Cruel realidad

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-La fiebre ha cedido pero tiene las defensas muy bajas...

Estoy vivo, al parecer. Las voces son un murmullo sordo y la luz me lastima los ojos. Me siento muy débil, como si no tuviera sangre. Recuerdo haberme sentido tembloroso y me encaminé al baño, luego ya todo fue oscuridad. Danielle habla en español tan rápidamente y desprovista de acento que sería casi imposible para alguien que no la conoce distinguir que es alemana. Trato de hablar pero tengo la garganta tan seca que mi voz es un graznido desagradable.

-Gracias a Dios, despertaste ¡Nos diste un buen susto!-mi madre se apresura a alcanzarme un vaso de agua y me ayuda a incorporarme.

Danielle tiene ojeras profundas y se mece intranquila con las manos en los bolsillos, esquivando mi mirada pero finalmente tiene que decir algo, aparentemente a instancias del médico que está a su lado.

-André, él es el doctor Antonio Jiménez, es el jefe de hematología de la clínica-me señala al hombrecito calvo y regordete-Es quién te ha estado atendiendo.

Mecánicamente comienza a traducir lo que el médico dice.

-Cuando se lleva a cabo el trasplante se le introducen al paciente células madres sanas, que se encargan de crear sangre nueva. Félix y tú son casi gemelos, esto se llama quimerismo, el problema es que...

Soltó un hondo suspiro y dejó caer los hombros. Mi madre sollozó quedamente.

-Aparentemente algunas células cancerígenas se camuflaron durante el proceso y esto pudo provocar la reaparición de la leucemia. Aun no tienen certeza, tienen que hacerte más estudios pero debes decidirlo tú, tal vez sea mejor que te vean los médicos que ya te estuvieron atendiendo. Aquí tienen una técnica muy buena, podrían identificar si hay células malignas entre las sanas y...

-Nada de eso-la detuve-Me iré a casa, Bina me necesita, no puedo quedarme más tiempo, tengo que explicárselo todo.

-Tus hijos también te necesitan, André. Piénsalo.-salió de la habitación, visiblemente molesta.

-Su esposa tiene razón, señor Schürrle-dijo una enfermera, en inglés-Esto no equivale a una sentencia de muerte ni mucho menos, detectada a tiempo la recaída puede ser contenida con éxito.

Tendría que haberla corregido, que Danielle no era mi esposa y que no estaba desahuciado al punto de no poder tomar mis propias decisiones. Pero aquello no hizo más que confirmarme lo que mi cuerpo ya sabía, que no quería irme, que la sola idea de tener que separarme de ella y de mi hijo me producía una angustia imposible de controlar. Empecé a sudar de solo pensarlo y la enfermera se acercó a tomarme la temperatura.

-¿Se encuentra bien? ¿Tiene alguna pregunta qué hacer?

-¿El diagnostico es definitivo? ¿El cáncer ha regresado?

-No es un diagnostico, solo una posibilidad. Lo sabremos con certeza siempre que usted acceda a realizarse estudios más complejos.

"¿Sabe usted acaso todo lo que podría estar perdiendo?" rabiaba por dentro "Cosas que jamás imaginé que perdería" ¿Hay vida después de la muerte? Esa era una pregunta que me parecía que valía la pena formular.

-Tal vez quiera charlarlo con un asistente social o un psicólogo, tal vez...-noto el destello de preocupación en los ojos de la enfermera.

-Descuide, ya entendí. Gracias a Dios que esto no es una sentencia de muerte-respondí, sarcástico.

Ya conocía ese tono condescendiente, la sensación de estar del lado incorrecto de la mesa. Lo había experimentado en más de una ocasión, esa mirada de compasión en los ojos de los médicos. No estoy acabado, no me interesa el diagnostico solo retomar el combate del cáncer. Estaba nuevamente al borde del precipicio pero no iba a saltar por él, todavía no.

Liebe mich 2 || André SchürrleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora