Día de las Madres (2/3)

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Pov Harry




Draco no se presentó a la siguiente clase. 

Ni a la siguiente. 

Es más, se había tomado lo que restaba del día.





Llegué corriendo a la casa y me alegré de ver al rubio dormido en el sillón.

Mi primer instinto fue acercarme y despertarlo, pero pensándolo mejor, lo cubrí con una cobija y decidí no molestarlo.






A la mañana siguiente corrí al sillón, pero no había rastro de Draco.


-¿Draco? –llamé pero no hubo respuesta.




Llamé a todos nuestros amigos, Pansy y Zabini incluidos, pero nadie sabía dónde estaba mi hermanastro.



Draco no apareció en todo el día.


Ya en la noche, por ahí de las once o doce, se escuchó la puerta abrirse y cerrarse.



Me asomé al pasillo y vi a Draco en el recibidor. Llevaba una capucha negra demasiado grande para él y su ropa se veía mojada.

¿Dónde había estado? ¿Qué le había pasado?




-¡Draco, estaba muy preocupado! –exclamé, el rubio asintió –Tengo que llamar a todos para avisarles que estás bien.

Mientras buscaba mi celular, el rubio entró a su cuarto y cerró con seguro; algo que no había hecho desde que nos mudamos.








Así pasaron varios días.


Estábamos a menos de dos semanas del 10 de mayo y del festival, y todo era demasiado estresante para mí.



Draco se iba muy temprano, regresaba muy tarde y apenas intercambiaba palabra alguna conmigo. 

Menos aún con los demás.



Todos estábamos muy preocupados, pero seguir a Draco era inútil (siempre acabábamos perdiéndolo de vista), y mientras más intentábamos acercarnos parecía que él se alejaba más.

365 Días con élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora