Capítulo 23

115 9 0
                                        


Abi

Y efectivamente tengo sueño. Mucho. Ni siquiera fui a correr. Pero bueno, no me quejo

Siento que estuve un mes lejos de la oficina, cuando llegué en la mañana, Sarah me recibió con una torre de papeles en mi escritorio, ni siquiera voy por la mitad cuando me topo con un documento que nunca pasó por mis manos. Inmediatamente llamo a mi asistente

–Sarah, ¿puedes venir un momento, por favor?–unos segundos después está abriendo la puerta con su libreta en mano

–Dime

– ¿Qué es este documento que sale aprobado, obviamente no aprobado por mí, para la nueva campaña publicitaria?–la cara de Sarah se transforma en una de preocupación

–Uhm... yo les dije que lo hicieran hasta que tú vinieras, pero no me hicieron caso. Les dije que te llamaran pero fui ignorada nuevamente, y me prohibieron hablar contigo hasta hoy. Y sinceramente se me había olvidado que estaba ahí–termina de decir, lo dijo tan rápidamente que casi no le entendí. Frunzo el ceño

–No entiendo Sarah, ¿Quién aprobó esto? ¿De que estas hablando?

–De la nueva jefa de mercadeo

–Creo que no te estoy siguiendo. ¿Nueva jefa? ¿Qué paso con Carolina?

–Renunció. El día que te fuiste a Chicago, presentó la carta de renuncia en plena nueva campaña publicitaria. Y pues, ya sabes don Ignacio se volvió loco, y lo único que sé es que a la mañana siguiente ya había nueva jefa–me pongo de pie con el documento en la mano

–Me vale un pepino si esta nueva jefa es la mismísima hija del presidente de este país, no puede simplemente llegar y pedir que le aprueben una cantidad tan exagerada de dinero para una simple campaña para un producto de limpieza. Avísale a don Ignacio que voy subiendo–asiente y salgo de la oficina hecha una furia

Nunca me había pasado esto, desde que asumí este cargo nunca habían pasado por encima de mí en un proyecto

Salgo del ascensor y me topo con la secretaria

–Hola Abi, que gusto verte–sonrío, no tengo que desquitar mi ira con ella, no tiene nada que ver

–Hola Magda. Igualmente. ¿Te avisó Sarah?

–Sí, puedes pasar, te está esperando

Camino hacia la puerta y toco dos veces antes de entrar

–Buenos días don Ignacio

– ¡Abi! Qué bueno saber que ya volviste–dice y se pone de pie rodeando su escritorio y sentándose en el borde de éste enfrente de mí– ¿Cómo estuvo Chicago?

–Frío–se ríe–puedo imaginar el porqué de tu visita a mi oficina

–Si. Iré al grano don Ignacio. ¿Porque se aprobó esta desorbitante cantidad de dinero para esta campaña sin consultarme primero?

–Se cómo te sientes Abi, créeme que sí. Yo me negué rotundamente en un principio a hacerlo, pero como seguramente ya sabrás Carolina renunció y me quedé sin opciones. No sabía qué demonios hacer, me sentía atado de manos. Hasta que fui a recursos humanos y solicité los curriculum de los que habían enviado para solicitar trabajo. Pasé toda la tarde revisando, analizando, hasta que encontré una con mucha experiencia. La llamé ese mismo día, accedió a la entrevista y bueno lo demás es historia. La contraté, se puso a trabajar inmediatamente con unas ideas increíbles

–Entiendo todo eso, lo que no entiendo es porque ni siquiera se tomaron la molestia en llamarme, hasta se atrevieron a decirle a mi asistente que no me dijera nada. ¡Esta no era la cantidad que se había acordado!–empiezo a alterarme de nuevo

Solamente TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora