"Eran amantes eternos, buscarse y encontrarse una y otra vez era su karma."
Retrato en Sepia. Isabel Allende
La Danielle que tenía frente a mí era un delicado medallón de nácar, con un rostro tierno y una mata de cabello castaño oscuro, rizado y desordenado escapándose de una trenza desarmada, los ojos verde agua melancólicos y llorosos, que se transformaron en una expresión burlona y chispeante cuando empezó a reír, con una risa franca y abierta, la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás. Ella me saludó con un apretón en el hombro, como si no hubiera pasado ni un solo día y nos hubiésemos visto ayer.
Temí desvanecer el espejismo de su presencia tantas veces anhelada. Tal vez fuera un anuncio de la muerte inminente y tratara de despedirse de mí. Siempre me había parecido de una especie diferente a las demás mujeres que había conocido.
—No te ves nada bien, Schürrle— dijo con su voz dura, grave, reminiscencia de sus ancestros caribeños.
No me hacía falta verme en un espejo para saber que estaba en los huesos, trasparente como un ánima en pena, sombras violáceas bajo los ojos y con la piel arrugada y triste. Era un anciano de 33 años.
Lo que menos pensé, hacia casi dos años atrás, cuando me vi en el consultorio del médico del club, de brazos cruzados y mala gana, fue que me sugerirían estudios más complejos, "para que todos nos sintamos más tranquilos" dijo él, apartando la vista. Recordé la primera vez que tuve que abandonar Cobham, a instancias de José Mourinho, una extraña enfermedad infecciosa adquirida en Brasil me tuvo un par de meses alejado y él se las arregló para reemplazarme con rapidez. Esta vez no volvería a suceder, me juré.
Pero me sentía exhausto, el desaliento en las rodillas era evidente y cuando me desmayé durante un entrenamiento traté de quitarle importancia, pero no era la primera vez que ocurría. Bina me había encontrado desvanecido en un par de ocasiones y le hice jurar que no lo comentaría con nadie, aunque no tardó en señalarme los moretones alarmantes que me aparecían de la nada y las nauseas indisimulables que se hacían más y más presentes.
—¡Frank, no te me quedes viendo así!—Lampard había asumido el cargo de director técnico hacia poco más de dos años y me había pedido que volviera a Stamford Bridge, lo cual hice de inmediato. Había tenido una temporada más que aceptable y me sentía capacitado para jugar un tercer mundial, Qatar 2022 era mi objetivo.
—André... John y yo...—señaló a Terry a su lado. Ambos habían sido compañeros míos, los podía leer como a un libro.—Bueno, hemos estado con el doctor y... creyó que lo mejor era que nosotros habláramos contigo. No como tus superiores, sino como tus amigos...
—¡Déjate de rodeos, Lamps! No soy un niñito, a mi no me tienes que hacer un teatro.
Pensé en muchas cosas, pensé que diría que ya no contaba conmigo y que lo mejor sería que me buscase otro club al terminar la temporada. Jamás esperé su respuesta.
—Es leucemia, André—Frank temblaba cuando me extendió un sobre con los resultados de los estudios que me habían hecho—Lo siento mucho...
Sólo recuerdo que dije "no me siento bien". John me contó posteriormente que tuve un acceso de vómitos tan violento que acabé perdiendo el conocimiento. Ese fue el comienzo de mi largo periplo en el hospital, entrando y saliendo, largas sesiones de quimioterapia y radiación. Viendo como me deterioraba, quedándome en los huesos. Lloré de rabia e impotencia cuando se me empezó a caer el cabello, no por vanidad, sino porque era el signo más claro de una enfermedad que me terminaría barriendo. Todas mis esperanzas se desvanecieron cuando supimos que Sabrina no era una donante posible de médula ósea. Estaba tan resignado que fui yo quien tuvo que consolarla a ella, y no al revés.
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Liebe mich 2 || André Schürrle
FanficTras su escandalosa separación de Marc ter Stegen, Danielle ha logrado rehacer su vida y formar una (extraña) familia. Siempre concentrada en su profesión, Danielle se ha acostumbrado a la soledad y a sentir emociones solo para la cámara. Un rutinar...