Los días buenos.

Un imán de problemas.

-Ya llame a la universidad y dijeron que no había problema con que faltes-dice mi madre sentada en mi cama mientras me cubre con las tapas luego de dejar mi desayuno en la mesita de café-Dijeron que su mejor alumna merece un descanso.

-Gracias por entenderme mamá-le digo intentando que las lágrimas no vuelvan a caer.

-Jorge se encargará de la tienda por hoy, así que por favor explicame qué es lo que sucedió- me dice con tranquilidad y poco de ternura, no les respondo porque no se que decirle realmente-Llevas dos días faltando y sé que no es por tu periodo.

Mi madre es dueña de un café que nos dejó mi padre, yo y mi hermano mayor decidimos dejarle la completa potestad sobre el café cuando yo cumplí los 18, fue un regalo de cumpleaños para ella y ahora Jorge la ayuda con todo el tema de los números. Ella ha sido una mujer valiente y siempre muy comprensiva con nosotros, cuando mi hermano, Gabriel, se metió en problemas ella lo apoyó y cuando yo me metí en problemas ella me entendió. Sé que si le cuento lo que sucedió me entenderá pero también sé que si le cuento armara un escándalo y no la quiero involucrar en nada que tenga que ver con los Evil por ahora, no cuando tienen mi móvil y llaves en su poder. La miro pero no me atrevo a mentirle, las palabras no salen de mi boca y no se que hacer.

-Hagamos esto, nos relajamos y vemos películas, si no te sientes mejor mañana vamos al spa y tenemos un día de chicas-dice acomodándose junto a mi- Cuando te sientas lista me explicas lo que sucede.

-Gracias mamá-la abrazo y ella sonrie. 

El día pasó en ver películas y comer, mi madre llamó a Jorge y él trajo sushi de la tienda vecina del café. En la noche disfrutamos del sushi y video llamamos a Gabriel que nos contó lo bien que le estaba yendo en su trabajo como entrenador personal de boxeo y en su penúltimo año en la carrera de Ingeniería Civil, lo único malo que tuvo para decir fue que las cosas en su relación no iban muy bien y que quizá no tenga mucho futuro junto a Amelia. Mi madre quiso tener un momento a solas con él pero no duró tanto, y a pesar de que estuve todo el dia sin hacer nada el sueño me invadió por completo, los ojos me arden y se que se debe a que he llorado mucho pero no lo puedo controlar. 

No se que pensar realmente, Aarón y Lexa lo hicieron todo y siguen teniendo en su poder mi móvil. A pesar de que ya cambié mi contraseña en todas las redes sociales siguen teniendo acceso a mis mensajes de Whatsapp, a mis secretos y conversaciones con las chicas, con Nick, con mi hermano, a fotos de mi familia y de las chicas, Aarón y Lexa tienen acceso a todo y eso es lo que más me asusta. No puedo creer que le haya molestado tanto mi atrevimiento de esa noche, estoy segura de que Aarón está más que acostumbrado a ese tipo de situaciones y no puedo entender por qué conmigo se ha enfadado a tal punto de hacerme esto. Sé que no puedo escapar toda la vida y aún deseo recuperar las llaves de mi padre, sé que a esta altura deben de haber revisado todo mi movil y lo más probable es que se estén riendo de mí, pero las llaves de mi padre son especiales y contienen sentimientos y una parte de él en el gastado que tienen por el uso. 

Luego de pensarlo con detalle decido ir a clases sin importar lo que diga la gente, no estoy acostumbrada a la atención pero no pienso dejar de lado mis estudios por una broma de adolescentes inmaduros, soy más inteligente que eso. Me ducho y luego llamo a las chicas con el móvil de mi madre para que vengan a buscarme, no me siento capaz de entrar sola a esa universidad por ahora, lo mejor es ir acompañada por ellas y Nick. Saco de mi armario una falda corta estilo campana con tiro alto color azul marino, una blusa corta blanca con mangas tres cuarto y unas zapatillas bailarinas blancas con detalles azul marino, mi cabello lo amarro en un tomate alto y dejo mi rostro natural como siempre. Mi madre me dejó un desayuno tan dulce que no pude darle más de dos bocados, eso tan solo significa que está contenta por verme mejor, envuelvo el desayuno y lo meto en un pote para dárselo a Hannah, luego de dejar eso listo subo a cepillarme los dientes y escucho una bocina, muy insistente, fuera de mi casa. Me asomo por la ventana de mi habitación, aún con el cepillo en mi boca, y saludo con la mano a los chicos que vienen todo en el auto del papá de Hannah y Nick, incluso viene el novio de Zoe dentro del auto. Apresuro mi cepillado y corro hasta ellos subiendome de copiloto en el auto.