Esclavo

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Pov Draco




Al entrar, el mesero nos escoltó hasta una mesa, justo al lado de la ventana. Nos dejó la carta y se retiró.


-Pide lo que quieras, yo invito –le sonreí. En verdad quería festejar que al fin nos llevábamos mejor.

-Draco, es un restaurante muy caro.

-No importa, tú sólo disfruta.

-Bueno, pero si pido langosta no te enojes –dijo quejándose.

-La pizza o el espagueti de aquí son mejor que millones de langostas –dije seguro. 

-¿Bromas? La langosta es lo más delicioso que hay –dijo igualmente seguro.

-¿Apuestas? –levanté una ceja.

-¿Qué quieres perder? –dijo recargándose en una mesa. 

-Si yo gano, tendrás que hacer lo que yo diga; si tú ganas, yo hago lo que quieras, ¿trato? –sonreí seguro de mí mismo.

-Trato –dijo estirando su mano.


Llamé al mesero, ordené el famoso espagueti y la pizza; conocía este restaurante y sabía que la langosta no era mejor que la pizza.



-¿Listo para perder? –preguntó Harry cuando llegó la comida.

-Si tú lo dices. Sólo quiere ver tu expresión cuando te des cuenta de que yo gané –dije mirándolo dar su primer bocado.


Harry probó la langosta y su rostro mostró agradó, pero cuando le pasé la pizza y el espagueti, su rostro se iluminó, sus ojos brillaron y después frunció el ceño.


-Gané –dije.

-Odio decirlo, pero esto es mejor que mil langostas –dijo mientras se comía mi pizza.

-Te dejo comerte mi comida, –empecé a decir –porque ahora eres mi esclavo.

-Aja, lo que tú digas.




La comida fue estupenda: reímos, platicamos, sonreímos, en algunos momentos no concordábamos y volvíamos a las típicas peleas, pero ya sabíamos controlar mejor nuestros instintos.

Pagué y nos fuimos directo al departamento.


-Me la pasé increíble –dije.

-Yo también –comentó –sólo no creas que cumpliré con lo de ser tu esclavo.

-Un trato es un trato.

-Nunca prometí nada –se cruzó de brazos. 

-Con tu palabra es suficiente para que sea un trato.

-Sueñas –se volteó y comenzó a ir hacia su cuarto –ni que fuera algún tipo de juramento inquebrantable.

-Si no lo haces me vengaré –dije advirtiéndole.  

-¿A sí? ¿Y qué harás? –me miró.

-Sigue retándome y verás.


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