No discutas con un Schürrle

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No estaba preparado para el rechazo de mi hijo. Era un dolor quemante, agudo, como jamás había sentido antes. La desesperación hizo presa de mí y perdí de vista lo más importante, que era preservar la frágil psiquis de un niño pequeño, que no me conocía ni sabía del papel tan importante que cumplía en mi vida.

A pesar de la oposición de mi madre me levanté de la cama, tembloroso, y salí de la habitación para encontrarlos. En la cocina, Félix estaba sentado a la mesa y continuaba canturreando con las manos tapándose los oídos y los ojos cerrados. Se negaba a abrirlos y mirar a Danielle, que parecía al borde un ataque de nervios y, cuando ella le puso la mano en el hombro, se movió bruscamente para eludirla.

Tosí para aclararme la garganta antes de hablar y me costó mirar a Danielle a los ojos.

—Perdónenme—supliqué—No debí...lo siento muchísimo.

—No, yo lo siento ¡Todo esto ha sido un error! Acabo de lastimar a mi hijo y es lo que más me importa en este mundo, toda la culpa es mía.

—No quise confrontarte, Danielle. No quise obligarte a nada ¡Pero tal vez no me quede mucho tiempo!

—¿Cómo pude permitir que Félix pase por algo como esto? ¡Lo he confundido aún más, si cabe! Ni siquiera lo medité antes de lanzarme hasta aquí.

Se había mordido los labios y le sangraban. En el cuello de su blusa blanca había una mancha de sangre y otra le teñía los dientes.

—Me marcho...—dijo, impulsivamente.

Se me agitaba la respiración acompañándolos en silencio por toda la casa, Danielle empujando a Félix con ambas manos en su espalda y él aún con los ojos cerrados y las manos en las orejas. Ella abrió la puerta y detuvo un taxi. Ni siquiera me miró, solo desapareció de mi vista.

Más tarde recibí una llamada de Özil, anunciándome que estaban en su casa y por lo pronto se quedarían allí.

—Necesito hablar con mi hijo, Mesut. Tengo que hablar con él.

—Daniela está muy contrariada. Le preocupa que Félix se haya resentido. Ambos se sienten traicionados.

—No quiero que me odien... Tú me conoces, sabes en qué situación me encuentro. No puedo perder más tiempo.

—No te odian... Félix es un niño difícil pero no sabe lo que es el odio. Me recuerda a ti, en ocasiones. Déjame hablar con ella, trataré de ayudar.

Sabina me observaba en silencio desde un extremo distante del salón y puso mala cara.

—Podrías llamarla, ya sabes, seguir rogándole. Sé que te echa de menos, lo sé. Y tú también la extrañas. Jamás lo has dicho, pero lo sé.

—Lo único que quiero es estar con mi hijo. Danielle es su madre y es ese el lugar que le doy. No significa nada más.

—¿No? Vaya.—noté la rabia abrazadora en sus palabras.

—Bina...

—Sólo dime una cosa ¿Alguna vez me amaste? ¿O es qué nunca podré ser para ti lo que ella fue? Porque esa es la sensación que me da.

—¡Por supuesto que te amo! Hace más de cinco años que estamos juntos.

—¡Cinco años no son nada! Ahora me doy cuenta que no fueron más que una mierda.

Me estaba provocando, quería que respondiera. Me armé de valor para contestar pero no supe que decir.

Iba a vomitar.

Liebe mich 2 || André SchürrleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora