Capítulo 41: Ladrona

22 0 0
                                    


- ¿Esta vez también vas a esperar a que yo te bese? – dije divertida, recordando lo que había dicho el día de la feria.

Él se había quedado mirándome fijamente, pensando en algo.

- No... es solo que... - sacudió su cabeza -. Nada, olvídalo.

- Dime – lo animé.

- No es nada, solo... - comenzó - ¿Recuerdas aquél día, cuando te dije que era un adolecente normal que aún no había encontrado a la persona indicada para tener una relación formal?

- Si... - dije extrañada por su pregunta.

- Pues no era verdad. – respondió -. Porque tú estás aquí, y eso es perfecto.

Milésimas de segundos después, sus labios se pegaron a los míos. Él me besaba mientras sostenía mi rostro con ambas manos. Pero no era un beso brusco ni desesperado, era tierno y suave. Como si temiera romperme. Él podía ser muy dulce, si así lo quería.

- ¿A qué se supones que venías? – dijo él, algo desorientado, cuando se separó de mí.

- No lo sé. Pero podemos ver una película, si quieres.

- Claro – besó mi frente -. Sobre la mesa de la sala están las películas. Iré a preparar palomitas.

Besó mi labios de nuevo, pero esta vez fue un simple toque.

Sobre la mesa de té de color blanco había varias películas dentro de una cesta, de esas que se usan para decorar. Había películas de muchos géneros diferentes. Cuando me decidí cual poner, investigué hasta que conseguí poner la película. Me senté en el sofá que estaba frente al televisor, esperando a que Scott volviera.

- Palomitas listas – dijo él, comiendo algunas -. ¿Cuál elegiste?

- No lo sé, no la he visto – dije, dándole la caja de la película.

- Suerte para ti que la he visto demasiadas veces, y puedo asegurarte que es buena.

Se sentó a mi lado, rodeando mi espalda con su brazo, a la altura de la cintura. Su mano descansaba en el lado derecho de mi cuerpo, acariciando esa zona con movimientos lentos.

La película se reproducía, y con cada minuto se volvía más interesante. El nerviosismo por lo que aparecía en la pantalla había provocado que acabara rápidamente con las palomitas. La película llevaba una hora, y las palomitas se habían terminado como veinte minutos antes.

Scott me apretujaba cual oso de felpa, y se había dormido. Su cabeza estaba apoyada a la altura de mi clavícula. Sentía su respiración tranquila y suave sobre mi cuello. Era relajante. Acariciaba despacio su cabello, sin poder quitar la vista de la película. La temperatura había bajado notablemente, por lo que era reconfortante que él me abrazara tan cálidamente, ya que aquí hacía bastante frío.

Sentada allí, en el sofá de la casa del guapo chico que siempre insistió en mí, sin darse por vencido ni una sola vez, a pesar de todos mis constates rechazos, me di cuenta de todo lo que me había perdido por estar tan centrada en ignorarlo y rechazarlo por ser el playboy y mujeriego del instituto. Me estaba perdiendo de conocer lo que en realidad él es, y no solo lo que demuestra ser. Me estaba perdiendo de conocer a una persona maravillosa, dulce y atenta. De conocer a una persona que daría todo por mí, y eso lo ha dejado bien claro a lo largo de los años.

Sé que no hay que comparar a las personas, porque cada quién tiene lo suyo, pero en este caso, debo hacerlo. Estaba tan cegada con Thane, que siempre estaba tranquilo, y no solía mostrar mucho interés en mí, a pesar de algunas palabras lindas y algunos actos, pero fuera de eso, me sentía indiferente para él. En cambio, Scott, desde que nos conocimos a los ocho años a tratado con todo que me fijase en él, y no es hasta que tuvo que meterse Liv en mi relación con Thane, para que yo me molestara y me diera la oportunidad de conocer al impresionante chico que ahora mismo dormía abrazándome.

La decisión más dificil (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora