Salida de Hermanos

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Pov Harry




Me desperté el sábado para ver una mañana clara con un clima hermoso; era un día perfecto para jugar fútbol.



Me levanté antes que Draco, fui al refrigerador y tomé un vaso de jugo de naranja. Miré el reloj que marcaba las 9:35, un poco más tarde de lo que me levantaba usualmente.



Fui a la sala y prendí el televisor, cambié algunos canales hasta dejarle en MTV. Escuché un bostezo y volteé, encontrándome a Draco parado en las escaleras tallándose los ojos.


-Buenos días –sonreí. 

-Buenos días –dijo adormilado.

-Veo que aún tienes sueño –señalé riendo.

-Sí – dijo él y sonrió.


Seguí cambiándole a la televisión. Draco llegó con un vaso de leche y se sentó junto a mí. Llevábamos una semana sin discutir.


-Veo que el día estará hermoso –dijo mirando la ventana.

-Sí –volteé a verlo -no como los otros días fríos y nublados –seguí viendo la televisión.

-¿Salimos? –preguntó.

-¿No tienes planes con Pansy? –dije con curiosidad.

-Creo que se enojó conmigo, así que no me hablará por unos días más –dijo resoplando.

-Mmm, bueno, hay que salir, ¿pero a dónde? 

-Ya se me ocurrirá algo –sonrió.

-De acuerdo, –me levanté -pero antes iré por un desayuno a Starbucks, ¿quieres que te compre uno también? –pregunté estirándome.

-Claro. 

-Está bien, me iré a cambiar para ir por ellos –dije y subí las escaleras.


Me puse un pantalón de mezclilla, una camisa de color rojo escarlata con líneas doradas y unos tennis blancos. Me acomodé mis lentes, revolví mi cabello y tomé las llaves del departamento.


Salí y fui directo a Starbucks. Según lo que había aprendido en la semana, Oliver Wood, el amable chico que atendía en la cafetería, no trabajaba los fines de semana; podría ir rápido y volver a casa sin contratiempos.


No es que no me agradara, sino que el interés que mostraba por mí cada vez que lo veía era un poco abrumador.







Pov Draco




Me fui a duchar. Me gusta tomar un baño por la mañana porque suele relajarme bastante.
Puse el agua tibia y dejé que corriera por mi cuerpo.


Mientras tarareaba una canción, escuché ruidos. Pensé que alguien se había metido al departamento, así que me puse una toalla en la parte de abajo -dejando mi torso descubierto- y bajé las escaleras despacio y sin hacer ruido para ver quién era.



-¡Me asustaste! Pensé que era alguien se había metido al departamento -dije al ver a Harry.

-Para nad...-volteó a verme. 

-Lo siento por estar así, pero me asusté –dije sujetando con más fuerza la toalla. 

-No... no hay problema –dijo nervioso. 

-Bueno iré a ponerme ropa –subí las escaleras y prácticamente corrí al baño.







Pov Harry



No pude evitar sentir nervios al ver a Draco de esa forma: sólo una toalla tapando su parte baja, y con un cuerpo bien formado, además de algo húmedo. 

Al parecer no se había secado muy bien; el cabello despeinado y mojado, y su piel brillante, y más blanca de lo normal.


Pero debía ser una reacción normal, ¿no?
No es normal encontrarte con gente semidesnuda y no sentirte nervioso.


Al bajar las escaleras, Draco traía una camisa de verde jade con algunos detalles plateados, unos pantalones negros, una gorra del mismo tono plateado y unos Converse negros.



-Aquí está tu desayudo –le dije desde la cocina, sonrojándome al recordar cómo se veía momentos antes.

-Gracias. Oye, en verdad lamento haber bajado así –rió nervioso- pero es que pensé que era... -lo interrumpí.

-No te preocupes, está bien –le di un sorbo a mi café. 

-Es que me da pena –dijo y mordió su sándwich. 

-Bueno, pero somos hermanastros –dije. 

-Pues sí... tienes razón, lo que pasó, pasó. 

-Cambiando de tema, ¿a dónde iremos? –dije intentando alcanzar un plato.

-Aun no lo sé, déjame pensarlo... ¿Necesitas ayuda? –preguntó con voz petulante.

-Deja de burlarte y ayúdame –dije riendo.



Draco dejó su sándwich en el plato y fue a dónde estaba. Con una mano tomó mi cadera, pegó su cuerpo al mío y se impulsó para tomar el plato.

Sentí mi cara arder y de nuevo sentí nervios, pero, ahora que sentía el cuerpo de Draco tan cerca del mío, eran más intensos. 


-Gracias –dije.

-Eso pasa por no tomar leche –rió –no creces lo suficiente. 

-¡Calla y acábate tu desayuno!





Ya más tarde, Draco tomó las llaves de su auto y bajamos hasta el estacionamiento.

-Ahora si me dirás a dónde vamos–dije mirándolo. 

-Primero iremos a comer y después ya veremos –dijo.


Draco manejó hasta el centro de la ciudad, donde estaban los mejores restaurantes, y uno de ellos era su favorito, según lo que me había contado: un restaurante italiano donde vendían la mejor pizza y unos deliciosos postres.



Abrió mi puerta y me ayudó a bajar. Al entrar al restaurante... 

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