Fix You

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Mesut y yo habíamos revisado hasta el ultimo espacio de su casa, pero Félix no estaba. Aparentemente se había salido por la puerta trasera mientras lo creíamos dormido en el cuarto. Me recriminé una y otra vez no haber subido a chequear como estaba, no haber previsto hasta que punto podía haberlo afectado conocer la verdad de su origen.

—¿Por qué nada de esto me sorprende?—Sabina se paseaba por la cocina murmurando—Es obvio hasta para mí que ese niño no está bien ¡Y ahora ha desaparecido! Lo único que quiero es que lo encuentres y te largues de mi casa.
—¿De qué va todo esto? ¿Acaso crees que vine aquí con mi hijo pequeño para perderlo a propósito y de paso quitarte a tu marido?
—Eres tu la que no entiende—se irguió en toda su estatura y era casi tan alta como André—Quiero que te largues, he dicho “Fuera”.

En la puerta de calle André y su padre hablaban con la policía y yo me asomé a la vastedad de un Londres que era demasiado inmenso, donde mi hijo podría estar en cualquier parte.

—Sólo tiene seis años, no puede estar muy lejos ¿Cuánto más puede alejarse? —reflexionó Özil.
—¡Tú no lo conoces! ¡Nadie lo conoce!—exploté—¡Está enojado, lastimado y me cree una mentirosa! Quiere alejarse de mí.

O a lo mejor pensaba que todo era su culpa, culpa de él cuando en realidad era toda mía… pero no había tiempo para pensar en esas cosas. Ya luego podría echarme mil cosas en cara.
Sin saber exactamente que hacía eché a correr, mientras trataba de darme ánimos: no te preocupes, todo irá bien, siempre nos ha ido bien, en algún lugar lo encontraré.
—¡Félix! —fue como si su nombre me arañara la garganta y el sonido de mis pasos en los adoquines de las calles rebotaban en mis oídos.
“No entres en pánico. Piensa” pero a cada minuto me invadía el terror y en un momento perdí el sentido de la orientación ¿Cómo encontraría a mi hijo si yo misma me perdía? Unas calles más adelante Özil me alcanzó con el coche y comencé a tironear de la puerta del conductor.
—¡Dame las llaves, Mesut! Volveremos a Highgate y daremos un par de vueltas.
—Daniela, sube al auto. Tranquilízate…
—¡No! ¡Estoy bien!
—¡Serás de más ayuda si te calmas y te subes al auto!

El que me gritara sirvió para que pudiera volver a enfocarme. Me senté a su lado y me temblaban las piernas.

—¿Cómo pude permitir que esto pasara? ¿En qué estaba pensando? Sólo tiene seis años.
—Volveremos a chequear los alrededores de mi casa, no pudo haber ido tan lejos.
—¡Deja de decir que no puede! ¡Ya se ha escapado en otras ocasiones! Debí de haberlo sabido ¡No debí traerlo a Londres! Estoy completamente loca ¿En qué mierda estaba pensando?
—Intentabas hacer lo mejor para Félix.
—Esto ha sido un error desde el comienzo…
—Daniela, mírame…—mis ojos se encontraron por un segundo con su mirada franca—Lo vamos a encontrar.

Félix. Su nombre me produjo una avalancha de nostalgia ¿Y si jamás volvía a tenerlo entre mis brazos? ¿Y si no volvía a sentir sus manitos, su cabello suave? Deseé encontrarlo para comérmelo, digerirlo e incorporarlo nuevamente a mi cuerpo, de donde nunca debió de haber salido.

Mesut siguió conduciendo mientras yo me debatía entre un mundo con y sin Félix. Las farolas del Puente de Londres se encendieron y entendí que había caído la noche, el deslizar de los neumáticos en el asfalto repercutía claramente en mis oídos, el aire nocturno se enfriaba con rapidez.
El mundo medía un metro veinte, tenía cabello rojizo y llevaba mi sangre latiendo en sus venas llenas de vida. Mis ojos solo querían ver eso, solo podían reconocer eso.

Pero mi cerebro no paraba ni un segundo…era todo mi culpa. Todo estuvo mal hecho desde un principio, lleno de errores. Había tantas cosas que pude no haber hecho: no haberlo dejado sólo después de decirle lo de André, haber chequeado como estaba.

Liebe mich 2 || André SchürrleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora