo también.

Bajé los ojos, avergonzada. Mi hijo se pasaba los títulos de cortesía por el fundamento, justamente delante de una familia alemana tradicional donde esto era un concepto sagrado. Y lo peor es que él lo sabía.

—Tendrán que disculpar a Félix, no se crió en Alemania. En España se es un poco menos formal.

—¡Nos lo ha contado todo!—rió Joachim—Nos ha dicho que su padre es Marc ter Stegen, lo hubieses dicho antes.

—Marc fue mi marido, sí—titubeaba sobre cómo explicar nuestra complicada situación familiar sin destapar toda la olla. Nunca sería el momento adecuado—Pero nos separamos mucho antes de nacer Félix.